11 de mayo de 2021

Ante el riesgo de contagio, la opción está clara

 



Tras la ocurrido este fin de semana, concluido ya oficialmente el estado de alarma en el país, ante el caos que ha surgido desde entonces y a la vista de las imprudencias observadas en la calle, me permito traer a colación el texto publicado en el epígrafe 50 de "Horizontes de la Ciudad Silenciada", en el que se plantea una invocación a la sensatez, apoyada en la excelente viñeta de Rafa Vega, y que viene pintiparada.


"El dibujante ha acertado de lleno con ese mensaje, muy pertinente en estos momentos. No es necesario un discurso extenso para compendiar una idea que, en su laconismo y de manera asertiva, precisa la idoneidad del camino a seguir en las circunstancias críticas que el mundo atraviesa y con la mente aleccionada ante el futuro. La frase con la que finalizaba el recorrido por la exposición selectiva de las viñetas realizadas por Rafael Vega “Sansón” en la Sala de Las Francesas, que el artista publica día a día o, mejor aún, y siguiendo a Antonio Machado, “golpe a golpe, verso a verso”- con su conocida agudeza en El Norte de Castilla, inspira esta reflexión.
La disyuntiva que suscita – “moderación o muerte” – precisa las opciones a que se enfrenta la persona cuando analiza la postura a adoptar ante el problema coronavírico y debe acomodar sus hábitos a un escenario de riesgo comprobado que ha de ser voluntaria y libremente afrontado a partir de la responsabilidad que individualmente la compete. Tratándose de una decisión personalizada, se inscribe en las relaciones de equilibrio que en el contexto creado por la pandemia es preciso establecer entre la libertad y las restricciones a que obligan el reconocimiento del peligro y la postura a favor de una vigilancia permanente: una vigilancia entendida de la forma en que la ha planteado Olivier Veran, ministro de Sanidad de Francia, al recomendar que “no se debe olvidar que el virus circula, pero no es preciso que esté omnipresente en la mente, no hay que vivir en la angustia permanente, hay que vivir en la vigilancia”. Es decir, basta con tomar conciencia de la realidad, permanecer atentos a la evolución de la pandemia y entender que las únicas certezas de que se dispone, mientras la vacunación no surta los efectos deseados, son las restricciones y la moderación que el deseo se sobrevivir a la covid-19 exige.
Es preciso interpretar la pandemia como problema y como autoexigencia: he ahí el valor de la ejemplaridad individual. “Actúa de forma que tu acción pueda convertirse en regla colectiva”, escribió Inmanuel Kant. “La vacuna eres tú”, se difundió como slogan convincente y recurrente en un primer momento, con todas las connotaciones que encierra y dejando bien claro el significado y la utilidad del principio de precaución. Aceptarlo de este modo equivale a asumir que la moderación no supone una aceptación acrítica de las intromisiones que las medidas adoptadas pudieran introducir en la privacidad. Sin entrar en los debates jurídicos que la cuestión ha motivado, la moderación implica la aceptación de las normas de prevención y cautela temporalmente destinadas a neutralizar el riesgo, sin menoscabo de los derechos humanos, cuando aparecen bien justificadas, debidamente avaladas por las comprobaciones empíricas que la investigación aporta y con un sólido respaldo en la experiencia comparada. Entre otras razones porque la no moderación, efectuada desde la posición individual insolidaria y sin valorar las implicaciones negativas susceptibles de provocar socialmente, puede traer consigo la muerte".

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