Por más que lo intento, no capto el sentido ni la finalidad de organizar un centenar de actos conmemorativos del cincuenta aniversario del fallecimiento en el Hospital de la Paz de Madrid del dictador Francisco Franco Bahamonde. A nadie se le ocurrió hacer algo similar en 1990, medio siglo después de la muerte en Montauban de Manuel Azaña Diaz. Que yo sepa ninguna democracia sucesora de una dictadura en el mundo ha traído a colación la muerte del sátrapa predecesor varias décadas después de desaparecido. Rodríguez Zapatero eludió durante su mandato cualquier evocación en ese sentido.
Dudo mucho que el Gobierno actual se haya asesorado por historiadores de solvencia reconocida, pues no ha dejado constancia de ese respaldo. El silencio o la indiferencia son, de momento, las actitudes percibidas en torno a esa iniciativa, que tampoco ha recibido parabienes explícitos y clamorosos por parte de las opciones que apoyan al gobierno o de las instituciones, públicas o privada, a las que desea implicar en la celebración de la efeméride. Todo parece indicar que se trata de una decisión estricta del principal partido gubernamental y de su presidente, lo que tal vez pueda suponer el desleimiento de la idea en medio de un generalizado desdén. Ignoro si eso se ha valorado por parte de sus promotores. Cuidado. Los resultados pueden diferir sensiblemente de las expectativas creadas.
Y es que, si se trata de reavivar la memoria de lo que aquel siniestro personaje y su régimen representaron, creo que la consolidación del sistema democrático, y tras la experiencia vivida en libertad (que es lo que realmente hay que acreditar), debe relegar ese suceso de manera más que suficiente a su mera inclusión dentro de los acontecimientos que la Historia recoge ya con una profusión informativa, valorativa y crítica que hace innecesaria esa evocación tan ampulosa (nada menos que cien actos) como la que se pretende llevar a cabo. Y, que no se olvide, con el riesgo de que para muchos pueda convertirse en una especie de homenaje, lejos de los objetivos perseguidos, con un indeseable efecto boomerang.
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