Las discrepancias ideológicas, las diferencias programáticas, cuando existen, y es bueno y normal que existan, se afrontan y resuelven entre personas y grupos mediante el debate y con la mirada puesta en la voluntad de tejer alianzas en pos de un objetivo compartido.
Pero, cuando esas discrepancias no existen y la necesidad de alianzas tropieza con el insulto, con los reproches incesantes, con las venganzas latentes, con el "te vas a enterar", con el resentimiento e incluso con la animadversión personal, todo ello condicionado por un reparto de los resultados obtenidos mediante el acuerdo electoral en el que no hay sitios asegurados para todos (ay esas listas cerradas en las que el futuro y la supervivencia de cada cual dependen del lugar ocupado).....
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