26 de febrero de 2017

La España plurinacional: un concepto reaccionario

Vamos a ver, después de lo vivido durante siglos, de los desplazamientos incesantes de los ciudadanos, de la mezcla de culturas, paradigmas y sensibilidades, de las multiples experiencias compartidas, de la mixtura de las lenguas, de las interrelaciones sin fin... de todo lo llovido... ¿se puede, con honestidad intelectual y conocimiento de la historia, seguir preconizando la plurinacionalidad de España? ¿No supone esa afirmacíón un retroceso histórico, una involución del pensamiento, una introversión en lo excluyente?

Cada vez me reafirmo más en la necesidad de reivindicar los principios basados en la triple dimensión de la modernidad sustentada en el más importante acontecimiento de la Historia, el más relevante, el que cimienta el tránsito de súbdito a ciudadano, el que ratifica la dimensión de los derechos humanos por encima de las identidades, retrógradas, interesadamente fabricadas. La Revolución Francesa. El salto cualitativo que supuso fue inmenso. LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD. A estos lemas añadiría un cuarto: LAICIDAD.

Todo lo demás son chorradas o memeces oportunistas para encontrar refugio egoísta e insolidario con el fin de amparar los intereses autojustificativos en el magma de la política "pro domo sua" adoptada por quienes las defienden, pensando que aportan algo nuevo, cuando en realidad es una propuesta megarreacionaria.

23 de febrero de 2017

El proceso independentista catalán: respuestas tardías e indiferencia internacional.

Más de una docena de visitas han realizado miembros del gobierno de España a Catalunya en los últimos dos meses. Aprovechando que el Francolí pasa por Tarragona, he ahí a uno u otra acercarse a las tierras catalanas para reunirse con representantes de la Generalitat, asistir a eventos culturales, conmemorar aniversarios de la prensa, degustar la butifarra y el postre de músic... en fin, para que se les vea, para hacerse notar, para demostrar que el Estado existe y tiene algo ...que ofrecer y que decir.


Contrasta este frenesí viajero con la indolencia, el ninguneo, la dejadez, la ausencia y la postura autista mantenida hasta ahora. Durante la nefanda legislatura de la mayoría absoluta del Partido Popular - las urnas nos libren, valga el cielo, de volver a caer en tamaño y tan perjudicial disparate - nadie del gobierno de Rajoy Brey volvió sus ojos a Cataluña para pisar sus calles, respirar su ambiente, descubrir sus valores y demostrar que la región catalana es algo importante, pero que muy importante, para España. Frente a la arrogancia y el discurso monocorde de antaño, la pasión viajera y la omnipresencia reiterada y para la galería de hogaño. Verdadero horror vacui, compulsivo y errático en pos de la propaganda.


Demasiado contrapunto para considerarlo efectivo. Me temo que nada avanza y todo se limita, al menos de momento, a la pretensión del reconocimiento de que ambas partes existen y están abocadas a entenderse, aunque no se entiendan. Demasiado tiempo se ha perdido para recuperar en dos días la confianza que Soraya Sáenz, tan sonriente como vacua y previsible ella, pretende transmitir.


A la postre tengo la impresión de que el procés derivará en un horizonte difuminado. Pero no por lo que hagan Rajoy y los suyos, ni por la ominosa corrupcion de la banda pujolista-convergente. ni por las esquizofrenias del PSC, ni por la demagogia hasta el hartazgo de ERC, ni por las aberraciones chantajistas de la CUP, ni por las mentiras acumuladas sobre el tema por sus adalides, sino porque internacionamente se ha encontrado con el desdén más absoluto. Y cuando nadie fuera de tus fronteras te ampara, cuando la indiferencia es la respuesta generalizada, la soledad acaba imperando para convertir los afanes excluyentes y exclusivistas, minados por las contradicciones, en pretensiones que el viento de la historia acaba diluyendo en formol.

