31 de diciembre de 2009

Comienza un nuevo año. Una década termina


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Por más que lo intento no consigo tener la sensación de que el cambio de año sea algo trivial. Hay quien afirma que da igual, que pasar de Diciembre a Enero no supone más que el fin de un ciclo y el inicio de otro, en el que todo transcurre sin solución de continuidad, sin rupturas ni inflexiones. Es verdad que insensiblemente se cambia de calendario porque no hay más remedio, con el convencimiento de que lo sustancial no se modifica y que todo ha de transcurrir con normalidad.

Algo profundo encierra, sin embargo, este acontecimiento, no tanto en términos objetivos como desde la visión subjetiva que cada cual puede tener de su vida y de lo que a su alrededor sucede. De su presente y de su futuro. El hecho de que la cifra del año aumente es la manifestación lisa y llana de que el tiempo pasa y de que lo ya vivido no se puede recuperar. No hay marcha atrás, ni vuelta de hoja: hay que situarse necesariamente ante lo que se avecina, sabiendo que el periodo que se inicia nos identifica con lo que ha de suceder cuando nuestra vida se incrementa en un año más.

Y a ello se suma una circunstancia añadida, nada irrelevante. Nos abrimos al fin de la primera década del siglo XXI. Parece que fue ayer cuando empezó y ya han transcurrido diez años. Diez años que han acabado por modificar nuestro mundo y las percepciones que tenemos de él. Han sucedido tantas cosas que resulta imposible sintetizarlas en una sola idea, pero lo cierto es que, más allá de los detalles y de los acontecimientos puntuales, una perspectiva global se impone, a mi modo de ver: hemos ganado en conocimiento pero hemos perdido en seguridades. Como decía aquella pintada en Lima: "ahora que nos sabíamos las respuestas, nos han cambiado todas las preguntas". En fin, nos acechan las incertidumbres, que ya no podemos controlar, aunque sepamos perfectamente cuál es su origen y cuáles sus efectos.
¿Estrellas errantes quizá?. ¿Eso es lo somos en este mundo del que controlamos cada vez menos?.

Acabo de leer el libro de Javier Reverte, El rio de la luz, que trata, entre otras cosas, de la historia de la fiebre del oro en Alaska y en Canadá. De recomendable lectura. Me ha animado a ver de nuevo La Leyenda de la Ciudad sin Nombre, una magnífica película de Joshua Logan (1969), centrada también en ese tema. ¿Quién no recuerda al entrañable Ben Rumson (Lee Marvin) identificar su vida con la de una estrella errante?. He ahí esa canción para deleite de cinéfilos y mitómanos de los grandes del cine y de las gestas humanas anónimas, mientras, con la mirada puesta en lo que nos espera, aprovecho la ocasión para desearles a quienes se pasan por aquí las mayores satisfacciones en el año que empieza y en el último del decenio que termina.
Con un abrazo





I was born under a wanderin' star.
I was born under a wanderin' star.

Wheels are made for rollin', mules are made to pack.
I've never seen a site that didn't look better lookin' back.

I was born under a wanderin' star.

Mud can make you prisoner and the plains can bake you dry.
Snow can burn your eyes but only people make you cry.
Home is made for comin' from, for dreams of goin' to.
Which with any luck will never come true.

I was born under a wanderin' star.
I was born under a wanderin' star.

Do I know where hell is, hell is in hell-o.
Heaven is good-bye forever it's time for me to go.

I was born under a wanderin' star, a wanderin', wanderin' star.

Mud can make you prisoner and the plains can bake you dry.
Snow can burn your eyes but only people make you cry.
Home is made for comin' from, for dreams of goin' to.
Which with any luck will never come true.

I was born under a wanderin' star.
I was born under a wanderin' star.

When I get to heaven tie me to a tree.
Or I'll begin to roam and soon you'll know where I will be.

I was born under a wanderin' star.
A wanderin', wanderin' star.

22 de diciembre de 2009

Mensajes en la calle: La Navidad es el mensaje



¿Porqué tantas luces?, ¿porqué tanto alarde?, ¿porqué tanto cántico repetitivo y monocorde?. Cada vez se anticipa más. Apenas comienza el mes de Noviembre, tras la fiesta de Todos los Santos (qué horror eso de Halloweeen), de la representación del Don Juan Tenorio de Zorrilla… los motores de la fiesta navideña acometen sus primeros sonidos, que ya no cesarán hasta ese Enero que tanto nos asusta. El ciudadano atisba con muchísima antelación lo que se le viene encima sin que nada pueda hacer por evitarlo. Se siente obligadamente inmerso en un ambiente y en una escenografía que invitan a cambiar el rumbo de la vida antes de tiempo para asumir que en breve llegará el momento de comprar… y comprar. ¿Comprar qué?. No importa, qué mas da, lo que sea. El caso es no perder comba y sentirse dispuesto a no desviarse del rumbo que le conduce al jolgorio del escaparate tentador, venga o no a cuento. Quien no consiga sustraerse a ello corre el riesgo de sentirse diferente, casi marginal.

No hay momento del año en el que tantos ánimos se encrespen al unísono para asumir que ante todo debe sentir lo que llaman el espíritu navideño, cada vez más difuso, más evanescente pero a la par más claramente sesgado hacia lo único que parece correcto e inexorable en estas fechas: sentirse embriagado por una atmósfera que fuerza a seguir la corriente, aunque el ánimo no se sienta con ganas de respirarla. Pero el ánimo particular es lo de menos. Lo que cuenta es el flujo emocional que aflora apenas se cruza el umbral de la puerta. Campanas que suenan aunque rechinen a los oidos, montones de nieve artificial que evocan el decorado indispensable, bullicio encauzado sin remisión hacia los mostradores donde todo queda envuelto en papel de diseño que pronto se tira porque nadie lo necesita. Necesidades superfluas, cuya satisfacción no deja, a la postre, sabor a nada. Ensimismamiento y obsesión por lo que se desea tener más que por lo que se tiene. Perspectivas limitadas que no van más allá de las luces de artificio.

Una montaña de nieve a los pies de Don Pero Ansúrez, fundador de Valladolid, recuerda que ha llegado la Navidad, pingüinos australes incluidos
¿Espíritu antinavideño por mi parte?. Quizá en su vertiente más tópica y alienante, pero no tanto. Cuando llega la veintena de Diciembre se aproxima el fin de año, y eso sí representa para mí un motivo de movilización y de cercanía hacia quienes respeto, quiero y admiro. Marca un tiempo que invita a la felicitación y a los buenos deseos. Basta sentir el ánimo de transmitirlos a los que se tienen cerca, aunque estén lejos, para comprender que, sin envoltorios ni despilfarros absurdos, estas fechas sí son propicias para compartirlas con las gentes de buena voluntad.

