27 de octubre de 2017

Han hundido a Catalunya en la miseria, pero España está y siempre estará con Catalunya


Si tenía que suceder algo así, que suceda, al fin. Se acabaron las ambigüedades, se ha puesto fin a las especulaciones, cada fuerza politica, cada dirigente, aparece ubicado en el sitio que le corresponde, mientras en las tierras catalanas ha quedado al descubierto la catadura real, la bajísima estofa, de los gobernantes encargados de la demolición de su país. Pues son enemigos de Catalunya más que de España, porque España sigue y Catalunya se hunde, fracturada, enfrentada, en la miseria,con un horizonte desolador mientras esa banda continúe. La región del bono basura. Declarar la independencia con 70 votos de 135. ¿Quién podrá validar eso? ¿A quién querrán engañar?

La Historia les pasará factura, porque han dejado Catalunya en el peor de los escenarios. El tandem Puigdemont-Junqueras quedará sentenciado para siempre: sujetos de la mentira, el engaño, la marrullería, la malversación. La verdad es que este tema se había convertido en una pesadilla, en una atroz zozobra, que impedia respirar y disfrutar del paisaje. Si les digo la verdad, me siento más relajado aunque me preocupa la situación en que queda esa sociedad catalana, tan atractiva en otro tiempo y hoy sumida en el desastre. La experiencia vivida será considerada como el contraejemplo de la política, como la manifestación de las perversidades derivadas de la mentira, la manipulación de las conciencias, de la corrupción y el fanatismo. Otra expresión más de la depravación a que conduce el nacionalismo xenófobo y excluyente.

Ha llegado el momento de que la Ley prevalezca, de restablecer el orden y convocar elecciones. Saldremos de esto, no les quepa duda.

20 de octubre de 2017

Del trauma a la sensatez: hacia la superación del secesionismo reaccionario y excluyente







Ignoro qué pasará y cómo evolucionará el chantaje secesionista, profundamente reaccionario e ilegal, que un sector de la sociedad catalana está realizando contra España, contra la Unión Europea y contra el Derecho Internacional. Todo está abierto todavía, aunque estamos a punto de alcanzar la fase cenital del "ciclo del producto", que, como siempre ocurre en la estructura de los ciclos, abrirá paso a la curva descendente.


Si esa fase, muy delicada y no exenta de riesgos, es bien gestionada, conforme a la Ley, por el Gobierno del Estado y sus formaciones políticas más responsables, las derivas nacionalistas, basadas en la manipulación de la historia y de la geografía, en la mentira propagandística, en la insolidaridad y en los propósitos de exclusión social, cultural y étnica, quedarán neutralizados en España y en la Europa integrada por mucho tiempo. Ojalá.


Es tan traumática la catarsis que está teniendo lugar en nuestro país que las lecciones y advertencias extraídas ejercerán, a mi modo de ver, un poderoso efecto disuasorio a la hora de acometer aventuras tan desafortunadas y lesivas desde todos los puntos de vista como la que estamos viviendo y observando allende el Ebro. Será como vacuna protectora, como antídoto frente a la irracionalidad. Mas no cabe duda del importante margen de responsabilidad que en esta posible y deseable reversión de la tragedia provocada van a desempeñar las estrategias de relocalización empresarial frente a la inseguridad jurídica, los efectos de la globalización refractaria a las fronteras y la actitud contundente y clarificadora respecto al secesionismo tramposo por parte de la Unión Europea, a la que justamente se rinde hoy homenaje en el Teatro Campoamor de Oviedo al compás del "Asturias, patria querida". ¿No les parece?


(Obtuve esa foto recorriendo el Barrio del Raval cuando Barcelona era Barcelona)

4 de octubre de 2017

Es necesaria una novela sobre Cataluña como la que Fernando Aramburu escribió sobre Euskadi

Comienza a echarse de menos una novela concebida con el propósito que en su momento inspiró y se plasmó en la impresionante "Patria" de Fernando Aramburu. Qué curiosa coincidencia, aunque nada tenga de casual. Se ha acabado imponiendo tanto en el Pais Vasco como en Cataluña la necesaria catarsis provocada por un texto de ficción que recoja las vivencias que condicionan negativamente los comportamientos culturales, sociales y personales de espacios lacerados, mediante una cuidada y sistemática planificación en el tiempo, por las derivaciones más espurias del nacionalismo excluyente y supremacista.




Las lecciones extraidas de la obra de Fernando Aramburu, la novela más leida en España en el último año, nos conducen inevitablemente al deseo de encontrar una explicación convincente a la desestructuración de una de las sociedades más dinámicas e innovadoras de España, como ha sido la catalana, sumida hoy en la confrontación, en el insulto, en el rechazo inmisercorde hacia el discrepante. Una sociedad patológicamente fracturada. La sociedad más deteriorada del espacio comunitario europeo, al menos hasta que deje de pertenecer a él.

