Leo esta noticia y me sorprende a la par que irrita. Quizá la reacción deba ser más moderada, pero de entrada suscita la duda sobre los criterios que el Gobierno de España haya utilizado para postular esa localización en la provincia de Tarragona sin saber si se han barajado otras opciones, más sensibles al reequilibrio territorial y aprovechando al mismo tiempo recursos disponibles e infrautilizados en áreas del país en las que esa iniciativa pudiera cristalizar de manera efectiva.
Leo que se esgrime su proximidad a las centrales nucleares de Ascó y Vandellós, sin considerar las capacidades de producción energética de otras regiones del país y teniendo en cuenta que en un sistema energético integrado la proximidad de la producción de energía no implica un mayor factor de oportunidad locacional.
Traigo este asunto a colación porque creo que se trata de una decisión cuestionable, más determinada por las concesiones y privilegios emanados de la negociación política que de una posición más proclive a la defensa de los equilibrios interregionales.
La localización en León hubiera sido, en mi opinión, acertada. Un justo y merecido reconocimiento a la tradición industrial de la provincia, a su decisiva aportación en el campo de la energía y a la capacidad para impulsar proyectos altamente innovadores.
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