La tragedia de Venezuela se agudiza aún más tras la toma de posesión ilegal y fraudulenta de Nicolás Maduro. Durante su mandato, el rico pais caribeño se ha visto sumido en la corrupción y la atroz dictadura represiva que conduce al desastre y a la destrucción de su sociedad hasta uno de los niveles más dramáticos de Larinoamérica. Entre los muchos indicadores que revelan la magnitud de la catástrofe a que ese dictador conduce al país no hay ninguno tan elocuente como el abandono masivo de una parte significativa de su ciudadanía. Bastaría recordar que ya en 2021 la oficina del Alto Comisionado para los Refugiados, ACNUR presentó el contundente y riguroso informe en el que, tras Siria afectada por una situación de guerra, Venezuela figuraba como el segundo país del mundo que había rechazado más allá de sus fronteras a un sector relevante de su población. A comienzos de la década actual el éxodo superaba los cinco millones de venezolanos que huían del pais destrozado por la corrupción y los efectos de una política inepta y miserable, bien identificada como "la peste militar" y los atroces efectos que trae consigo. Es la manifestación inequívoca del fracaso del proceso bolivariano.
La magnitud del exilio no ha hecho sino aumentar hasta alcanzar en 2023 cerca de los ocho millones de personas. Es el reflejo de la desesperación y la miseria en que aparece sumido el pueblo venezolano. Representa el reflejo más ostensible del fracaso de la llamada "revolución bolivariana", un desastre sin paliativos que sobrevive mediante la represión, el control obsceno de las instituciones y el fraude electoral.
Recojo aquí la interesante reflexión de José Andrés Rojo:
" En el libro que el historiador Elias Pino Irrurieta escribió sobre Simón Bolívar para criticar a “los pontífices que se anuncian como sucesores y continuadores del grande hombre mientras martirizan a sus pueblos y los conducen al precipicio”, rescata un fragmento de Venezuela heroica, la epopeya romántica que publicó en 1881 el político y escritor Eduardo Blanco. “De súbito, un grito más poderoso aún que los rugidos de la tempestad”, decía ahí, “recorre el Continente”. El libertador había logrado inflamar a “un pueblo de héroes” con una idea: “la emancipación del cautiverio”. Aunque esa retórica gloriosa tan manoseada por el chavismo pueda encender todavía los corazones, de manera más prosaica los venezolanos votaron el año pasado (28 de julio de 2024) para emanciparse del cautiverio. Y por eso hoy deberñia ser sobre todo la izquierda —que se quiere defensora de los más frágiles— la que tiene que señalarle a Maduro el camino de salida".
Todas las opciones políticas defensoras de la democracia - ya sean de derecha o izquierda - deben unir su voz contra los responsables de la tragedia que destroza Venezuela.
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