16 de julio de 2009

Honduras se hunde



Pasa el tiempo y las nubes en Honduras siguen ocultando el horizonte hacia el que se encamina el país. Tras los encuentros y las declaraciones a favor de la democracia y de apoyo al Presidente legítimo, Manuel Zelaya, con visita incluida a la Secretaría de Estado norteamericana, un panorama de confusión e incertidumbre se cierne sobre el muy pobre país centroamericano.
Kapucinski lo ejemplificó como el ejemplo del lugar donde nunca pasa nada, del territorio sumido en la inercia y el silencio, el mismo que se percibe cuando se visitan las ruinas mayas de Copán. Los analistas más críticos han hecho de él la manifestación más clara de lo que es y significa una república bananera, sumisa, dócil, plegada a los intereses de la United Fruits Corp. y bajo la tutela implacable de un Ejército corrupto que tolera la democracia porque ésta jamás pone en peligro sus privilegios, a ultranza defendidos por una clase política civil que nunca había levantado la voz ante el ordeno y mando de los milicos, siempre servil a los intereses de los grandes hacendados, que a comienzos de los ochenta plantearon la posibilidad de convertir a Honduras en Estado Libre Asociado a Estados Unidos.

Manuel Zelaya era uno de éstos, hasta que de pronto se dio cuenta de que en Guatemala, el Salvador y Nicaragua, amén de la mayor parte de los países del Cono Sur, soplaban vientos de reforma, tímidos y cautelosos, pero resueltos a cambiar el rumbo de una historia que hasta entonces carecía de interés. En Noviembre de 2008, estando yo en La Antigua, Zelaya hizo unas declaraciones en un periódico de Guatemala que ponían en evidencia su voluntad de sintonizar con principios y líneas de acción sensibles a la realidad de una sociedad marcada por la injusticia y las desigualdades más pavorosas. El periodista le preguntó: “¿no cree usted que con esa orientación puede soliviantar a quienes realmente controlan su país?. La respuesta fue contundente: “confío en mi país y en el nuevo presidente de los Estados Unidos. No quiero hacer una revolución, quiero que Honduras deje de ser el país que ha sido para convertirse en el pais de todos los hondureños”. La victoria de Obama le dio alas para pensar que podía levantar el vuelo, poniendo en marcha una alianza con los países del ALBA, liderados por el singular presidente de la República bolivariana de Venezuela. La dependencia de Honduras respecto a Estados Unidos ha sido tal, que nunca podría haberse replanteado una estrategia sin vislumbrar la reacción del poderoso vecino del Norte.

¿Cometió un error convocando el referéndum no consultivo para la reforma constitucional de cara a prever la posibilidad de un segundo mandato? No. Todos sabían que ese referéndum era testimonial y no podía alterar las reglas del juego salvo que el Parlamento decidiera revisarlas. Ha sido quizá un farol, un intento voluntarista de aproximación al pueblo adormecido, aunque se haya convertido en el pretexto utilizado por los milicos para ponerle de patitas en la calle y dar un golpe de Estado antidemocrático sin paliativos. Han vulnerado la ley y han retomado el viejo estilo de las repúblicas bananeras de toda la vida.

Pasa el tiempo y Zelaya sobrevuela el cielo hondureño o permanece en la antesala de los paises vecinos, a la espera de un regreso que se demora día a día. El que espera, desespera. Todo queda en manos de Oscar Arias, el costarricense sonriente que aplica su poder de arbitraje mediante una actitud de equidistancia hacia Zelaya y los golpistass, que, me temo, no le va a salir bien. Un equilibrio de todo punto inadmisible, pues coloca en posición de igualdad dos hechos que no son comparables. De esa forma, la situación está encallada y se encamina a medida que pasan los días hacia la ratificación del poder golpista en la modesta casa presidencial de Tegucigalpa (en apariencia, la menos presidencial de cuantas puedan verse en nuestro mundo). Sólo una actitud de firmeza frente al golpismo puede resolver ese laberinto. Mientras perviva la tibieza o la predisposición voluntaria hacia una imposible solución conciliatoria, la suerte está echada a favor de Micheletti y sus secuaces.

