28 de enero de 2017

¿Hacia un nuevo orden internacional?


Tengo la impresión de que el pasado regresa, aunque la posición de los componentes se modifique sustancialmente. Vamos a vivir tiempos de redefinición geopolítica del mundo. La presidencia de Trump en Estados Unidos aporta la pieza definitiva del puzzle que explica esta transformación, en la que confluyen los efectos socialmente traumáticos de la globalización, la acentuación de la desigualdad, la intensificación de los desplazamientos de refugiados y de grandes migraciones, el auge consecuente de la xenofobia, la crisis de la Unión Europea, los intentos de reafirmación internacional de Rusia y la intensificación de los conflictos comerciales. Hay más,pero estos son los principales.

En ese contexto cabe interpretar, en mi opinión, el significado del encuentro entre Trump y May en la Casa Blanca, el primero que ese individuo lleva a cabo con dirigentes internacionales. No se trata solo de una mera demostración de los vínculos que unen a ambos Estados, sino de la reversión de sus relaciones históricas, con la reordinación de las jerarquías que ello implica. Gran Bretaña, potencia colonizadora de los Trece Colonias norteamericanas (que dieron origen a los Estados Unidos de América en 1776) pasa a ser, tras el Brexit, la colonia en manos de su antiguo dominio, el antiguo imperio a su merced. El ariete disponible por Trump para romper la Unión Europea y desestabilizar ese proyecto del que abomina. Un comparsa sumiso y dispuesto a todo.

En esencia, y a mi juicio, el modelo que, a partir de ese núcleo, se trata de recomponer a nivel mundial contempla asimismo la postergación total de América Latina y de Africa, abandonadas a su suerte, con la mirada puesta a corto plazo en la incorporación al dueto de Japón como forma de neutralizar las pretensiones de China y Australia por consolidar el gran grupo del Pacífico que USA abandona. Y, ¿en cuanto a Asia? Pues bajo la tutela de Rusia. Dejando, eso sí, incólumes los intereses de las monrquáis corruptas del Golfo e impune la responsablidad de Israel como Estado expoliador de lo que no le pertenece.

25 de enero de 2017

Frente al fantasma del neofascismo... defensa de los valores democráticos y la solidaridad



La deriva autoritaria, excluyente, xenófoba y demagógica que se cierne sobre el mundo desarrollado requiere un diagnóstico serio, que ponga en evidencia las causas que han hecho posible que los ciudadanos respalden con su voto a sujetos como Donald Trump, que es el contraejemplo de la política digna de tal nombre.

Es cierto, como afirma Felix de Azúa, que el problema no es Trump, ni Le Pen, ni Putin ni tipos como Farage o ese siniestro personaje  rubio de Holanda, cuyo nombre no recuerdo, El problema radica en las actitudes políticas de una ciudadanía distanciada de los principios en los que se ha sustentado la democracia avanzada tras la Segunda Guerra Mundial. Actitudes que, motivadas por la desesperanza, la incultura, la insolidaridad y el desprecio al diferente, están llevando a una situación de enorme desasosiego e incertidumbre.

Si el discurso que ha aupado a Trump a la Casa Blanca no difiere en exceso del utilizado por Adolf Hitler en los años críticos de la República de Weimar, ¿cómo lograr el contrapeso que recupere la dignidad perdida, sabiendo ya lo que sucede con esa clase de liderazgos? Exclusión,corrupción, miseria y confrontación terrible. La catástrofe sin paliativos.

Vuelvo los ojos a la Unión Europea, porque creo que, con todas sus contradicciones e insuficiencias, es el único escenario de confianza que nos queda. No dudo que esta opinión es discutible, pero me atrevo a defenderla porque, conocedor de lo que ha representado el proyecto comunitario europeo en la historia contemporánea del mundo (y que en adelante pudiera ser compartido por los países más sensibles de la América Latina), la reafirmación en los principios que han sustentado la idea de cohesión económica, social y territorial, se muestra como el paradigma a defender, frente al neofacismo que, como fantasma ostensible, se expande sobre el mundo visto lo ocurrido en la patria de Abraham Lincoln y las miserias ideológicas que la extrema derecha enarbola como la solución a los problemas que afectan a las sociedades contemporáneas.

12 de enero de 2017

La despoblación al descubierto



Villafrechós (Valladolid)

Julio Llamazares es un escritor a quien respeto y leo desde hace mucho tiempo. Es del valle del Curueño, provincia de León, y reside en la villa de Madrid, la ciudad más poblada de España. Hace bien en manifestar su interés y sensibilidad por el problema de la despoblación en el mundo rural español. Enarbola con brío la bandera de la ruralidad destrozada por el vaciamiento demográfico. Y lo hace, con razón y para bien, con atinada alusión a las obras que en los últimos tiempos (Sergio del Molino, Avelino Hernández, a quien yo publiqué en Ambito sus espléndidos libros sobre Soria, Francisco Cerdá...) han insistido en una tendencia atroz, que se muestra irreversible y que pone en peligro la supervivencia de un patrimonio cultural digno de mejor suerte.

Pero, ay, sin menoscabar un ápice lo que esa generación de periodistas aporta, se da la circunstancia de que el silencio se cierne injustamente sobre las numerosas obras, trabajos, estudios e investigaciones que, mucho antes que estos libros bienvenidos, ya han dado cuenta, con pelos, datos, mapas y un sinfín de referencias y señales, de esa tragedia.

No es por presuimir, pero nadie podrá cuestionar que en ese empeño por dar a conocer una realidad tan crítica, los geógrafos españoles han - hemos - puesto hace décadas la primera piedra, cuando muy pocos hablaban del tema. Quizá faltó sentido del marketing para que esos esfuerzos tuvieran la proyección pertinente. Y es que desde los años cincuenta del siglo XX encontramos trabajos pioneros que describieron la cuestión con los rasgos preocupantes que el tiempo - pues las tendencias también aparecían explícitas en esos textos - se ha encargado de perfilar con mayor acuidad aún. Ahí están esas aportaciones que engrosan las estanterías y que convendría rescatar, para que no queden relegadas al olvido y, sobre todo, para que se sepa que en esto de la despoblación fueron muchos los afanes desplegados en solitario cuando, en el contexto del desarrollismo y la urbanización rampantes, muy pocos volvían sus ojos hacia lo que estaba pasando en el mundo rural, sumido en el progresivo abandono. 
 
Por cierto, así se lo reconoció Miguel Delibes a mi maestro Jesús García Fernández cuando recurrió a la ayuda del ilustre geógrafo vallisoletano para que le comentara el fenómeno a fin de contextualizar debidamente aquella obra tan afamada como es "El disputado voto del Señor Cayo", que Delibes ambientó en tierras de Huidobro, en el septentrión de la provincia de Burgos. Doy fe, porque yo asistí a aquella conversación en la Cafetería Granja Terra de Valladolid. Comenzaba la primavera del año 1976.
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