El periodista José Luis Balbín se ha ido para no volver. La noticia duele, entristece, revela que todo tiene un fin. Pero es cierto también que, cuando una persona que ha dejado tanta huella se va, la memoria reverdece y, al tiempo que aflora la nostalgia, a muchos seguramente nos retrotrae a algunas de las experiencias más gratas e intelectualmente más satisfactorias de la vida. Nos devuelve a la juventud.
Jamás quedará desvanecida su figura de los recuerdos que nutrieron aquellas veladas, Interminables y tan cortas, en las que tanto se aprendía y que tantas brumas despejaron. Balbín marcó un hito "clave" en la historia de la comunicación española, así en la forma como en el fondo. Fue una escuela de libertad, respeto y sensibilidad.
Llegaba la hora de "La Clave" en Televisión Española y el silencio se imponía, nunca en solitario, siempre compartido. No era aconsejable verlo a solas. A callar y a escuchar. Los comentarios, al final. Era el momento de esa reunión tan deseada. Recuerdo aquellas noches de los sábados en el Colegio Mayor Santa Cruz, en el que la cita con la peli y con el debate moderado por Balbín fraguó una peña que anudó relaciones que aún se mantienen. Incluso quienes no éramos fumadores, echábamos un pitillo para entrar en un ambiente ahumado por la pipa de Balbín.
Todo lo que transmitía el programa daba pie al encuentro, a la sintonía y a la controversia. Política, literatura, arte, ciencia, economía... temas de actualidad que formaban la opinión y nos enseñaron a opinar y debatir. Las secuelas que dejaba en el ambiente rebasaban ampliamente el tiempo de la emisión. Y es que supo estar a la altura de lo que en aquellos momentos la sociedad española requería.
Convencido estoy de que muchos de esa época maduramos al socaire de aquellos debates que creiamos olvidados pero que hoy, al tener noticia de que José Luis Balbín ya no está, vuelven frescos a la memoria, impregnados de una gratitud eterna.
Nice post thank you Laura
ResponderEliminar