Leo una frase que invita a la reflexión e, interesado en conocer la opinión ajena, creo que no está de más plantearla en este foro virtual, concebido precisamente para el fomento de la comunicación. Es de Jorge Freire:
"Como el paseante baudelairiano, que deambula entre las turbas sin mezclarse con ellas, nos rodeamos de cientos de amigos virtuales, pero seguimos solos. Lo que nos conecta nos aísla. Hoy estamos sintonizados en tiempo real; soliloquiamos simultáneamente, sin llegar a escucharnos."
Inevitablemente surgen algunas preguntas, que lanzo al viento por si a alguien le interesa: ¿Estamos tan solos como parece? Qué valor asignamos a este tipo de comunicación mediatizada? ¿De cuántas formas puede manifestarse la soledad? ¿La relación presencial queda eclipsada por la virtual? ¿La conexión no directa difumina el sentimiento de apego y solidaridad? ¿Cómo modifica todo ello la percepción de los espacios de vida y de relación?
Comento la frase con la pareja con la que he tomado café en una terraza de mi barrio, acompañado también por la prensa nuestra de cada día. Su reacción ha sido confusa. Tal vez todas las reacciones lo sean cuando la idea expuesta suscita inquietud. Hace calor. Mejor caminar. Sin rumbo. De pronto, me viene a la memoria la visita que hice a la planta de Cerealto Siro en Toro, actualmente afectada por una profunda crisis. Ayer hizo siete meses, a punto de finalizar el año. Esa Zamora del alma. Nada allí era virtual; todo real como la vida misma.
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