Hechos están ocurriendo en la política española que causan desazón y sitúan al ciudadano de a pie en posiciones incómodas. Son la manifestación de un entorno dominado por el ruido y los comportamientos poco edificantes en una democracia que, pese a todo, creemos sólida, firmemente asentada e irreversible. La fortaleza de la Constitución, abrumadoramente apoyada por los españoles en 1978, así lo asegura. Tanto como el hecho de haber propiciado el período más prolongado de libertades, garantías y derechos de la historia de España.
Las invocaciones a los riesgos del transfuguismo afloran en un ambiente más de sospecha e hipótesis que de certidumbre. Personalmente, digan lo que digan Bolaños o Semper, creo que no parece posible por el deterioro de imagen del país que supondría coincidiendo con la Presidencia de turno del Consejo Europeo. Puede entenderse como una añagaza planteada con fines disuasorios pero con un fundamento muy cuestionable.
Entre tanto, las bambalinas de la política brindan iniciativas sorprendentes. Se prestan diputados para formar grupos parlamentarios que las urnas no han ratificado. Se aporta oxígeno y pasta a formaciones de dudosa lealtad institucional, que ni siquiera han tenido la deferencia de informar al Jefe del Estado de cuáles son sus intenciones. El Reglamento no prevé ese préstamo que, tipificado como fraude de ley, solo se ampara en precedentes... Y bien sabemos el valor, y el riesgo, que los precedentes, sin respaldo legal, tienen.
Y, a mayor abundamiento, la atmósfera se enrarece ante la expectativa de "encaje" de una amnistía dentro del orden constitucional, en el que hasta ahora no tenía cabida, pues no hay presos politicos en España ni la medida de gracia es aplicable de forma generalizada, ya que el Art. 62 de la CE prohíbe los indultos generales. A la búsqueda oportunista del resquicio legal que de pronto lo permita - hay quien invoca la Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882 - y en contra de la opinión jurídica más solvente y acreditada, jamás se ha planteado así en las democracias que en el mundo son. El hecho de que la tenga ahora provoca sorpresa y cierta desconfianza en el cumplimiento de los principios reguladores del Estado de Derecho. Cuando la coyuntura se sobrepone a la estructura, los cimientos del edificio tienden a agrietarse.
En fin, la legislatura acaba de comenzar, abierta a conjeturas e incertidumbres de toda indole. Mas no es difícil prever lo que va a pasar - la reedición del apoyo plural recibido por Sánchez - pues, a la postre, el prófugo de Bélgica, sin atisbo alguno de sensibilidad progresista, acabará demostrando, con los matices y justificaciones que se quiera, el insólito poder que tiene y se le concede en estos momentos. Ante ese escenario, uno hace uso de la perspectiva que la historia de España ofrece para dejar constancia del alivio que supondría el hecho de que las opciones aglutinantes de cerca del 70 por 100 del voto ciudadano se pusieran, en algo y alguna vez, de acuerdo.
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