24 de mayo de 2017

De la cortesía formal al desvarío efectivo: las evidencias trágicas del secesionismo catalán


Tratarán de edulcorarlo como sea, con buenas palabras y melifluas propuestas, de mostrar la cara más amable y persuasiva, de ofrecer a la opinión pública española, aquí y acullá, los argumentos que justifiquen la necesidad de sus reivindicaciones, de atraer con la sonrisa en los labios la aquiescencia y la comprensión de la comunidad internacional y de las embajadas que la representan. Poco importan los desplantes recibidos en los escenarios extranjeros, la indiferencia o las sospechas provocadas en los auditorios a los que se dirigen y por los que abonan generosos estipendios a costa del erario público. La hoja de ruta del agit-prop reiterativo hasta la náusea sigue adelante. Lo tratarán, sin duda, pero el caparazón de la cortesía se ha resquebrajado ya para siempre. Bajo el trampantojo del referendum pretendido inconstitucionalmente se esconde la "metodología" real de sus pretensiones. Con la denominación de Ley de Transitoriedad se ha elaborado el cúmulo de perversiones legales y de retrocesos en derechos y libertades a los que se enfrentan los catalanes que secunden tamaño despropósito. Como cabía prever, todo ha quedado, al fin, al descubierto.

Nada igual ha ocurrido en el panorama internacional. Se acabó la farsa para convertirla en tragedia. Trágico a fuer de real. Es importante que se sepa, que se proclame a los cuatro vientos,que nadie lo ignore, que se aclare de una vez por todas la ínfima catadura política y moral de la banda que manipula y miente a los catalanes, mientras sojuzga el funcionamiento del Parlamento. La lectura de la columna de Vidal-Folch resulta esclarecedora. Deja en evidencia la treta y la añagaza con la que intentan construir la secesión, que convertirá a Cataluña en algo parecido a Kosovo.

Ya lo he señalado alguna vez en esta misma ventana. Ninguna administración seria y solvente en el mundo se prestará a secundar tamaña desvergüenza.

18 de mayo de 2017

¿Es este el signo político de los tiempos que corren?

¿Simboliza el gobierno formado por Emmanuel Macron el rumbo hacia el que tiende en nuestros días la política en Europa? Derrotadas electoralmente las opciones históricas, basadas en la disyuntiva entre la izquierda y la derecha, se ha acabado imponiendo la orientación que se sitúa por encima de esta dualidad defendiendo la moralización, es decir, la ética como principio inspirador de la acción pública. Tan intensa y tan grave es la corrupción, que impregna el núcleo y la epidermis de la vida política, que sólo cabe invocar la defensa de la honestidad por encima de las ideologías, que se dicen periclitadas.


 
Bajo este paradigma en pro de lo ético, y con un presidente situado au dessus de la fórmula partidaria clásica, la decisión en poder de los responsables designados (ministros) se desglosa, sin embargo, en dos formas de entenderla bien delimitadas ideológicamente.

Y es que si las líneas aplicadas a las tareas de carácter social y ambiental aparecen encomendadas a los políticos socialdemócratas, las orientadas a la gestión de la economía priman a los gobernantes de filiación liberal, inequívocamente decantados a la preservación de los principios del capitalismo en su versión más selectiva.
¿Va por ahí el signo de la política de nuestro tiempo?
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