He ahí un tema importante, clave desde el punto de vista social, cultural, territorial, económico y de políticas públicas: el impacto del incremento poblacional esporádico en los pueblos despoblados. La información que aporta El Norte de Castilla, referida a la dimensión del fenómeno en la provincia de Valladolid y que sirve como ejemplo clarificador, no puede ser pasada por alto.
De pronto, los pueblos incrementan de manera sensible la población flotante durante los meses de verano. El aumento varía pero es evidente que provoca una presión generalizada sobre los servicios y las infraestructuras locales de gran envergadura. Agua, residuos, saneamiento, ocio... un complejo funcional que desborda las capacidades dotacionales del municipio. Todo ello fuerza a un incremento sensible del gasto por encima en la mayoría de los casos del margen permitido por los presupuestos y con el fin de atender demandas de personas habituadas a los servicios urbanos y que requieren sean atendidos en los municipios rurales sin contribuir fiscalmente a su financiación al tratarse de población foránea, con independencia de los vínculos afectivos que la unan al ámbito de disfrute temporal.
Es un aspecto a considerar, y del que no se habla mucho, en el panorama problemático en que se halla sumida la España Vaciada.
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