20 de febrero de 2017

La obsesión museográfica



DE PASEO POR ESPAÑA. Sí, señor, hasta el fondo, hasta el final, hasta el principio, hasta lo más profundo de las esencias y de la mismidad inquebrantables. Que nada entorpezca la puesta al descubierto de lo que nos identifica, muy superior y más rutilante que lo que singulariza al pueblo de al lado, y no digamos al que no se merece ni figurar en el mapa, de manía que nos tiene. La identidad - y, si no la hay, se inventa - es lo más importante, lo único que merece la pena, la que nos justifica para alumbrar los más disparatados desvaríos.
De ahí emana el inventario de festejos, improvisados o no, que entretienen a la muchachada y con la intencíón de deslumbrar al visitante, que va a saber lo que es bueno cuando nos visite.

¿Qué no viene nadie a visitar el museo donde se da cuenta de nuestras raíces, más o menos reales? ¿Que está vacío como un erial a pastos, que decían los mapas topográficos de antaño? Pues, peor para él. Pura envidia. Aunque menos mal que no se entera, porque de eso no se habla, de la pasta que nos ha supuesto construir tamaña "infraestructura" y cuyo mantenimiento evita que nuestro enteco peculio vaya a resolver necesidades que los de la cizaña de siempre consideran prioritarias. Todo sea por el patrimonio pseudopatrimonializado o, mejor dicho, impostado.

13 de febrero de 2017

La Historia llena está de victorias pírricas


Pirro

Pirro, rey de Epiro, sabía mucho de victorias pírricas. Es decir, cuando se gana a corto, por mucho que se gane, la victoria puede languidecer a medio y largo plazo. En política, la teoría de flujos se cumple, de modo que lo que por un lado se gana, por otro se pierde. El reequilibrio está omnipresente en ese mundo donde el cortoplacismo suele resultar peligroso o, en todo caso, muy arriesgado.

Pablo Iglesias Turrión ha ganado de manera inequívoca, con su melena al viento y anudada a la vista de la grada semiexultante. Pero, ay, resulta que esa victoria conlleva efectos concatenados sobre el movible escenario de la política inconclusa. Afianza al Partido Popular en su sensación de seguridad, abre posibilidades electorales hasta ahora imprevistas en el Partido Socialista, sesga a su propia formación hacia una deriva estratégica que le acantona en su orgullosa y endogámica mismidad esencialista. De Izquierda Unida nunca más se supo.

Sobre la mancuerna formada por Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, puntal y sujeto atrabiliario donde los haya, se cimenta un edificio que algún día, y no tardando mucho, echará de menos la racionalidad y el sentido común que Iñigo Errejón había tratado de imprimir con visión de futuro y con una inteligencia poco común en la política española. ¿Victoria pírrica de uno? ¿Derrota recuperable de otro? Chi lo sá.

11 de febrero de 2017

La dignidad de la Dra. Rosa Berganza Conde



Como universitario y como burgalés me siento orgulloso de Rosa Berganza Conde. Es la primera vez que he leido unas declaraciones tan contundentes sobre la situación de una Universidad. Las hace con valentía, con seriedad, con conocimiento de causa, con inteligencia, con sentido de la ética y de la responsabilidad que se presumen inherentes a una entidad pública de esa envergadura.

En medio de un ambiente condicionado por el modelo de gestión mafiosa llevado a cabo por Pedro García-Trevijano y Fernando Suárez, el indecente rector plagiario (contrastado y verificado), la Dra. Berganza asume, al presentar su candidatura al Rectorado de la Universidad Rey Juan Carlos,  la tarea de intentar contrarrestar y poner fin a esa hidra de corrupción en la que, al parecer, ambos sujetos han convertido durante sus mandatos a esa Universidad madrileña. Sin duda, no lo va a tener fácil, pues el panorama con el que se encuentra está mediatizado por intereses y sinecuras que se verían amenazados de triunfar una candidatura crítica y honesta. Pero la verdad es que sólo el hecho de denunciar ese lodazal y de atreverse al propósito de limpiarlo hace de mi paisana una colega merecedora de la mayor admiración y del deseo más ferviente de que el éxito le acompañe.

Representa además un símbolo valioso para ese conjunto de la sociedad burgalesa, repleto de personas valiosas, que sobrevive, autodignificada, en una ciudad donde han sido y siguen siendo innumerables las muestras de caciquismo, mediocridad y espiritu reaccionario. Cada vez que recuerdo que un rector de la UBU se negó a dar el nombre de Clara Campoamor a la Biblioteca de la Universidad mientras nombró a Rouco Varela doctor honoris causa, siento que se me abren las carnes.
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