18 de diciembre de 2009

Vuelve a su patria, con la frente alta y sin pedir perdón

MISION CUMPLIDA


Nada se le ha concedido graciosamente. Ni generosidad ni humanitarismo hay en la postura de quien ha decidido abrir las puertas, durante más de un mes cerradas, de El Aaiun. Ha sido el clamor de la sociedad española, la movilización que se ha hecho en torno a la figura dolida y humillada de Aminatou Haidar, la insistencia en que tal aberración no podía continuar, la advertencia de que nada sería igual si muriese... todo ha contribuido a que, al fin, se hayan puesto en marcha los resortes del poder encargados de zanjar cuestiones que nunca debieran haberse planteado. Aminatou vuelve a casa, porque muchos y muchas lo hemos querido así. Cuando la sociedad hace oir su voz, acaba siendo escuchada.

Vuelve porque tenía que volver, porque su muerte hubiera demostrado niveles de degradación de la política y un costo de imagen y prestigio que nadie hubiera estado dispuesto a asumir en los paises con capacidad para poner fin a esa tragedia.
Vuelve a casa, a su hogar, con su familia. Regresa con dignidad, sin pedir perdón a nadie. Que su vida y su intimidad sean respetadas. Que pronto recupere la salud. Misión cumplida. Enhorabuena a todos. Pero la causa saharaui sigue donde estaba, aunque la historia de ese territorio maltratado escriba hoy, con el regreso de Haidar, una página memorable.


Has vuelto a tu tierra, que sigue siendo tuya,
tierras del desierto, de soles implacables, de vientos que no cesan,
tierras que miran al mar desde lo profundo de África
tierras que España abandonó a su suerte
y que fueron arrebatadas con violencia, pánico e ilegalidad.
Así se mantiene

Sentirás en tu piel los aires de El Aaiun, las puertas abiertas,
la sensación de la dignidad recuperada, el respeto de tu pueblo,
la admiración sincera de un mundo que no quiere renunciar
a las causas nobles que dan sentido a una vida justa.
Volverás a ver la luz tamizada entre la bruma

Has vuelto a Saguia el Hamra, “la acequia roja”, y el Rio de Oro,
Territorios que formaron y dan forma al Sahara Occidental
Objeto de codicia, lucro sin mesura que nadie contiene,
mientras todo un pueblo lucha por sobrevivir en medio de la desolación,
la pobreza, la fatiga y la esperanza.

Desde el Atlántico a Tinduf una voz rotunda se rebela contra la injusticia.
Es la voz que emerge del fondo del desierto, y que el mundo reconoce
en tu mirada y en tu nombre.
Haidar

14 de diciembre de 2009

Del fútbol a la política: ¿todo vale para hacer carrera?

Aficionados del Barcelona Club de Futbol en Madrid (fotografía del diario AS)


En este mundo nuestro de apariencias múltiples y de culto incesante a la imagen, propalada muchas veces sin rubor alguno, tiene su lógica que, al amparo de la resonancia mediática que posee el fútbol (“el escenario donde todos los negocios y todas las ambiciones son posibles”, como dijo una vez el entrenador argentino Menotti), quienes dirigen los equipos más poderosos y brillantes se inclinen a probar las mieles de la política, pensando que entre las Asambleas de los Clubs y los Parlamentos sólo existe una línea sutil, casi imperceptible, que de antemano garantiza en ambos casos la idoneidad, el apoyo popular y el éxito de la gestión. Los ejemplos no faltan: Silvio Berlusconi siempre ha batido sus armas y trapacerías en las gradas del estadio milanés de San Siro; Bernard Tapie trató de hacer del Olympique de Marsella su plataforma al estrellato político, y todos recordamos a aquel portento de zafiedad y corrupción que fue Jesús Gil y Gil que utilizó al Atlético de Madrid para sus enjuagues y otros devaneos inconfesables. Hay muchos más, pero bastan estos ejemplos para avalar la afirmación inicial.

Rutilante como una supernova, contemplamos ahora la figura emergente de Don Joan Laporta Estruch, presidente del Barcelona Club de Futbol que calienta motores con la mirada puesta en una carrera política que presume, no lo dice pero seguro que lo piensa, fulgurante. Lo hace por libre, a su manera, ajeno a los partidos ya consolidados, aunque astutamente orbitando en torno a ellos, con guiños ostentosos, como quien tratase de postularse como fichaje salvador, de modo que, sin hacer carrera de fondo en la base de la militancia, estuviera ya predestinado a los más altos puestos del escalafón cuando deje la presidencia del Barça (lo hará a mediados de 2010) y se erija como el gran líder del catalanismo en un tiempo record.

¿De qué catalismo hablamos?. Del más radical sin duda, porque de lo que se trata es de superar con creces, siquiera sea con la palabra, el rictus y los ademanes, los umbrales de equilibrio – el tira y afloja – al que nos tiene acostumbrados la política planteada hasta ahora desde el seny catalán, desde esa mezcla de sensatez, ambigüedad y reivindicación permanente, pero alejada del tremendismo, aplicada por lo más presentable de la burguesía catalana, magníficamente representada por Joseph Tarradellas, Jordi Pujol y Pascual Maragall aunque también José Montilla trata de emular a sus predecesores. Quizá porque es la actitud más inteligente.

Sin embargo, desde la lejanía pero atento al tema, observo en Laporta pura beligerancia oportunista, griterío irrefrenable y afán compulsivo de notoriedad. Sin duda tiene derecho a ello y nadie se lo puede discutir, pues en España se puede decir de todo sin que pase nada. Pero decir, como ha dicho, recientemente (13.12.09), que “Catalunya se está muriendo, están matando a Catalunya y tenemos que reaccionar” , “nos están estrangulando económicamente”, “no podemos hacer el juego a quienes quieren narcotizar a los catalanes”…., y otras lindezas por el estilo, rezuma tanta beligerancia trabucaire como oportunismo sin paliativos. Pues nada tiene de casual que estas declaraciones hayan sido vertidas días antes de las votaciones en pro de la independencia de Catalunya efectuadas en varios municipios de esa Comunidad, en un ambiente donde esas soflamas podían caer en terreno abonado. Las consultas se han celebrado el dia 13 de Diciembre con toda normalidad y cada cual puede leer sus resultados como estime oportuno, pues indiferentes no deben ser.

