31 de marzo de 2008

Los paisajes invariables del "río de la vida"


Las visiones que nos aportan el curso del Nilo y la perspectiva inconfundible de la aridez, que enseguida sobreviene tras una estrechísima franja de verdor, transmiten la sensación de que el tiempo parece haberse detenido en Egipto. Sumidos en esa neblina provocada por la arena del desierto, los paisajes de hoy no deben diferir mucho de los que a lo largo de la Historia han marcado los rasgos dominantes de una realidad en la que coexisten las imágenes de siempre con las transformaciones a que obliga una corriente turística masiva, que poco se percata de los problemas del entorno, cuando no los menosprecia.


Inmenso y deslumbrante país éste que lo debe todo al "río de los mil ríos", y en el que el agua y la arena son elementos entreverados y recurrentes en un tapiz de colores bien definidos que se exigen mutuamente y sin los cuales no es posible entender la gigantesca dimensión de la civilización y de la cultura que en este espacio brillaron milenios antes de nuestra era.

22 de marzo de 2008

De cómo la mente puede mejorar con la edad




Mi amigo Mariano Fuertes, que ejerce la medicina en la ciudad portuguesa de Mirandela con tanta entrega como eficacia y reconocimiento social, me ha regalado hace unos días un libro que deseo recomendar. Nunca he sido aficionado a los textos de autoayuda, que tratan de embaucar al incauto lector a base de mensajes llenos de obviedades y de tópicos al uso, con pingües rendimientos además para sus autores. No es éste el caso. "La paradoja de la sabiduría" es un trabajo muy serio, de divulgación rigurosa, que parte de la impresionante experiencia acumulada por su autor, Elkhonon Goldberg, catedrático de Neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, empeñado en difundir el enorme caudal de ideas, magnificamente construidas y elaboradas, sobre la capacidad del ser humano para mantenerse lúcido, intelectualmente activo, y desarrollar sus posibilidades creativas sin verse necesariamente condicionado por el inexorable paso del tiempo.


El subtítulo del libro es harto elocuente -"cómo la mente puede mejorar con la edad" - y, sobre todo, refleja el encomiable propósito del autor que, apoyándose en su dilatada y fecunda práctica clínica, "nos ofrece un programa de mantenimiento cognitivo de nuestra maquinaria cerebral que nos ayudará a detener o retrasar el declive mental" y a mantener por ello la calidad de vida de cuantos, tras sobrepasar con creces el medio siglo de existencia, nos hemos hecho acreedores. Ah, y otro aval a favor de esta obra reseñable: ha sido editada por Crítica (2006) en la excelente colección (Drakontos). Nada que ver, pues, con los "ensayos" oportunistas que tanto pululan y distraen en nuestras librerías.

Dia Internacional del Agua

Que no se os pase por alto esta fecha, silenciada en nuestros medios. El 20 de Marzo se celebra internacionalmente «El Día Mundial del Agua», que cumple ya su décimo quinta edición. De nuevo la efeméride se conmemora ante un panorama que se muestra desolador: según la ONU, 1.100 millones de personas no tienen aún acceso al agua potable y este número se eleva hasta los 2.600 millones en el caso de quienes carecen de los servicios sanitarios elementales. Son cifras elocuentes que nos fuerzan a recordar los compromisos adquiridos en 2000 por la Asamblea General de la ONU, donde se fijaron los llamados Objetivos del Milenio, entre los cuales, y en décimo lugar, figura el que apuntaba a la reducción, con el límite fijado en 2015, a la mitad de la cifra de población carente de este recurso y de estos servicios básicos.

Evidentemente, tras este empeño subyace una finalidad inherente a la disponibilidad de agua potable, como es la mejora de las condiciones sanitarias que el uso estable de este bien permite. Las estimaciones económicas para que la consecución de este objetivo sea posible son un fuerte aldabonazo en la conciencia de nuestras sociedades y obliga a considerar el grado de responsabilidad que compete a la comunidad internacional y a quienes la gobiernan en la resolución de un problema tan acuciante como ineludible.

Y es que no se debe, ni se puede, minusvalorar ni mirar para otro lado. Según un estudio auspiciado por Naciones Unidas, se calcula que el monto de las inversiones necesarias asciende- en los seis años que restan hasta la fecha fijada (2015) – a un total de 42.000 millones de dólares para el suministro de agua y 142.000 para las infraestructuras de saneamiento. Si a ello se suman las cantidades precisas para el mantenimiento de los servicios existentes, el volumen de inversión requerido se eleva hasta los 350 mil millones de dólares. Como bien ha señalado Marc Laimé, « estas evaluaciones podrán ser criticadas, pero tienen el mérito de abrirnos a un enfoque necesario del problema del agua en el mundo, en un momento en que los mensajes emitidos por la comunidad internacional tienden a limitar la cuestión a una dimensión humanitaria y no política". No en vano se trata de un problema político y económico de primera magnitud. Un problema crucial de nuestro tiempo

