18 de septiembre de 2011
Espacios transformados (1): de la escuela al refugio
15 de septiembre de 2011
¿Están las tertulias mediáticas en crisis? De la fidelidad al hartazgo
Confieso que siento auténtico tedio ya por las tertulias mediáticas. Durante algún tiempo las he seguido con interés, tratando de descubrir, en medio de la pretendida refriega dialéctica, alguna idea que pudiera esclarecer los temas abordados y, que en principio, son de interés general. Pero poco a poco he ido percibiendo que la controversia cede a menudo paso a la algarabía para culminar con demasiada frecuencia en una patulea de frases que acaban por sugerir y alumbrar lo contrario de lo que pretenden. Ignoro si los niveles de audiencia apuntan en la dirección que presumo, es decir, hacia la fatiga y el cansancio, convencido el sacrificado oyente o telespectador de que ya no le aportan nada, o tan poco que ya no merece la pena el tiempo que se las presta.
Creo que es una sensación por muchos compartida. Las mismas voces, los amigos de siempre, los mismos argumentos, idénticas posturas y actitudes de discrepancia de unos frente a otros, que parecen previamente pactadas y que acaban sumiendo a quien escucha en una especie de torbellino tan falto de interés como agotador. Aborrezco la polivalencia retórica y con frecuencia fatua de quienes creen saber de todo y de todo hablan con desparpajo y sin rubor. De “eruditos a la violeta” los calificó José Cadalso, y sobre ellos José de Larra lanzó venablos que permanecen hoy tan justificados como entonces.
Desde luego, hay excepciones, pues el panorama cuenta con opinadores que se salvan del aquelarre, aunque compruebo que son muy pocos, quizá los menos. Lo común, negocio aparte, es la frase hecha, el latiguillo reiterado, cuando no el plagio vertido sin ningún rubor mientras todo se adoba de una petulancia que sonroja por injustificada. Por esa razón, y preocupado por la pérdida de tiempo, he decidido ausentarme de ese tipo de foros que causan jaqueca, confusión y bostezo para orientar mis horas hacia lo que creo más provechoso y fecundo, es decir, a la lectura del intelectual u observador preparado, del crítico solvente, serio, de quien sabe lo que dice y lo sabe transmitir.
No creo que ésta sea una decisión singular, pues tengo el convencimiento de que, tras una etapa de sobrecarga de decibelios opináticos, quien desee saber lo que pasa y porqué se sentirá cada vez más tentado a sustituir el ruido por las nueces. Y éstas ya no se prodigan en las ondas españolas.10 de septiembre de 2011
El “Guernica” llegó a España hace treinta años

5 de septiembre de 2011
¿Utopía o posibilidad? ¿Otra economía es posible?

3 de septiembre de 2011
¿Quién manda en España?
Varios países europeos han mostrado claramente una postura favorable al aumento de la presión tributaria sobre las rentas altas como parte esencial de sus estrategias para corregir el elevado desequilibrio fiscal de sus rentas públicas. El gobierno francés, haciéndose eco de la postura manifestada por las principales fortunas del país en ese sentido, plantea la iniciativa de elevar un 3% el gravamen de las que superen el medio millón de euros anuales. Por su parte, el italiano se decanta a favor de un incremento del 5% en las rentas que superen los 90.000 euros y del 10% en el caso de las que excedan de los 150.000. Medidas similares se dan a conocer por los gobernantes alemanes y hace unos días el primer ministro portugués se hacía eco en la prensa española de la voluntad de su gobierno en elevar la presión sobre los que perciban más de 150.000 euros anuales y sobre las empresas que ganen más de 1,5 millones de euros al año.
En todos estos países gobierna la derecha. ¿Qué pasa en España donde hablar de este tema suscita la ambigüedad irresoluta e incluso el rechazo del partido del gobierno mientras es drásticamente desestimada por el PP? ¿Hasta qué punto no domina en el ambiente una sensación de acobardamiento político que resulta tan sorprendente como insultante para la mayoría, que asiste inerme al recorte imparable de los gastos sociales? Ante este panorama solo cabe una pregunta: ¿Quién manda realmente en España?
Addenda (16.9.2011): A falta de concretar la respuesta a tal pregunta, hay que reconocer que algo se ha movido en ese sentido. El Gobierno socialista ha planteado la recuperación del Impuesto de Patrimonio, que fue aplicado en España entre 1977 y 2008. Volver a las hemerotecas para valorar los argumentos que entonces se utilizaron para suprimirlo causa sonrojo, sobre todo tras contemplar cómo ha evolucionado la situación económica poco después.
El debate político que ha aflorado tras esta decisión es paupérrimo y conviene, a mi juicio, pasar de él. Lo importante es constatar lo que significa un impuesto directo sobre las rentas más altas en el contexto de una crisis que se ha cebado con demasiada dureza y sesgo discriminatorio en los trabajadores, en los funcionarios y en el pequeño empresariado.