Ni siquiera ya nos quedará Paris, amigo Bogart, ni Roma, e ignoro si podremos sentirnos a gusto en Nueva York. ¿Dónde encontrar ese espacio de bienestar, encuentro y creatividad que necesitamos? ¿Volver al pueblo de la infancia? Si ya no hay nadie ¿Regresar a aquel lugar, de montaña o junto al mar en el que en alguna ocasión logramos tocar el cielo? Si ya no están aquellos con los que lo compartimos. Nadie nos espera donde quisimos.
8 de noviembre de 2024
Nuevos refugios
Vayamos donde vayamos la sensación de vacío se agravará bajo la losa de la frustración histórica que nos acompañará de ahora en adelante. Pero habrá que tratar de superarla. Como sea. Y ya no habrá ciudad mítica predeterminada. Será aquélla donde logremos construir ese espacio de bienestar que se necesita para sobrevivir.
La relectura de los textos que en momentos críticos nos han reconfortado volverá a ser una buena terapia, del mismo modo que la recuperación del cine de calidad, de la música de siempre y los paseos con amplios y apetecibles horizontes que nos devuelvan por un momento a la juventud de la que no queremos desprendernos, aunque esté lejos. Bastará que todo ello venga acompañado, con las amistades que nos queden y con las que descubramos, de una conversación abierta y enriquecida por las experiencias vividas en torno a un café y un buen libro de poemas para contrarrestar la sensación de que Paris, Roma o Nueva York ya no nos pertenecen. Se trata de edificar espacios de futuro con lo mejor que quede del pasado.
7 de noviembre de 2024
Votos sorprendentes
Algo está pasando y no nos damos cuenta. O quizá estamos sumidos en una inercia interpretativa que orienta los análisis y las previsiones en una dirección equivocada. Todo parece indicar que los esquemas convencionales de la sociología electoral han sido arrumbados por tendencias que hasta hace bien poco parecían inimaginables.
Quienes leimos a Fanon, a Touraine o a González Seara, entre otros, estábamos convencidos de que la conciencia de clase y la posición de cada cual en la pirámide social decantaba la orientación del voto. Tanto la derecha como la izquierda tenían claro cuáles eran sus principales caladeros de apoyo. La exclusión social, el movimiento feminista, la raza u orígen como causas de discriminación eran, se creía, el soporte de las opciones de izquierda mientras la derecha sentía que nada le podría arrebatar la papeleta de quienes ocupan los mejores estándares en la posesión de la riqueza.
Algo está pasando para que esta linealidad de la visión política se altere, y de manera significativa. Ha ocurrido en Estados Unidos y es posible que en Europa los sesgos sean similares. ¿Cuantas lecciones nos aporta lo ocurrido en USA el 5 de noviembre?
El apoyo a Trump ha sido clave entre los trabajadores en riesgo, un sector importante de las mujeres, los jóvenes, los de rentas por debajo de la media, los no universitarios y los latinos de segunda generación que, sintiéndose integrados en el "American way of life", no quieren más latinos. Ojo con este dato en sociedades de inmigración.
Vivimos un momento crucial en la Historia. Me temo que nos va a costar asimilarlo.
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