18 de enero de 2025

La huella inmensa de Paco Ibáñez




 Nunca escribiré mis memorias pues no valen la pena, pero, si lo hiciera, un apartado específico merecería la alusión al impacto, estético y emocional, que hace muchos años - sucedió el 8 de noviembre de 1968 en el Colegio Mayor Santa Cruz de Valladolid - me produjo el descubrimiento inesperado de Paco Ibáñez. Es probable que los jóvenes le desconozcan, aunque imagino que, de tomar contacto con su obra y su estilo, sin duda les provocaría sensaciones similares. Quién sabe. De todo podemos esperar.

Cuando en 1968 legó a España el LP con las canciones desplegadas por él poco antes en el. Olympia de Paris, trajo consigo una especie de conmoción que para muchos, entre los que me encuentro, habría de perdurar para siempre. El hallazgo comenzaba con 'Cuando ya nada se espera personalmente exaltante... ", del famoso poema de Gabriel Celaya " La poesía es un arma cargada de futuro ". Y seguía con aquel, como un martillo, "maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales". Pervive incólume en la memoria al igual que las versiones cantadas de piezas eternas de Alberti, Otero, Quevedo, Lorca, Goytisolo, Miguel Hernández, Góngora, Cernuda, Antonio Machado...
Trató, y lo consiguió, de proyectar con sensibilidad y enorme talento la poesía imperecedera de la España creativa y luchadora, de la España de la rabia y de la idea: una poesía musicalizada que en aquel momento supuso un viento de enriquecimiento cultural y esperanza de libertad, al socaire de la voz de Paco, amparada en aquellas letras conmovedoras, que contribuían a despejar las brumas agobiantes y siniestras de la dictadura en sus años finales.

Cumplió nueve décadas de brío y juventud el pasado mes de noviembre. Felicidades, Paco



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