En la imagen, perspectiva de Tegucigalpa, capital de la República de Honduras

12 de julio de 2009

Obama en Africa: ¿recuperar el espíritu de la independencia?



Hay que reconocer que lo que está diciendo y manifestando Barack Obama no deja de sorprendernos. Seguirle en su periplo por el mundo constituye una experiencia fascinante por lo que tiene de revelación de una imagen y un discurso que jamás habíamos visto y oido en un Presidente de los Estados Unidos. Quien quiera ver en ello un simple cambio de estilo, un simple lavado de cara, posiblemente se equivoque, pues da la impresión de que el actual inquilino de la Casa Blanca pretende sinceramente que su paso por la presidencia norteamericana vaya asociado a conceptos, ideas y estrategias que entienden el mundo desde una perspectiva más libre, más multilateral, más autocrítica y más solidaria. Se ha erigido, quizá sin quererlo expresamente, en el político con mayor credibilidad en el momento actual, por supuesto mucho más reconocido y digno de consideración que sus colegas europeos, que parecen sumidos en la banalidad de la sonrisa, en la inercia y en el disimulo, y, lo que es peor, en la falta de ideas e iniciativas con verdadera consistencia.

Me ha llamado mucho la atención el viaje de Obama a África. Que yo recuerde ningún dirigente occidental ha dicho las cosas que ha lanzado a los cuatro vientos, con la mirada puesta en ese espacio desolado, el hijo del abogado keniata. El apoyo de las sociedades africanas ha sido multitudinario y las declaraciones recogidas en los medios asombran por su admiración. ¿Es el valor de la negritud?, ¿es el orgullo por el hecho de que un negro haya llegado a donde ha llegado?, ¿es la muestra de agradecimiento por una visita que ninguno de sus predecesores ha llevado a cabo y en los términos en que éste lo ha hecho?, ¿es la necesidad de sentirse atendidos por un líder mundial, cuando los otros sólo entienden África como el continente abandonado a su suerte y sometido al expolio sin miramientos?. Puede que sea eso, aunque quizá no lo es todo.

A mi modo de ver, una de las ideas más llamativas ha sido la que le ha llevado a animar al continente africano a recuperar el poder transformador de los movimientos de independencia, de aquella etapa en la que emergieron los grandes dirigentes – Lumumba, Nkrumah, Nyerere, Ben Bella, Machel….- que pusieron a África en el mundo y que, por un momento, llevaron a pensar en un futuro prometedor y de expectativas imprevisibles en su historia. Mas lo cierto es que de una u otra manera todos ellos fueron arrumbados por las antiguas potencias coloniales, jamás dispuestas a aceptar las “veleidades nacionalistas de unos ignorantes”, como los calificó el rey Balduino de Bélgica.

Fue una actitud plenamente compartida y defendida por la CIA y la Casa Blanca hasta el punto de que ninguna opción defensora de aquel “poder transformador” que hoy reivindica Obama llegó a consolidarse. De ahí el extraordinario significado de sus palabras cuando, tras recordar la importancia de su viaje como la expresión de un “retorno simbólico a la tierra africana” de la que procede, destacó que “el siglo XXI no se decidirá por lo que pase en Moscú, Roma o Washington, sino también por lo que pase en Accra”, es decir, en la capital de la antiguia Costa de Oro que fue el primer pais del continente en acceder a la independencia tras la descolonización.

3 de julio de 2009

Barcelona nunca deja indiferente




Nunca pensé que esta semana, transcurrida en Barcelona, me iba a proporcionar experiencias tan intensas como contradictorias. Viajar a Cataluña nunca ha sido para mí un hecho rutinario ni irrelevante. Aunque el motivo del viaje ha tenido que ver con cuestiones de carácter académico y profesional, reconozco que la toma de contacto con la realidad catalana me supone una llamada de atención sobre un sinfín de aspectos, que de una u otra manera acaban dejando huella en el sentimiento y en la memoria.

