20 de agosto de 2021

Recuperando la visión de los paisajes

 


Más de cuarenta años han transcurrido desde que vi este paisaje por primera vez. Nos fue mostrado a mi maestro Jesús García Fernández y a mi por el también maestro Ángel Cabo Alonso, de la Universidad de Salamanca. Es impresionante y quizá poco conocido. Corresponde al curso del río Esla en la provincia de Zamora a su paso por el término municipal de San Cebrián de Castro. El río aprovecha la línea de fractura que marca el contraste o discontinuidad geológica entre la cuenca sedimentaria terciaria y las penillanuras paleozoicas.

Lo más significativo es el conjunto de anticlinales, labrados en cuarcitas, y heredados de la orogenia herciniana, que han conservado su disposición plegada, aunque nivelados por la superficie de erosión, que identifica el característico paisaje alomado de las penillanuras del sector occidental de Zamora y Salamanca.
Me apetecía volverlo a ver tras el vaciado del embalse de Ricobayo. He ahí el curso del Esla en su flujo natural, con sus rápidos y remolinos, con sus juegos y devaneos, henchido de libertad, tal cual. Un placer que se ve acrecentado por los aromas que emanan del ládano de la Jara pringosa, que domina el sotobosque y proporciona al entorno, salpicado de encinas, una belleza en la que la sencillez se entrevera con la grandiosidad.

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