Del mismo modo las palabras nunca son inocentes, aunque se las lleve el viento. Siempre he opinado que es indecente lo que está sucediendo con el recurso presentado por el Partido Popular contra el reformado Estatuto catalán, incomprensiblemente atascado durante meses en el Tribunal Constitucional - 1.232 días lleva hasta ahoy analizando ese texto - y abierto a especulaciones que atizan las brasas del anticatalanismo, pero de ahí a secundar lo dicho por Laporta media un gran trecho. No veo en esa actitud más que afán autopublicitario y ambición indiscreta, máxime cuando se trata del Presidente de un club de fútbol que, aun radicado en Catalunya, moviliza también los afanes balompédicos de muchos ciudadanos españoles.

En toda España los colores del Barça tienen partidarios enfervorizados, que se entusiasman cuando juega y vence el equipo entrenado por Josep Guardiola. ¿No parece en ese contexto atinada la afirmación de Jorge Valdano de que “El Barça es más que Catalunya”?. Así que, por respeto a la capacidad integradora de ese Club y a lo que significa una responsabilidad que debe estar en manos de alguien más sensible a la pluralidad de sus partidarios, considero que las declaraciones políticas a las que nos tiene últimamente acostumbrados el Presidente del Barça van más en la línea de quien se preocupa por sus intereses para el día después de su responsabilidad como tal que por lo que realmente representa en estos momentos.

8 de diciembre de 2009

No olvidemos la responsabilidad de Francia en la tragedia del Sahara... o ¿en qué quedan las amistades de las que se presume?

Monsieur Nicolas Sarkozy, Presidente de Francia, y Mohamed VI, comendador de los creyentes y rey de Marruecos, intercambiando "merveilleux cadeaux". La foto es de El Imparcial Digital


Estoy convencido de que si las grandes potencias exigiesen a Marruecos la obligación de cumplir la legislación internacional y la defensa de los derechos humanos en el Sáhara Occidental hace tiempo que el problema y la tragedia humana que se vive en ese territorio y en los campos de refugiados se habrían resuelto.

Admitiendo, como es obvio, que la responsabilidad principal es del Estado alauita, no hay que olvidar el papel que en todo ello concierne a Francia, cuya complicidad declarada es decisiva para entender lo que está sucediendo. Desde siempre los gobiernos de Paris han apostado inequívocamente por las posiciones marroquíes sobre este asunto. Francia ha sido sin disimulo el principal valedor de Marruecos en su politica contra el Sáhara hasta el punto de bloquear cualquier postura en sentido contrario dentro de la Unión Europea.
No podemos ignorar, por tanto, esta circunstancia aunque no se hable de ella.
Su respaldo a las tesis anexionistas es tan firme como sus argumentos a favor de la autonomía del Sahara planteado por Marruecos y cuya inspiración es eminentemente francesa. Basta seguir estos días el tratamiento, tibio e interesado, que la prensa gala esta dando sobre la cuestión para percatarse de hasta qué extremos llega la hipocresía de un gobierno que al tiempo que señala que “Francia está con la ONU y sus esfuerzos a favor de la paz” defiende que “el plan de autonomía del Sahara es una buena base para el relanzamiento de las negociaciones”. Nos encontramos ante una contradicción flagrante y burda, que se resolvería simplemente señalando que se apoya el respeto a los derechos humanos en el Sahara Occidental y que se defiende la descolonización conforme a las resoluciones de Naciones Unidas. ¿No fue ésta la actitud adoptada cuando se pararon los pies a Serbia en los Balcanes, se expulsó a Sadam Hussein de Kuwait, o se apoyó la independencia de Timor Oriental, bajo la ocupación de Indonesia en los mismos términos que Marruecos ha usurpado y se ha apropiado ilegalmente del Sáhara Occidental?.

Y es que la política francesa respecto al Sahara deriva de la persistencia de su espíritu colonial y de la función prepotente que se ha arrogado en el mundo francófono y particularmente en África, donde no admite réplica alguna. Es el mismo espíritu que la lleva a preservar el control de los llamados Departamentos de Ultramar (Guadalupe, Martinica, Guyana y Reunion) y a rechazar el reconocimiento de las atrocidades cometidas en Argelia. La sólida posición que ocupa en el Magreb, producto de una estrategia que trata de preservar un statu quo que garantiza su papel como potencia mediadora en los conflictos, y como árbitro al que se recurre para superar las desavenencias que la propia Francia se encarga de mantener, justifica la alianza incólume mantenida con Marruecos, que se siente seguro bajo la protección de quien le garantiza además un trato de privilegio con la Unión Europea, que jamás ha cuestionado la aplicación por parte de ese pais de una politica exterior basada en el chantaje más descarado, como estamos comprobando con sus últimas declaraciones respecto a España.
Mas estos lazos no son inocentes: fortísimos intereses económicos unen a Paris con Rabat, toda una urdimbre de negocios suculentos, proyectos a largo plazo, alianzas en todas las direcciones, etc. tejen la maraña en la que se basa una cooperación de intereses compartidos a toda prueba, en la que la tragedia del Sahara es apenas un tema incómodo , marginal, del que mejor no hablar y que se da definitivamente por zanjado, pese a conculcar ostensiblemente el derecho internacional. ¿Qué importan los derechos humanos, piensan en El Eliseo, cuando de lo que se trata es de asegurar el chanchullo, pese a quien pese?. ¿Qué importa una vida, que importa la tragedia de los refugiados si nuestros negocios están a buen recaudo?.
Por esa razón, y aun sabiendo el ascediente que tiene Sarkozy sobre el primo Mohamed VI, el Sr. Rodriguez Zapatero no ha llamado a su superamigo Nicolas, el Presidente soufflé, para que le eche una mano. Nuestro país está en este asunto más solo que la una, solo ante el peligro. Es increible. Ten amigos, forma parte del G-20, sonríe a tirios y troyanos, presume de fuerza en el mundo y de buenas relaciones y contactos para que, a la hora de la verdad, si te he visto no me acuerdo. ¿Cojonudo, no?.

5 de diciembre de 2009

¿Tanto miedo provoca al gobierno de Marruecos una mujer enferma y desvalida?

