28 de noviembre de 2024

Otoño en Burgos


 Otoño en Burgos, mi ciudad natal, la ciudad identificada con sus dilatadas y vigorosas arboledas, que deseo recuperar en la mirada y el paseo de vez en cuando. Desde San Amaro a Cardeña el caminante se sumerge en el ambiente enriquecido por las referencias visuales de un paisaje vegetal repleto de sorpresas cromáticas y que se transforma sin cesar en el suelo y en el vuelo. Nada como ese tipo de entorno para apreciar los cambios que el paso de las estaciones procura como sensación motivadora de lo que representa y significa el ciclo de la vida natural.

Apetece recorrerlo en silencio, pues solo así las sensaciones placenteras se intensifican al tiempo que reverdecen la memoria de quienes, como es mi caso, no pueden entender las vivencias infantiles y de la juventud sin asociarlas a esa alfombra creadora de espacios ocres en los que la libertad campaba a sus anchas. Y que hoy, aunque a paso más lento, procura seguir haciéndolo.

8 de noviembre de 2024

Nuevos refugios

 Ni siquiera ya nos quedará Paris, amigo Bogart, ni Roma, e ignoro si podremos sentirnos a gusto en Nueva York o Buenos Aires. ¿Dónde encontrar ese espacio de bienestar, encuentro y creatividad que tanto necesitamos, y que con frecuencia deseamos recuperar? ¿Volver al pueblo de la infancia? Si ya no queda nadie, solo el silencio o el arrullo del viento que no cesa ¿Regresar a aquel lugar, de montaña o junto al mar en el que en alguna ocasión logramos tocar el cielo y que con frecuencia echamos de menos? Si ya no están aquéllos con los que lo compartimos. Nadie nos espera donde quisimos.

Vayamos donde vayamos la sensación de vacío se agravará bajo la losa de la frustración histórica que nos acompañará de ahora en adelante, si no somos capaces de superar las decepciones que nos acechan. Pero habrá que tratar de superarlas. Como sea. Y ya no habrá lugar intuitivamente añorado ni ciudad mítica predeterminada, quizá porque en algún momento la sobreestimamos en exceso. Será aquélla donde logremos construir ese espacio de bienestar que se precisa para sobrevivir.
La relectura de los textos que en momentos críticos nos han reconfortado volverá a ser una buena terapia, del mismo modo que la recuperación del cine de calidad, de la música de siempre y los paseos con amplios y apetecibles horizontes que nos devuelvan por un momento a la juventud de la que no queremos desprendernos, aunque esté lejos. Bastará que todo ello venga acompañado, con las amistades que nos queden y con las que descubramos, de una conversación abierta y enriquecida por las experiencias vividas en torno a un café y un buen libro de poemas para contrarrestar la sensación de que Paris, Roma o Nueva York ya no nos pertenecen.

Se trata, en fin, de edificar espacios de futuro con lo mejor que quede del pasado.

7 de noviembre de 2024

A propósito de las elecciones a la Presidencia de Estados Unidos


 

Algo está pasando y no nos damos cuenta. O quizá estamos sumidos en una inercia interpretativa que orienta los análisis y las previsiones en una dirección equivocada. Todo parece indicar que los esquemas convencionales de la sociología electoral han sido arrumbados por tendencias que hasta hace bien poco parecían inimaginables.

Quienes leimos a Fanon, a Touraine o a González Seara, entre otros, estábamos convencidos de que la conciencia de clase y la posición de cada cual en la pirámide social decantaba la orientación del voto. Tanto la derecha como la izquierda tenían claro cuáles eran sus principales caladeros de apoyo. La exclusión social, el movimiento feminista, la raza u orígen como causas de discriminación eran, se creía, el soporte de las opciones de izquierda mientras la derecha sentía que nada le podría arrebatar la papeleta de quienes ocupan los mejores estándares en la posesión de la riqueza. Algo está pasando para que esta linealidad de la visión política se altere, y de manera significativa. Ha ocurrido en Estados Unidos y es posible que en Europa los sesgos sean similares. ¿Cuántas lecciones nos aporta lo ocurrido en USA el 5 de noviembre?

El apoyo a Trump ha sido clave entre los trabajadores en riesgo, un sector importante de las mujeres, los jóvenes, los de rentas por debajo de la media, los no universitarios y los latinos de segunda generación que, sintiéndose integrados en el American way of life, no quieren más latinos. Ojo con este dato en sociedades de inmigración.

Vivimos un momento crucial en la Historia. Me temo que nos va a costar asimilarlo.

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