La noticia es conocida, pero está bien que se recuerde y valore en lo que significa. Si sabidos son los agasajos, parabienes y suculentos detalles económicos que deportistas varones, de incuestionable prestigio, reciben de los jerarcas del mundo arábigo petrolero, al que brindan la más ostensible de sus pleitesías y genuflexiones, no se debe pasar por alto el hecho de que, pese a ofrecérselo, las mujeres han evitado siempre ese tipo de deferencias. Traigo a colación esta carta, recientemente publicada, porque lo explica muy bien.
¿Cuestión de dignidad? Yo no me atrevería a matizarla pues las estrellas del deporte masculino abrazadas al jeque de turno no carecen de ella y merecen todo reconocimiento, la mayor admiración y el más sincero respeto. No obstante, esa reserva introducida por mujeres que tanto contribuyen también a engrandecer el palmarés del esfuerzo deportivo es digna de un encomio que no puede ser ignorado.
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