Mensaje de Eduardo Galeano
Para Aminetu Haidar:
Somos muchos los que en todo el mundo estamos siguiendo, paso a paso, tu gesto de bravura. Y somos muchos los que creemos que estás siendo elogiada, día a día, por el odio de los que te odian.
Personas como tú nos ayudan a vivir de acuerdo con lo que la conciencia nos dicta, sin obedecer a lo que la conveniencia nos manda. Personas como tú nos ayudan a confirmar que la lucha por otro mundo, el otro mundo posible que este mundo lleva en el vientre, no es, nunca será, una pasión inútil.
Muchas gracias, compañera. Te amamos muchos, y yo soy uno de esos muchos.
Eduardo Galeano

La heroína de la libertad
Decidió sentarse en un limbo
exigir su libertad
romper las cadenas del muro
acabar con la hipocresía de los cobardes
invitar a los valientes
para que abran sus brazos.

Sus pequeñas manos
sus ojos diminutos
su cuerpo menudo
envuelto de esperanza y libertad.

Miró a las lágrimas del mar
y abrazó las dunas del Sáhara.

Ella volverá, llena de sueños
derrumbará la cadena de los verdugos
y gritará con la impotencia de su cuerpo:
dejar que el siroco abrace Lanzarote
dejar que vuelva a El Aaiun
el siroco no morirá de hambre
morirá en la cárcel de la ignominia
y el crimen perfecto.


Ali Salem Iselmu

Tomado de http://poemariosaharalibre.blogspot.com

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Se ha dicho tanto ya sobre la terrible situación que está viviendo Aminetu Haidar que las palabras se han convertido en mensajes reiterados que se desvanecen en el aire. Se trata de una mujer enferma, en huelga de hambre desde hace veintitres días, abandonada a su suerte, arropada por una sociedad que ve en ella la personificación de la tragedia saharaui, pero que se muestra impotente ante la brutalidad, la arrogancia y la miseria de un Gobierno - el de Marruecos - que la ha humillado, nos ha humillado a todos, hasta la vergüenza. Como delito de “lesa humanidadha calificado la Audiencia Nacional española lo que Rabat está haciendo contra los derechos de esa mujer, que simplemente desea regresar a su tierra con la legitimidad que la otorga el hecho de que esa tierra es suya, y no del ocupante ilegal, que se apropió de ella y que la mantiene usurpada y expoliada en contra de la legalidad internacional.

Basta ya. Al impedirla regresar a El Aaiun en un vuelo que ya estaba preparado y que en el último minuto fue vetado, Marruecos se mofa descaradamente de España, de la comunidad internacional, de los derechos humanos y de la decencia moral para convertir a esta situación en un callejón sin salida, en un laberinto kafkiano y miserable, que, de mantenerse así, acabará seguramente con la vida de esa persona, cuya salud se halla muy resentida. Hay quienes en España opinan que lo mejor es estar callados, no molestar al vecino del Sur, evitar que se enfade y persista en su actitud vejatoria. Los hechos demuestran que da lo mismo, pues nada le inmuta: el gobierno español se ha mantenido en una actitud casi resignada y sus gestiones con los marroquíes no han pasado de las meras peticiones de clemencia, que, por lo que se ve, han sido objeto del mayor de los desprecios. Nada hay que esperar ya de Marruecos, insensible a la tragedia de los saharauis y convencido de que nada ni nadie en las grandes esferas del poder mundial le va a cuestionar su actitud. Un indigno silencio cómplice se cierne sobre el tema, indiferente ante un Gobierno que recurre al chantaje y a la insolencia.
He ahí la raiz del problema: la indiferencia de los grandes del mundo y, por ende, su complicidad tácita con un régimen que en el tema del Sahara contraviene desde hace 34 años el derecho establecido. Ahí tenemos a la Unión Europea, silente y complacida, mirando para otro lado, celebrando sus fastos sin mirar al Sur, satisfecha de las relaciones privilegiadas con su socio alauita, al que jamás ha hecho el más mínimo reproche. Que sepamos el sonriente Banki-Moon, secretario general de la ONU, cuya intermediación se ha solicitado, no ha dicho aún esta boca es mía, mientras los nuevos gobernantes de Washington se desinflan ante una cuestión que prefieren mantener lejos. Que nadie espere del hiperactivo Sarkozy, el hombre relámpago o soufflé (por estentóreo, artificioso y fugaz) al que no se le pone nada por delante, el más mínimo comentario sobre el tema. En fin, una vergüenza, una ignominia, la degradación de la ética y de los principios que dieron origen y significado hace sesenta años a la Carta de Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos.

Aminetu Haidar ha sido de nuevo rechazada y humillada, y con ella toda la comunidad saharaui y todos cuantos en el mundo defienden los derechos fundamentales de la persona. ¿Es que su nombre causa pavor en Marruecos o simplemente se ha convertido en un pulso cínico y vergonzante que el primo Mohamed VI está dispuesto a ganar a toda costa sabiendo que los que pinchan y cortan en el panorama internacional no le van a exigir nunca el respeto debido a una persona que desfallece ni menos aún el cumplimiento de las obligaciones inherentes al Derecho Internacional, que en otros casos han derivado en procesos por genocidio y delitos de lesa humanidad y en exigencias implacables?.
En Enero España asume la presidencia de la Unión Europea. ¿Va a tolerar que esto siga sucediendo?. O ahora o nunca.

4 de diciembre de 2009

Jordi Solé Tura: una lección permanente



Como no sobran las referencias en ese mundo de la política tan lleno hoy de turbulencias y decepciones justo es reconocer a quienes lo dignifican. Y lo hizo con creces Jordi Solé Tura, hoy fallecido. Fue un hombre inteligente, sensible, trabajador, riguroso, y ante todo muy honesto, un digno representante de ese espacio de creatividad politica que significó Catalunya en los años sesenta y setenta, años de grandes incertidumbres pero también de ilusionadas esperanzas, adobadas por la juventud que entonces teníamos. Político de otro tiempo, sus cualidades cobran fuerza en tiempos donde personas como él se muestran excepcionales. De origen humilde, personificó admirablemente el esfuerzo de cuantos en la “larga noche de piedra” (Castelao) de la dictadura franquista se empeñaron por fortalecer su formación y asumir, con el mejor de los bagajes intelectuales, el compromiso de lucha por las libertades en España, que tanto deben a quienes siempre, como es su caso, estuvieron dispuestos a sacrificar los mejores años de su vida por la democracia y la defensa de los derechos humanos.

