23 de abril de 2023

Yo sí creo en Castilla y León

 

Yo sí creo en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Y defiendo la idea frente al clima de pesimismo, desilusión y falta de confianza con que se plantean sus perspectivas de futuro. Los análisis, redundantes en esta dirección, abundan en los habituales argumentos esgrimidos para justificar su disgregación, que los ha habido y los hay, mientras omiten cualquier consideración sobre las estrategias, que también debe haberlas, encaminadas a la justificación de la razón de ser de la Comunidad, de sus ventajas comparativas, de sus potencialidades estructurales y de las fortalezas intrínsecas que posee, por más que se deba reconocer que con frecuencia están infrautilizadas o desatendidas.

Demasiada invocación a los problemas de origen y elusión de los razonamientos encaminados a darles las respuestas adecuadas. El artículo que motiva esta entrada - entre el olvido institucional y el desarraigo popular - alude a los aspectos que fundamentan la situación crítica en que se encuentra a la par que definen el soporte sobre el que sustentar el debate aún pendiente, y que tanto se necesita. Sin duda, y debido al escepticismo reinante, falta la energía suficiente para sacarlo a flote y apuntar las ideas y las estrategias que justifiquen la convicción de que Castilla y León debe ser defendida como opción integradora y de futuro. A nadie se le oculta el enorme desafío que la buena gestión de esta Comunidad representa: por su magnitud física, por sus contrastes internos, por la crisis demográfica en que está sumida, por la urgencia de concebir y aplicar estrategias sensibles a una realidad compleja y necesitada de una confianza compartida.
Con este espíritu, y con la mirada crítica y esperanzada a la vez, acudiré un año más a Villalar de los Comuneros. Desde 1977 lo he hecho siempre, salvo en una ocasión al estar fuera de España. No es un rito ni una visita circunstancial. Es el reconocimiento de un símbolo de primer orden, asociado a la trascendencia de la efeméride histórica que evoca (la primera revolución burguesa de la Historia) y a la voluntad reivindicativa de un territorio merecedor de los mejores augurios y de mejor suerte sobre todo tras comprobar que “si los pinares ardieron, aún nos queda el encinar”.


18 de abril de 2023

La cuestionable instalación en Valladolid de un parque acuático

 La cultura del agua es muy endeble en España. Más bien puede decirse que globalmente se carece de ella. Los desastres cometidos en la gestión del agua en espacios altamente sensibles de la costa (lo ocurrido en Doñana, el Mar Menor y el Delta del Ebro clama, y nunca mejor dicho, al cielo), la irracionalidad y despilfarro en el consumo agrario, la aberrante proliferación de piscinas en espacios hidricamente dependientes, las pérdidas masivas e incontroladas por deficiencias de infraestructura...son hechos incuestionables que no dejan de agravarse en medio del desconocimiento de la mayoría social, lo que resulta inconcebible en un país mediterráneo,, todo él, en el que los déficits hídricos son alarmantes. Prima sobremanera la visión individualista, insolidaria y a corto plazo frente al sentimiento de pertenencia a un ámbito ecológico común, en el que el agua es un bien escaso. Hace tres meses que no llueve.

El agua tiende a convertirse, si no se ha convertido ya, en el recurso más crítico y vulnerable con la consiguiente amenaza que supone para la calidad de vida de la población, que lo necesita para atender exigencias prioritarias. Es preciso, por tanto, educar en los comportamientos de austeridad, economía, eficiencia y autocontrol en el uso del agua. De lo contrario la catástrofe está asegurada. Es además una crítica realidad que no puede desgajarse de su dimensión a nivel mundial. Según la FAO casi 2.000 millones de personas en el mundo habitarán en 2025 en espacios con escasez total de agua, víctimas de una situación de estrés hídrico que afectará gravemente a su salud.
En medio de esta inquietud considero muy cuestionable la decisión municipal de convertir a la ciudad de Valladolid en un parque temático asociado, como reclamo turístico, al uso masivo del agua. Sólo cabría plantearse esa opción a través de una rigurosa evaluación de impacto ambiental, que evitase incurrir en actuaciones indebidas, como se ha demostrada en otras de gran resonancia mediática y lamentable trayectoria en nuestra Comunidad Autónoma. Si la estrategia de crecimiento de la ciudad, que tantos valores tiene para ser reconocida, se basa en actuaciones de esta naturaleza, sin valorar sus implicaciones ambientales y educativas, la deriva hacia la insensibilidad por lo que sucede en un entorno tan frágil como el que vivimos está asegurada. Aunque, por lo visto, en campaña electoral todo es posible.
Related Posts with Thumbnails