20 de marzo de 2008

Los llamados biocombustibles agravan el cambio climático



Alejandro Schweitzer, geógrafo y apreciado compañero de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, en Argentina, me envia el siguiente texto, redactado por Steve Connor, el editor de la prestigiosa evista Science, en el que se hace una interesante reflexión sobre el impacto ambiental de los biocombustibles, que someto a vuestra consideración:
" Los científicos han dado datos irrefutables que indican que los biocombustibles podrían ser uno de los mayores timos ambientales, ya que realmente agravan el calentamiento global añadiendo a las emisiones de origen humano el dióxido de carbono a que supuestamente ponen freno. Dos estudios distintos publicados en la revista Science muestran que el cultivo de biocombustibles actualmente realizado para producir alternativas "verdes" a los combustibles fósiles basados en petróleo despiden más dióxido de carbono en el aire del que pueden absorber las plantas cultivadas.
Los científicos han descubierto que, en el caso de algunos cultivos, para saldar la "deuda carbonífera" causada por su cultivo inicial sería necesario cultivarlos durante varios siglos. Esos costes ambientales no tienen en cuenta ninguna otra destrucción adicional en el entorno, como la pérdida de biodiversidad causada por tratamientos de compensación de la prístina selva tropical.
"Todos los biocombustibles que utilizamos actualmente causan destrucción del hábitat natural, ya directa, ya indirectamente. La agricultura global está produciendo ya alimentos para seis millones de personas. La producción de biocombustibles basados en alimentos también requerirá que se destine aún más tierra a la agricultura", dice Joe Fargioine, de la organización de EEUU para la conservación de los recursos naturales y director de uno de los estudios. Los científicos realizaron el tipo de análisis que se está perdiendo en el fragor del incentivo irreflexivo de los biocombustibles fomentado por las políticas de los Estados Unidos y Europa, en que cuyos proponentes han sido entusiastas de las virtudes de los biocombustibles como alternativa verde a los combustibles fósiles utilizados para el transporte.
Ambos estudios examinaban cuánto dióxido de carbono se emite cuando se convierte un trozo de tierra en campo de cultivo de biocombustible. Han descubierto que, por ejemplo, cuando se convierten las turberas indonesias en plantaciones de aceite de palma se necesitan 423 años para saldar la deuda carbonífera. El siguiente peor caso es cuando se tala la selva forestal del Amazonas para convertirla en campos de soja. Los científicos han descubierto que se necesitan 319 años de fabricación de biodiésel de la soja para cancelar la deuda carbonífera causada por la tala de árboles en el lugar original. Los científicos calculan que tales conversiones de la tierra para cultivar maíz y caña de azúcar para el biodiésel, o aceite de palma y soja para el bioetanol, emiten entre 17 y 420 veces más carbón que lo que se ahorra anualmente con la sustitución de combustibles fósiles.

"Esta investigación examina la conversión de tierra para biocombustibles y pregunta si vale la pena. ¿Es mayor el carbón que se pierde por convertir bosques, praderas y turberas que el que se «ahorra» utilizando biocombustibles en lugar de combustibles fósiles?", se pregunta el Dr. Fargione. "Y, sorprendentemente, la respuesta es no. Esas áreas naturales acumulan mucho carbón, de manera que su conversión en tierras de cultivo redunda en toneladas de carbón emitidas a la atmósfera", dice.
La demanda de biocombustibles está destruyendo el entorno de otras maneras. Para los granjeros americanos, por ejemplo, acostumbrados a alternar soja y cultivos de maíz, la demanda de biocombustible ha significado que ya no cultiven maíz. Como resultado, los granjeros brasileños están talando bosques para cultivar soja que poner en la producción a corto plazo.
"En la búsqueda de soluciones al cambio climático debemos asegurarnos de que el remedio no sea peor que la enfermedad", dice Jimmie Powell, miembro del consejo científico de la organización para la conservación de los recursos naturales. "No podemos permitirnos ignorar las consecuencias de la conversión de tierras en campos de cultivo de biocombustibles. Eso significa que no podemos promover sin querer alternativas de combustible peores que los combustibles fósiles para cuya sustitución están diseñadas. Estos descubrimientos deberían incorporarse al avance de la política de emisiones carboníferas", ha dicho el Dr. Powell.
La Unión Europea ya tiene segundas intenciones sobre su política dirigida al estímulo de la producción de biocombustibles. Stavros Dimas, comisario de la UE de medio ambiente, admitió el mes pasado que la UE no previó el conjunto de problemas ambientales generados por el objetivo europeo de obtener el 10% de su combustible de transporte de sustancias vegetales.
El profesor John Pickett, director del reciente estudio sobre biocombustibles encargado por la Royal Society, ha dicho que, aunque puedan jugar un papel importante en la reducción de gases de efecto invernadero del transporte, es importante recordar que un tipo de biocombustible no es igual que otro. "El ahorro de gas de efecto invernadero que puede proporcionar un biocombustible depende de cómo conviertan las tierras y se realicen los cultivos y de cómo se utilice el biocombustible." "Dado que los biocombustibles están entrando ya en el mercado mundial, será vital aplicar criterios de certificación de carbón y sostenibilidad para la valoración de los biocombustibles, a fin de promover aquellos que sean buenos para la gente y el medio ambiente. Esto debe hacerse a escala internacional, para que no nos limitemos a transferir los potenciales efectos negativos de esos combustibles de un lugar a otro."
El profesor Stephen Polasky, de la Universidad de Minnesota y autor de uno de los estudios publicados en Science, dice que los incentivos actualmente empleados para fomentar que los granjeros cultiven terrenos para biocombustibles no consideran el balance carbonífero del cultivo. "No tenemos incentivos correctos porque los propietarios de tierra son recompensados por producir aceite de palma y otros productos, pero no por gestionar carbón. Esto crea incentivos para una explotación excesiva de la tierra y puede tener como resultado a largo plazo el incremento de emisiones de carbón."

(la imagen superior - de la Agencia France-Press- recoge la concentración realizada en Auckland el 8 de Diciembre de 2007)
Related Posts with Thumbnails