Experto constitucionalista, abrió su pensamiento a las corrientes innovadoras de la conciencia crítica que propugnaba avanzar hacia el socialismo en un mundo de libertades garantizadas. En cierto modo, simbolizó la trayectoria de una buena parte de la izquierda en España. Representó al Partido Comunista en la Ponencia Constitucional, y las crónicas señalan lo mucho que contribuyó a resolver los momentos difíciles que entorpecían la búsqueda del consenso en un pais que hasta entonces había ignorado o despreciado esa palabra. No fue inmune a la crisis de su partido originario cuando el rodaje de la democracia y las insuficiencias de su capacidad representativa de la sociedad pusieron al descubierto sus contradicciones y carencias soterradas. Se sintió más cómodo en las filas del Partido socialista, que le llevó a ser ministro de cultura hasta que su carrera política quedó, al fin, desvanecida.

Pero nada nos hará olvidar sus momentos más fecundos, que son los que realmente le enaltecen, como uno de los artífices de la Constitución Española, la fortaleza de su pensamiento, su compromiso con los desfavorecidos, la bondad de su persona y el mensaje motivador que solía transmitir cuando se le planteaba una cuestión espinosa y complicada, que lograba resolver con voz pausada, mirada inteligente y sonrisa conciliadora, siempre con la mano tendida. ¿Cómo no resaltar en este ciberespacio sin restricciones la figura de Jordi Solé Tura, al que tanto debe el sentido y la dimensión de la convivencia entre los españoles?

Mensajes en la calle (25): cuidado con la manipulación de las pasiones


Se atribuye a Maximilien de Robespierre, el líder revolucionario francés, la expresión de que “la vida sin pasión y aventura no merece la pena”. Puede que la frase sea acertada, si se entiende en el sentido de la defensa de aquello en lo que se cree y a lo que se aspira, en pos de un ideal o de un objetivo que moviliza una vida y justifica el empeño por sentirse personalmente complacido o por contribuir a una digna causa o a un mundo mejor. Sin embargo, yo no estoy tan de acuerdo en que el término deba ser utilizado como actitud proclive a la irracionalidad y, menos aún, como manipulación del concepto.


Y es que el abuso de la palabra conduce en ocasiones al ridículo. Conviene cuidar los mensajes, porque el fondo que encierran puede incurrir en el disparate. Y cuando se utiliza como slogan publicitario para apoyar una estrategia que busca el lucro fácil y juega con un tema particularmente sensible, entonces sólo cabe entender lo “pasional” como un intento de abuso artificioso y fraudulento de los sentimientos humanos. No hace mucho pasé por la ciudad de Ávila, proveniente de Toledo (excelente ruta hacia Castilla y León que evita el paso por Madrid y permite disfrutar de los paisajes de la espléndida sierra abulense) , y cuando menos me lo esperaba me encontré, al entrar en la ciudad donde reposa Don Claudio Sánchez-Albornoz, con el rótulo que motiva esta entrada, y que incluyo dentro de la sección "Mensajes en la Calle". Detuve el automóvil y saqué la foto, porque siempre voy con la cámara al hombro, consciente de que, cuando menos se espera, aparece la imagen que conviene retener, ya sea para lo bueno, para lo malo, para la alabanza o para la crítica. Cualquier cosa menos indiferencia ante algo que provoca la atención de la mirada.


Hablar de “pasión inmobiliaria” es simple y llanamente una vergüenza, cuando todos sabemos lo que ha ocurrido con el sector de la construcción en España y máxime si en la imaginería de la firma que utiliza este reclamo, y junto a una fotografia surrealista de los almendros en flor, aparece al tiempo una referencia a la juventud como cliente potencial, a ese sector de la sociedad al que le está casi vedado el acceso a una vivienda digna, por más que ese sea el objetivo vital para muchos ciudadanos que en la flor de la vida desean poner en práctica sus pasiones lógicas y justificadas viéndose liberados de la onerosa carga que les supone hacer frente a la adquisición de una vivienda, experiencia que tiene más de tormento que de pasión. Así nos ha ido con la fiebre especulativa inmobiliaria que ha invadido este pais como si de un desvarío se tratase y que nos ha dejado "hechos unos zorros".

1 de diciembre de 2009

Andrzej Dembicz: el hombre que me enseñó a entender América Latina desde Polonia

Andrzej Dembicz durante su Ponencia en el Congreso sobre América Latina (Valladolid, 2001)

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Ayer tarde recibí un mensaje de Jana Lenghardtová, prestigiosa colega economista de la Universidad de Bratislava, que me dejó sin voz. Me comunicaba el fallecimiento de nuestro común amigo Andrzej Dembicz mediante una nota escueta que lo decía todo: “Andrzej se ha ido para siempre pero nos ha dejado su obra, su mensaje y el coraje en defensa de un mundo mejor”. Desde ese momento las comunicaciones por correo electrónico se dispararon y, en una trama densísima de intercambios en todas las direcciones imaginables, quienes conocimos a Dembicz dimos durante unos momentos rienda suelta al pesar y a la rabia contenida por uno de los hechos más tristes que le pueden ocurrir a una persona: el fallecimiento de un amigo, de alguien que en un momento de la vida representó el gran caudal de posibilidades que se construyen en torno a una buena amistad. Una amistad incólume al paso del tiempo y a la erosión de la distancia.

