9 de marzo de 2022

Un horizonte de incertidumbres

 Tras la pandemia, la invasión de Ucrania. ¿En qué han quedado las previsiones que con tanta sensación de seguridad se hicieron en los años noventa y que, con más prevención y cuidado, fueron lanzadas de nuevo y con viento bonancible al acabar la segunda década del XXI? Evidentemente ni ha llegado el fin de la Historia ni los optimismos sobre la globalización han hecho de nuestro mundo un mundo mejor.

Se imponen, en cambio, la zozobra, el repliegue, la reflexión sin alharacas y la necesidad del sentido común, asociados al valor de la solidaridad y a las aportaciones más positivas del conocimiento científico. En esas estamos, expectantes y sumidos en el desconcierto y la rabia ante los efectos provocados por un expansionista salvaje y criminal, que ya ha perdido una guerra, de la que caben extraer múltiples lecciones. Entre ellas, la de haber contribuido a poner a cada cual en su sitio, a medida que se despejan las dudas y las ambigüedades quedan definitivamente desacreditadas. No ha lugar al pasteleo ni a la demagogia. Ha llegado la hora de la verdad.

Todo lo demás, como diría el inmenso poeta de Paredes de Nava, son "verduras de las eras"

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