3 de diciembre de 2022

El desasosiego jurídico

 No sé si es bueno que el Derecho impregne nuestras vidas, preocupaciones y sensibilidades de la manera en que lo está haciendo en España. No recuerdo que los procedimientos y la jerigonza jurídicos hayan tenido en nuestro país tanta resonancia y suscitado tantas motivaciones y discusiones como ahora. Al frenesí legislativo puesto en marcha, y por lo que se ve con precipitación, sin la supervisión y la maduración necesarias de lo que se propone(en una lucha contra el tiempo que levanta todo tipo de recelos y sospechas), se unen las inquietudes asociadas a la seguridad jurídica de las decisiones, a los reclamos de imparcialidad de quienes administran la justicia y a las tensiones y turbulencias que sacuden los comportamientos institucionales, generadores a menudo de un recelo que debilita la confianza en la justicia, la seguridad en la democracia y la dimensión ética que se presume inherente a ella.

¿Es bueno, es malo, es normal, es atípico? No lo sé. Pero lo cierto es que, ayuna de formación jurídica, la mayoría de los ciudadanos asiste, entre sorprendida, confusa e indiferente, a una atmósfera repleta de consideraciones, tácticas, justificaciones y contradicciones que solo pueden ser entendidas a partir de un nivel de preparación del que muchos carecemos y que nos conduce a la sensación de vivir en una zozobra permanente.

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