Aprovecho que este foro está repleto de lectores y lectoras empedernidos para plantear una cuestión sobre algo que me ha llamado la atención respecto al arte y las posibilidades de la escritura.
Leo en Babelia, suplemento literario de El País, que la próxima novela de Antonio Muñoz Molina ofrece en sus setenta primeras páginas un texto en el que no consta ningún punto. Es decir, lo presenta todo seguido, como el pasodoble, pero sin señal que marque la estructura de las oraciones ni las pausas ni las pautas que orientan el argumento de la exposición realizada por medio de la letra escrita. Al amparo de la libertad creativa, hay autores que han utilizado, con todo derecho, esa modalidad, aunque se trate de algo más excepcional que frecuente. Si en la plasmación literaria es normal la provocación, no cabe duda que ésta es una forma de conseguirlo por más que el lector pueda sentirse atraído o no por ella.
Habituado a leer con ayuda de las señales ortográficas, indispensables, a mi juicio, para comprender y asimilar lo leído, reconozco que me costaría mucho adentrarme en un texto presentado de esa manera. Por eso, me gustaría saber vuestra opinión.
Personalmente, más allá de la curiosidad, y con la cantidad de obras aún por leer, tal vez, si me meto en esa faena, tendria la sensación de perder el tiempo. Y bien sabido es que el tiempo es el bien más escaso.
Tanto se escribe que la selección resulta indispensable
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