Lo traigo a esta ventana porque el hecho me ha conmocionado y porque deseo transmitir a quienes me visitan desde Europa y, particularmente, desde Latinoamérica lo que supuso la figura del amigo y colega polaco en el redescubrimiento de un continente que le apasionaba y cuyos aspectos, problemas y perspectivas sabía transmitir con la autoridad del maestro infatigable. Confieso que me impresionó cuando le conocí en Varsovia a comienzos de los noventa, cuando el país empezaba a salir de la terrible experiencia del llamado “socialismo real”. Nuestro encuentro se produjo en el marco de las actividades del CESLA (Centro de Estudios Latinoamericanos) de la Universidad de Varsovia, que el geógrafo Andrzej Dembicz dirigía y al que acudí como invitado y en el que tuve la oportunidad de descubrir la importancia de ese Centro de enseñanza e investigación, que impulsaba el conocimiento de América Latina en el Este de Europa, producto de la inquietud intelectual que le habia inspirado su estancia en Cuba y que logró inculcar en unos paises con dificultades para aprender el idioma y sin tradición cultural en sus vínculos con la América de habla hispana. Alli conocí a investigadores de la Europa oriental y de muchos países americanos, con algunos de los cuales sigo manteniendo muy buena relación.
He estado dos veces más en Polonia, y en una de ellas con el tiempo suficiente para conocer ese bello país, especialmente sus provincias nororientales, limítrofes con Lituania y Bielorrusia, las de la bellísima región de Masuria y donde se extiende el impresionante bosque de Bialowieza, patrimonio de la Humanidad. Siempre estaré agradecido a Dembicz y a su familia por la hospitalidad que me brindaron durante una de las experiencias viajeras más interesantes de mi vida. Las veladas interminables de salchichas enormes, calentadas en la hoguera que centraba el ambiente, y cervezas a tutiplén han quedado muy marcadas en mi memoria, sobre todo porque las conversaciones no acababan nunca, se abrían a temas nuevos sin cesar, a pesar del frio o el cansancio. Los polacos son tremendos cuando te obsequian con lo que tienen.
Animando el cotarro, vodka en ristre, en la reunión del CEISAL (Consejo Europeo de Estudios Sociales de América Latina) (Amsterdam, 2001)
Tras encontrarnos en Amsterdam en 2001, en el otoño de ese mismo año le invité a Valladolid, como Ponente del Congreso Internacional sobre América Latina que organicé en esa ciudad y en Tordesillas. El y su mujer disfrutaron de lo lindo de los placeres que ofrece Castilla a los que saben apreciarlos. Desde entonces he mantenido esporádicamente contactos epistolares con él, que conservo como prueba de una amistad que siempre me ha resultado muy grata. El último data del mes de Septiembre, cuando le comenté algunos de los proyectos y viajes que tenía en mente y sobre los que le pedí consejo, que nunca dejó de darme. Ilusionado, me comentó la iniciativa en la que se habia embarcado: nada menos que coordinar una investigación sobre el tema “La América Latina del siglo XXI: nuevas semblanzas, nuevas estructuras, nuevas identidades” a realizar entre 2009 y 2011.
Me ofreció la posibilidad de acompañarle, y le dije que lo iba a pensar para hacerlo compatible con los telares que tengo entre manos. Pensaba darle la respuesta con la felicitación navideña dentro de unos dias. Pero lamentablemente no ha podido ser.Algo se muere en el alma cuando un amigo se va / y va dejando una huella que no se puede borrar”. Así lo canta la sevillana y así lo siento yo. Nada será igual cuando regrese a Polonia.

29 de noviembre de 2009

Ha llegado el momento de aclarar la postura española respecto al Sahara Occidental



Nunca se habia puesto a prueba con tanta claridad, y a plazo de resolución necesariamente corto, la postura del Gobierno español respecto al problema irresuelto del Sahara Occidental, en el que tanta implicación España ha tenido y tiene. Normalmente todo se había limitado hasta ahora a efectuar declaraciones más o menos bienintencionadas, a lanzar al viento palabras complacientes de cara la galería, a invocar las razones de Estado como justificación de lo que parecía inevitable, aunque señalando que el corazón era sensible a la tragedia de los expulsados de su tierra, hace ya 34 años.
Miguel Angel Moratinos, ministro español de Exteriores, se ha hecho eco de esta actitud equidistante: “Siempre hemos apoyado la causa saharaui y siempre hemos defendido las mejores relaciones con Marruecos”. ¿Es eso posible en torno a una cuestión tan flagrante y de perfiles tan nítidos?, ¿podemos encontrar en el discurso político manifestación más elocuente de una ambigüedad que, a la hora de los hechos, inevitablemente conduce al alineamiento pleno con el gobierno de Marruecos en su decidido propósito, y con el interesado y coactivo apoyo de Francia, de eludir las resoluciones internacionales que insisten en la celebración de un referéndum de autodeterminación en la antigua colonia española?.

Basta ya de equidistancias y retóricas vanas , que siempre favorecen la razón del más fuerte. Ha llegado el momento en el que las palabras, que el aire al fin se lleva, han perdido sentido a medida que los hechos, con su contundencia habitual, imponen, cuando se presentan, la necesidad de definir una postura inequívoca. Urge tomar decisiones que decanten la politica en la dirección que realmente se defiende, sin equívocos ni medias tintas.
Y ha sido una mujer la que va a obligar a despejar esta contradicción en que ha estado sumida la política española.

Aminatou Haidar, firme luchadora por los derechos del pueblo saharaui, fue expulsada de su tierra por el gobierno de Marruecos y obligada a exiliarse en España (en la isla canaria de Lanzarote) con la aquiescencia del gobierno español, que forzó su entrada en el país careciendo de pasaporte y de permiso de residencia. De esta forma, Madrid se plegaba a la presión de Marruecos, asumiendo un papel de comparsa que contraviene la legislación internacional. Para zanjar tan espinosa situación el Ministerio español de Exteriores ha ofrecido, deprisa y corriendo, la nacionalidad y el pasaporte españoles a la Sra. Haidar, que los ha rechazado, poniendo así en evidencia lo artificioso de una solución que conculca lo que esta mujer sarahui persigue y a lo que, al parecer, no está dispuesta a renunciar: vivir en El Aaiun, en su ciudad natal, en su territorio arrebatado, al servicio de una causa a la que ha dedicado lo mejor de su vida. Algo tan simple y digno a la vez como defender el derecho a vivir libremente en su tierra usurpada.

La papeleta que tiene ante sí el gobierno español es de consideración. Rechazada por Haidar la ciudadanía española, expulsada por Marruecos y en actitud de huelga de hambre prolongada, sólo cabe una medida enérgica y contundente: exigir a Mohamed VI, a quien nunca se ha reprochado nada sobre su incumplimiento sistemático de los derechos humanos, que permita con todas las garantías el regreso de Aminatou Haidar a su pais, al territorio al que ha dedicado su vida, su lucha y su salud y del que es natural. Una medida tan elemental como cumplir la carta de Naciones Unidas y el derecho de todo ser humano a residir en su patria.
Y su patria es el territorio de la República Árabe Saharui Democrática.

Estoy seguro que mi admirada Antònia Pons suscribe mis palabras.