Gracias a la generosa iniciativa y al encomiable esfuerzo de mi colega de la Universidad de Barcelona, Joan Eugeni Sánchez, he tenido la oportunidad de analizar y ver de cerca los cambios - económicos, sociales y urbanísticos - que están teniendo lugar en esa ciudad y en su impresionante área metropolitana. He visto de cerca el proceso de transformación del Poble Nou, la modernización urbanística de L’Hospitalet, el proyecto de reestructuración del espacio conocido como 22@, las actuaciones llevadas a cabo en la comarca del Vallés, con atención especial a San Cugat, Cerdanyola y Sabadell….. En fin, los encuentros y los debates en torno a las nuevas perspectivas en que se inscribe el futuro de Barcelona y su área de influencia me han permitido ponerme al día, refrescar los análisis, someter a valoración crítica lo que hay que de realidad y lo que, en cambio, permanece sumido en las buenas intenciones.




Y es que Barcelona siempre aporta cosas nuevas, provoca curiosidad e induce a la reflexión. No en vano, sigue siendo esa “ciudad de los prodigios”, que con tanta expresividad describió hace tiempo Eduardo Mendoza en una novela que nadie interesado en la Cataluña y en la España moderna debiera dejar de leer. Me gusta de vez en cuando aproximarme a Barcelona con afán de descubrir cosas nuevas y de hacerlo además con esa mezcla de reconocimiento y espíritu crítico tan necesarios para asumir lo que de positivo tiene esa aglomeración tan activa aunque dejando también claro que, como en todo, siempre hay que retirar el barniz para fijarse con detalle en lo que verdaderamente crea aportaciones que merecen ser tenidas en cuenta.

Estando en Barcelona he asistido, en las conversaciones mantenidas, a la aprobación de la Ley de Educación, que voy a analizar a fondo antes de opinar sobre ella, porque encierra más miga de la que parece, he visitado la magnífica exposición sobre Ildefonso Cerdá, el gran arquitecto del Ensanche, en la Diputación, he visto de cerca los entusiasmos suscitados por el primer concierto de U2, he comentado los éxitos futbolísticos del Barça y la deriva de este deporte en España cuando se inicia la versión corregida y aumentada, de la segunda etapa de Florentino Pérez y su feria de las vanidades, y de pronto me he topado con lo que significa la pérdida cultural a raiz del fallecimiento de Baltasar Porcel, quien, como mi amigo Julio Valdeón, se ha ido para siempre a los 72 años y a las 19,15 de una tarde de comienzos del verano.

Nunca le conocí, pero he de reconocer que dejó huella en mí cuando casualmente encontré su obra sobre “Los chuetas de Mallorca, quince siglos de racismo”, que puso al descubierto la tragedia histórica de los judíos de Baleares. Me gustó mucho también su biografía de Josep Tarradellas, el presidente de la Generalitat que regresó del exilio, y curiosamente no hace mucho llegó a mis manos, como obsequio inmerecido, su última novela, Cada castell i totes les sombres, que esperaba poder leer este verano y que haré sin duda como homenaje y recuerdo a uno de los autores que mejor supo entender, descubrir y proyectar lo que se esconde en el entorno maravilloso del Mediterráneo. Regreso a casa conmocionado por la noticia y con la sensación de que hoy sé mucho más de lo que sabía cuando hace una semana fui a Barcelona con el propósito de conocerla mejor.

Imágenes: ¿Qué mejor resumen del pensamiento y la forma de entender la mentalidad y la actitud ante la vida de la burguesía catalana que este texto destacado en la exposición sobre Ildefonso Cerdá que ha tenido lugar en la Diputación de Barcelona?. Admirador ferviente de su obra, deseo con esta referencia sumarme al reconocimiento de una de las más brillantes personalidades en la nueva concepción del urbanismo en la segunda mitad del siglo XIX.

Perspectiva desde Montjuic


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