28 de octubre de 2023

Despedida a Juan José Molinero, poeta de los Montes de Oca

 


Estas son las palabras que pronuncié en el acto de despedida a Juna José Molinero en Valladolid, el 28 de octubre de 2023, a las 16,15 horas. 


¿Recuerdas, Juan José Molinero, Moli, cuando quedamos en viajar a Belorado para acabar de tomar aquellas notas que necesitabas para escribir esa obra en ciernes que titulabas “los Días felices”? ¿Recuerdas cuando comentamos la posibilidad de emprender un viaje a Urueña para precisar aquellos detalles que se te escaparon en tu última visita y completar así el poema que te bullía en la cabeza como una emulación del que había compuesto Jorge Guillén en ese mismo escenario?

Es que lo tuyo, Molí, era un sin parar, un continuo e incesante flujo de ideas y de iniciativas que no hacían sino reflejar el deseo de vivir y de aprovechar al máximo la vida que te quedaba. Sentíamos que no era mucha pero no nos resignábamos a pensar que se acortase tanto. Daba la impresión de que te encontrabas en una permanente y obsesiva lucha contra el tiempo y las erosiones que conlleva. Transmitías un deseo constante por dejar atrás los malos recuerdos que te llevaban a evocar las enfermedades sufridas, los desengaños, las decepciones para aferrarte, con la pasión que siempre te caracterizó, por los momentos más gratos de tu experiencia vital que siempre estuvo asociada a la figura de Maribel, de la infancia y adolescencia de tu hija María, de tus hermanos y de ese ramillete de amigos y compañeros que nunca te abandonamos.

Cuando mencionabas a estas personas, y lo hacías con mucha frecuencia, era fácil comprobar que tu relación con todas ellas gravitaba en torno a la poesía, de la que constituían una fecunda fuente de inspiración, que plasmabas con  acierto y con letra inconfundible en el lugar menos pensado. La verdad es que era admirable tu capacidad para poetizar cuanto veías y admirabas. Manifestabas una propensión admirable a la descripción de la belleza y a abordarla con extraordinaria sensibilidad. ¿Y qué decir de esa otra vertiente de tu vida y de la que tantas lecciones supiste transmitir? Me refiero a la Filosofía, entendida en su acepción más cabal, es decir, la de asumirla como el amor a la sabiduría. No escatimabas esfuerzos para hablar de los pensadores que mayor interés te habían suscitado. No son fáciles de olvidar tus disertaciones sobre Gastón Bachelard que enriquecías con las experiencias y conversaciones compartidas en París. De cuando en cuando, el nombre de Emilio Lledó, otra de tus grandes referencias, afloraba para dar lugar a explicaciones con todo lujo de detalles.

Si cuantos estamos aquí seríamos capaces de llenar decenas de páginas de vivencias compartidas contigo, personalmente no puedo dejar de aludir a lo que han significado para mí las complicidades mantenidas contigo en los últimos cuatro años, en los que se retomaron unos vínculos y unas confianzas que hundían sus raíces desde la época en que nos conocimos allá por comienzos de los años ochenta en Burgos tras coincidir en un recital de poetas burgaleses, entre ellos el admirado e inolvidable Tino Barriuso, y en el contexto de las zozobras personales y académicas vividas en el Colegio Universitario de la ciudad del Arlanzón.

La etapa más reciente, recuperada la relación cuando en la primavera de 2019 mantuvimos aquella conversación inesperada en la cafetería El Minuto, no ha podido ser más intensa en todos los sentidos. Del sinfín de detalles que desde entonces se agolpan en la memoria y que culminan en la definitiva despedida de hoy – nunca pensaste, me decías, despedirte en otoño; prevalecía en ti la idea de hacer el viaje final en primavera- me limitaré en adelante a recordar las veladas del Café del Norte. Confieso no haber tenido nunca una experiencia parecida. Lunes y miércoles, de 11 a 13,30. No importaba el tiempo que hacía. Al final de la cafetería instalaste tu despacho. Lugar de encuentro, lugar para la confidencia y la elaboración de proyectos, concebidos con ilusión aun a sabiendas de que difícilmente se llevarían a cabo. Fue en ese escenario donde de forma inesperada, y mientras me ausenté, me escribiste un poema, que siempre estará conmigo. No lo olvidaré: fue el día de El Corpus de 2023. 





Con el periódico del día como referencia y guión de los temas a tratar en esos encuentros cafeteros, el viraje hacia la poesía se hacía inevitable a la par que grato y, si cabe, hasta necesario. El ambiente se iba calentando, la inspiración llegaba al fin, nadie molestaba, el espacio y el tiempo te pertenecían, pues bien sabías que nadie te lo iba a quitar. Aunque la enfermedad iba haciendo mella, el afán de vivir se sobreponía al desasosiego y a la incertidumbre. La forma de afrontar los infortunios que te afectaban se resolvían con la escritura de un poema sobre el mantel de papel de la cafetería. Al terminar los versos, casi siempre afloraba la pregunta inevitable: ¿Cuándo vamos a viajar a Belorado? Esa será la asignatura pendiente que bien sabíamos que era imposible resolver.