24 de noviembre de 2009

Mirando al Pacífico: otra perspectiva

El Océano Pacífico cerca de San José Escuintla (Guatemala)

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Acostumbrados como estamos en Europa a concebir nuestra visión del mar desde los horizontes a que nos abren las aguas del Atlántico y del Mediterráneo, corremos el riesgo de simplificar lo que los océanos representan contemplados desde otros escenarios. No es simplemente la sensación de inmensidad la que nos embarga cuando, situados en la costa, alargamos la mirada sin percatarnos de la distancia real que la vista abarca. Siempre es grande, amplia, dotada de esa infinitud que deriva de la incapacidad del ser humano para calcular la grandeza de lo que ve cuando lo que ve sobrepasa con creces los límites de su imaginación.

Mas no se entiende el mar sin las tierras que sus aguas bañan, mansa y violentamente a la par. Tierras, gentes, lugares, vida, los inumerables matices del universo que viven en función del agua de amplios horizontes. Todos forman un cúmulo de elementos que, integrados, dan personalidad singular al litoral y permiten entenderlo como la expresión de ese engarce entre lo natural y lo antrópico que el océano vertebra hasta dar lugar a un entorno imposible de entender e interpretar sin las múltiples posibilidades de relación que se fraguan en los espacios costeros y que con tanta admiración como deseo contemplamos a veces quienes, como yo, somos de la tierra adentro. Jamás renegaremos de ella, por supuesto, pero también debemos admitir que nos sentimos reconfortados cuando de vez en vez nos acercamos a ese borde donde la tierra acaba y de pronto la mirada se expande por la superficie de las olas que no cesan.

He visitado de nuevo el océano Pacífico, la enorme masa de agua que en 1513 descubriera Vasco Núñez de Balboa, a la que dio el nombre de Mar del Sur, más tarde rebautizado como el Pacífico por Fernando de Magalhaes. Poco de tranquilo tiene. Es un océano bravío, surcado por corrientes de gran potencia y generador de ciclones que afectan con impresionante crueldad a los paises que lo delimitan. En Centroamérica lo tienen en gran respeto y no es poco el miedo que provoca. Pero también dependen cada vez más de él. Es su puerta de apertura al mundo, la ventana a la que atender para que sus productos se dirijan a los mercados de los que dependen al tiempo que reciba los que les sirven para compensar lo que no tienen.

Acceso a Puerto Quetzal, "enlace con el mundo"
Acabo de conocer de cerca, y con explicaciones que agradezco desde aqui, la realidad de ese espacio marcado por vínculos comerciales in crescendo que es el Pacífico, trascendental para los pequeños paises de la América del istmo. He visitado con detalle el moderno Puerto Quetzal en Guatemala, del que muy poca gente en España y en Europa ha oido hablar. Es un puerto moderno, comenzado a construir en 1985 con el fin de impulsar las relaciones comerciales con Asia, especialmente con China, Japón y Australia, amén de las que integran a este pais en las rutas que llegan a San Francisco, a Vancouver, a Valparaíso o al Canal de Panamá. No entraré en detalles, porque no se trata de describir una realidad que salta a la vista. Simplemente diré que, al otro lado de América todo un mundo de intercambios se encuentra en plena expansión. Ni se lo imaginan.


De izda a dcha: Juan A. Gonzalez (Universidad de San Carlos), Luis Manuel Rodriguez (Secretario General de Puerto Quetzal) y quien esto suscribe

En fin, un mundo de tupidas tramas que dibujan estelas interminables en la mar océana, aquélla a la que quería llegar Colón desde el Atlántico hasta que se topó con un continente hasta entonces ignoto, y que ahora en su costa occidental ha dado en buena medida la espalda a Europa para convertirse en el escenario donde todo se compra y se vende, bajo la mirada atenta y controladora de los grandes colosos asiáticos, a los que no se les escapa detalle.

12 de noviembre de 2009

Borja Santos frente al riesgo



Cuando oigo criticar a la juventud adopto siempre una postura de rechazo. Tan absurdo es generalizar en sentido negativo como entender que la etapa de la vida en la que todo se contempla con perspectiva de futuro cuanto se hace es digno de aplauso y encomio, simplemente por el hecho de ser joven. Nunca ha sido "divino tesoro", como la calificó Rubén Darío, sino momento crucial de la vida, tan esperanzador como repleto de escollos e incertidumbres. En varias ocasiones he manifestado en este blog mi rechazo a la crítica situación en que se encuentra la juventud - en España y por doquier - cuando trata de enfrentarse a la precarización del empleo, al acceso a una vivienda digna o al reconocimiento de sus valores por parte de una sociedad que en no pocos casos cuestiona lo que es capaz de hacer por el dificil mundo que le ha tocado vivir.


Por eso es conveniente resaltar, entre los muchísimos casos que pudiéramos encontrar a poco que levantemos la vista, aquellos que aportan argumentos favorables al reconocimiento de los méritos y del esfuerzo realizado por los jóvenes en nuestros días. Opino así porque me viene a la mente el nombre de Borja Santos Porras, ingeniero de Telecomunicaciones, a quien he conocido personalmente hace poco, aunque de él tenía referencia a través de la blogosfera y de las crónicas que de vez en cuando escribía en El Norte de Castilla, el diario decano de la prensa española y en el que también me complace colaborar.

Entablé contactos ocasionales con él a través de la red, que dejaron de ser virtuales cuando hace unos días le saludé en Valladolid compartiendo un buen café, a la vista del Conde Ansúrez, aunque la mente y la conversación nos condujeron al sufriente mundo americano, con el que se habia familiarizado de tal modo que escucharle se convirtió en una auténtica lección al servicio del conocimiento de una realidad que, por más que se conozca y se visite, nunca se sabrá entender por completo.


Ha ejercido eficazmente como técnico de Naciones Unidas en Ecuador, uno de los paises más pobres de América Latina y más intensamente amenazados por los riesgos naturales. He ahí el sentido de la tarea realizada durante los últimos años en esta tierra de turbulencias múltiples. Analizar los factores de riesgo, valorar su importancia y recurrencia, sensibilizar a las autoridades locales y a la población susceptible de verse afectada. Ahí es nada en un mundo de privaciones, sacrificios, dureza e imágenes implacables que chocan con la mirada y que la mirada no puede evitar, porque están ahí, porque forman parte del paisaje, porque la realidad no es esconde jamás.


