El valor de los mensajes callejeros. El espacio urbano se construye a través de las señales, duraderas o efímeras, que transmite y que, provocativas de la atención, invitan al descubrimiento de las posibilidades de comunicación y encuentro que la ciudad propicia. Qué bien lo entendió mi admirado Gaston Bachelard en su "poética del espacio".
Las iniciativas que favorecen la relación cobran atractivo y sentido valioso cuando se abren a la capacidad creativa que deriva de la imaginación y del afán por averiguar lo que se esconde tras ella. Basta la simple mirada del mensaje para intuir de qué va el lacónico texto sin que sea necesario precisar mucho más, ya que frase tan elemental puede sugerir perspectivas enriquecedoras, pendientes de ulterior averiguación.
De momento, el paseante se limita a especular sobre el valor inherente a la poesía, que en la idea vertida en el cartel parece ir más allá del mercadeo convencional. Pues no se trata de entenderlo como una cuestión de compra y venta, sino como una actitud que, abierta al encuentro y quizá a la competencia, resulta generadora de interesante valor añadido cultural.
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