Descansa en paz, poeta de los Montes de Oca

15 de octubre de 2023

La ausencia de crítica y autocrítica en los partidos políticos

 Pero... ¿Por qué no se admite la crítica en el seno de los partidos? ¿Por qué esa actitud de rechazo y descalificación a quienes con argumentos, desde luego rebatibles, cuestionan las líneas de la posición dominante? A la crítica, que si se hace con respeto, siempre es beneficiosa pues ayuda a reflexionar honestamente sobre lo que se hace, dice o decide, no se la puede responder con menosprecio ni invalidación de quien la plantea. Hay que responderla con argumentos bien fundamentados y nunca además ad hominem. Los tiempos cambian, cierto es, pero ello no debe conducir a la minusvaloración del critico en función de la edad o de la pertenencia a otra época, cuando no son infrecuentes los juicios de valor que rayan la ofensa para llegar incluso al ostracismo o depuración sin piedad.

La racionalidad en el ejercicio de la acción pública, y el nivel de ejemplaridad que debe serle inherente, exigen el uso de la razón en la que además se fundamenta esa capacidad autocrítica, que tanto se echa de menos en el panorama político. No sorprende por ello que la ciudadanía adopte actitudes de hartazgo, desestimación o indiferencia respecto a la figura del profesional de la política por mor de la soberbia y arrogancia que con frecuencia transmite, al mostrarse incapaz de reconocer con honestidad el más mínimo error. Por lo que veo, es la única profesión donde jamás se reconoce el error, ese hecho tan humano.

5 de octubre de 2023

Mensajes en la calle. Una adicción peligrosa

 





Obvio y comprobado es que la adolescencia y la juventud son las etapas más importantes en el proceso formativo de la persona. En el decisivo tránsito de la infancia a la madurez todos los cuidados son pocos para evitar o corregir hábitos que puedan lesionar el futuro. Quizá la reacción sobre los riesgos que se ciernen sobre las nuevas modalidades de adicción y dependencia provocados por la telefonía móvil ha sido tardía y no bien prevista o planificada. La inercia, cómoda y complaciente, ha prevalecido sobre la inteligencia asociada al sentido de la responsabilidad. Ante la revolución fascinante y seductora la forma de gestionarlo no se ha entendido, creo, como problema... hasta que ha demostrado serlo.

Las percepciones del tiempo y del espacio se debilitan hasta incluso desaparecer. Nada existe alrededor que lleve a retirar la mirada de la pantalla que lo ofrece todo, de manera incesante, a una voluntad abierta a deseos que compensan subjetivamente la atención irrestricta. Tampoco la palabra resulta necesaria. La expresión se simplifica y las construcciones gramaticales, que tanto ayudan al desarrollo de la personalidad, y a la construcción de la amistad directa, quedan relegadas a lo mínimo posible.
Es sin duda un problema. Un problema serio. La responsabilidad de los educadores es decisiva, pero, aún más en mi opinión, la de los padres para evitar que los procesos que encauzan la formación y el sentido de la convivencia de sus hijos se les vayan de las manos... quizá para siempre.


2 de octubre de 2023

Un recorrido por las grandes montañas de la Tierra




 Una excelente y magistral lección. El tiempo no pasa - o pasa menos - para quienes, ya provectos, siguen manteniendo ilusión, energía y empeño en lo que hacen. Superadas las ocho décadas de vida, y atendiendo lo que Eduardo Martínez de Pisón ha vivido, visto y estudiado, uno tiene la sensación, conociéndole desde hace muchos años, de que mantener vivas las inquietudes intelectuales permite, con la memoria y el valor de la experiencia acumulada, preservar esa lozanía que nunca se fue.

Ahí es nada plantear un recorrido, riguroso e ilustrado, por las altas montañas de la Tierra. Desde los Alpes y los Pirineos al Himalaya, desde el Ártico a la Antártida pasando por los volcanes centroamericanos y los Andes. Tampoco han quedado al margen las manifestaciones, espectaculares, del vulcanismo canario. Paisajes fascinantes, estructurados por la tectónica y modelados por el hielo y la nieve, simbólicos de las huellas dejadas por las furias incesantes de la Tierra y por la acción humana. Son paisajes que atraen, deslumbran y preocupan a la vez. Acusan también las improntas más traumáticas del calentamiento global y se ven gravemente amenazados por un horizonte de amenazas, incertidumbres y temores justificados, en los que la acción humana desempeña una constatada responsabilidad.
De ahí la necesidad de prestar atención a estas lecciones que, lejos del academicismo convencional, nos ponen al descubierto una de las manifestaciones más bellas de la naturaleza y a la par uno de los problemas ecológicos más graves y preocupantes de nuestro tiempo.


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