De esa experiencia ha salido un caudal inmenso de conocimientos, que en parte se han vertido en un libro, que recomiendo encarecidamente a cuantos sientan como propios los problemas del mundo que sólo tiene problemas. Ecuador: una mirada al riesgo. Texto y fotografias son suyos. Ambos aparecen unidos en una simbiosis perfecta. La imagen lo llena todo, en ocasiones de manera espectacular, mas la palabra la enriquece al explicarla en su demoledora versomilitud, pues nada es opaco ni matizable, nada banal ni artificioso, real como la vida misma. No sé si se podrá conseguir esta obra fácilmente. Simplemente señalaré que lo ha editado Naciones Unidas en Ecuador. No es, sin embargo, una obra comercial. Es el testimonio de una de vida de trabajo, llevado a cabo por un hombre joven lejos de la molicie, el oportunismo y la mezquindad individualista que nos invade.
En la jerarquia de valores que nuestra sociedad ha acabado imponiendo quizá no ocupe las primeras posiciones luchar contra la pobreza y contra las miserias que ocasiona el riesgo natural incontrolado. Pero lo que es evidente es que quienes asi actuan tampoco buscan grandes recompensas. Les basta con saber que han sido útiles para quien lo necesita, reconocidos en su trabajo y merecedores de ese aplauso que más pronto que tarde, esperemos, los mejores de nuestra sociedad les otorguen.

8 de noviembre de 2009

¿Qué sería del mundo rural sin las mujeres?

Perspectiva de Cuenca de Campos (Valladolid)

Que el mundo rural atraviesa una crisis permanente nadie lo discute. Que esa crisis está motivada por la atracción que ejercen las ciudades como ámbitos primordiales de residencia y actividad es algo tan obvio que todo el mundo lo ha acabado asumiendo como algo inexorable. La ciudad domina sobre el campo, que apenas consigue mantenerse en pie cuando la emigración le priva de la gente joven y quienes permanecen en él lo hacen con una dosis de resignación que les lleva a mirar poco más allá de lo que sucede en el día a día. Envejecimiento, desilusión, silencio….Actitudes que el urbanita detecta en cuanto se acerca al campo para contemplarlo con la arrogancia que suele adoptar quien se sabe a resguardo de las frustraciones que ese tipo de espacio genera entre sus gentes.

De ahí que nada más necio que adoptar una postura de distanciamiento, petulancia, indiferencia o superioridad ante un mundo cuyos problemas, valores y perspectivas también nos pertenecen. Acercarse a él con curiosidad, interés y respeto es una obligación que viene impuesta por el convencimiento de que quienes viven en ese escenario tienen mucho, y bueno, que mostrar para bien de una sociedad que dista mucho de saberlo todo. Y es que con frecuencia uno descubre lo que la sociedad rural le enseña para ayudarle a comprender que lo que existe en los pueblos y en el panorama no urbano también encierra lecciones y advertencias dignas de ser aprendidas.

La evidencia nos revela que en muchas ocasiones quienes llevan las riendas de ese aprendizaje espontáneo y repleto de noticias valiosas son precisamente las mujeres. Por eso conviene resaltar y dejar constancia de las experiencias que se acometen cuando las mujer es, en un esfuerzo de superación y revitalización verdaderamente encomiable, asumen su protagonismo para transmitir sus inquietudes y dar a conocer que con ellas no van ni la atonía ni el abandono. No son vivencias genéricas, sino concretas, con nombres y apellidos, con los que se forma la nómina de las mujeres empeñadas en demostrar que si continúan en el campo es para algo más que para sobrevivir resignadamente en él.

Maria Angeles Acebes introduce la jornada ante la atenta mirada de Berta y Carmina

No ha mucho he vivido una experiencia que deseo dar a conocer. Ha sido de la mano de mi buena amiga Maria Angeles Acebes Palenzuela, historiadora del Arte, trabajadora incansable y entusiasta defensora de cuanto tenga que ver con la protección del patrimonio y su transmisión como fuente inagotable de conocimientos. Ha ideado un proyecto de gran originalidad e interés: hacer que la sociedad rural asuma la riqueza de sus valores patrimoniales para darlos a conocer a quienes deseen descubrirlos y entenderlos. No se trata de comunicar estos valores desde fuera sino desde la perspectiva de las personas identificadas geográficamente con ellos. Marian, como la llamamos sus amigos, se encarga de la formación previa, de enseñar el método adecuado, de familiarizarlas con lo que siempre han tenido ante sus ojos y que quizá no han sabido valorar suficientemente. Esta labor requiere una paciencia infinita, viajes frecuentes, idas y venidas, sorpresas, frustaciones y alegrías. No es tarea sencilla ni tampoco pequeña. Supone nada menos que imbuir ilusión en la gente y fomentar su autoestima a la par que el orgullo de vivir en un entorno que les es propio y que han de interpretar como algo dignamente valorizable a través de la palabra y el mensaje pertinentes.

Aunque modestos de momento, la tarea ha comenzado a dar sus frutos. Hace unas semanas comenzaron a darse a conocer en Cuenca de Campos, un pequeño pueblo al Norte de Valladolid. Marian me invitó a conocer la iniciativa en directo y allá que fui con mi cámara, con mi mochila y mis antenas bien abiertas. En un ambiente otoñal muy agradable y en la compañía de una veintena de personas, de pronto aparecieron dos mujeres que, en la cincuentena de la vida y con muchos sacrificios a sus espaldas, se mostraban dispuestas a enseñar su mundo con entrega, inteligencia, cultura y pasión. Berta Martínez y Carmina Mediavilla, así se llaman. Toda una jornada de recorrido, palabra, comentarios, buen humor, descubrimientos y generosidad a raudales. Por esas calles anduve yo disciplinado y atento a cuanto decían y explicaban; apenas intervine, salvo para reconocer su esfuerzo y entusiasmo.

Atención y expectativa del grupo a comienzos del recorrido

Agradecido y admirado, me despedí no sin antes felicitar a Marian por lo que ha hecho y lo que piensa hacer (afanada está ahora en otros pueblos de la Tierra de Campos vallisoletana, aunque sus horizontes no admiten fronteras), por ese tesón que ha puesto en recuperar los valores ocultos de un mundo en crisis, sacando a las personas interesadas a la calle, haciéndolas ver el papel que pueden desempeñar y demostrando hasta qué punto la mujer del mundo rural puede dejar de ser la persona sumisa y resignada que siempre ha sido para convertirse en una pieza esencial de ese escenario que sólo puede seguir adelante mientras sea consciente de las posibilidades que tiene.

Berta Martinez y Carmina Mediavilla transmiten sus conocimientos
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