No es un proceso que se fragüe en un día, como tampoco lo fue en Euskadi. Se construye a lo largo del tiempo, implacable y destructivo como la gota malaya. El recurso a la tergiversación obsesiva de la historia, al tópico descalificador, al desprecio hacia la diferencia, al rechazo sin precauciones ni restricciones, van creando poco a poco, y sin reversión posible, ese caldo de cultivo que, al fin, cristaliza en el odio sin paliativos hacia "lo español". Es la inoculación gradual del fascismo, con todo el corolario de perversiones que trae consigo, a cual más nociva, como la que tiene que ver con la manipulación de la información, con el señalamiento público y con la intimidación del disidente, como atrozmente describe la cineasta catalana Isabel Coixet. Todo, hasta lo nimio y coyuntural, forma parte de un pretexto, todo es aprovechable, para agravar la fisura que no cesa. La identidad como paradigma divisor, la "patria" como refugio exclusivo. Comportamientos reaccionarios, antitéticos del progreso y la solidaridad. ¿Qué hacen los que se dicen de izquierda secundando tanto disparate? ¿Para cuándo las reacciones de los dirigentes independentistas del Gobierno catalán o del Ayuntamiento de Barcelona contra tanto desvarío? Su silencio les convierte en cómplices del escrache y la extorsión.

Y, aunque bien es verdad que, por fortuna y a diferencia de Euskadi, la violencia criminal no ha dominado en el espacio catalán, no es menos cierto que las rupturas de la amistad, las disensiones familiares, la pérdida de las confianzas antes construidas, las conversaciones evitadas para no molestar, la prevalencia de la sospecha hacia el que no piensa en clave identitaria como actitud permanente y dogmáticamente asumida, la incapacidad para reconocer que las fronteras lesionan la convivencia, se muestran como legados funestos transmitidos con la velocidad de la pólvora por los aberrantes caminos de irracionalidad hacia los que ha conducido en España, uno de los países más descentralizados del mundo, el nacionalismo cerril de boina y barretina.

2 de octubre de 2017

Necesidad de espacios de encuentro entre Cataluña y el conjunto de España, de la que forma parte


Hay que recuperar el diálogo, la cordura, la voluntad de negociación a la búsqueda y estabilidad de espacios de encuentro entre España y la tierra de Joan Manuel Serrat y Jaume Vicens Vives. Son tan necesarias entre sí. Sorprende que el gobierno del Estado, tan repleto de asesores, expertos, gente bien informada e inteligente, con todo el aparato prospectivo en su mano, haya cometido tantos y tantos errores. El incurrir en la ingenuidad de que la policia autonómica catalana iba a colaborar en la ejecución de las ordenes judiciales es de una torpeza mayúscula. Les dejaron como a Gary Cooper en "Solo ante el peligro". Bastaba una añagaza, un empujón, un insulto para provocar la carga. Todo formaba parte de un guión cuidadosamente prefabricado. El Gobierno ha caido incomprensiblemente en la trampa saducea y miserable que le ha tendido el secesionismo, que ha encontrado, al fin, lo único que le interesaba (pues el referendum era un mero pretexto para calentar el ambiente): la foto de la carga policial y el censo de heridos o contusionados. Lamentable Rajoy, tan artero como se creía. ¿Era necesario utilizar la porra sabiendo que las cámaras vuelan como cuervos al acecho para proyectarse sin límites en la aldea global?


Con todo, ya veremos lo que pasa con la declaración de independencia "en unos días". Los que pretenden lanzarla saben que, una vez echada al viento de la plaza de Sant Jaume, es irreversible. Al menos como punto de partida de un proceso conducente a no se sabe qué. Y saben también que sin respaldo de la Unión Europea es papel mojado. No tiene futuro. En el espacio comunitario no hay posibilidad, creo, de que prospere una iniciativa de este tipo si no cuenta con el reconocimiento de los países de la Unión. Quizá Venezuela, Kosovo, la república turco-chipriota, Abjasia y Eritrea se presten a reconocer la pretendida república catalana. Pero eso es chirlata, nada de nada. Ningún país serio, ni Naciones Unidas, admitirán una decisión tan chapucera e ilegal.




En ausencia de respaldo comunitario, el proyecto se va al garete, por lo que se lo tienen que pensar. Es el momento, pues, de que el Estado constitucional reaccione, corrija sus errores, tome la iniciativa, atraiga a la sociedad con mensajes convincentes e ilusionantes.  Recordemos que en 1996 Umberto Bossi, un demente iluminado como el antiguo alcalde de Girona (a quien su partido va a pedir cuentas antes que tarde) proclamó la independencia de la República de Padania en el Norte de Italia. Se la tuvo que envainar. Hoy el Bossi ese es un personaje olvidado del que nadie quiere hablar.

Entre tanto, hablan otros, que no inducen más que al descrédito del proceso. Al parecer, el ultraderechista Nigel Farage, el tipo que lanzó al Reino Unido al Brexit y que, tras abandonar su partido, se ha convertido en un proscrito marginal en el Parlamento Europeo, se ha erigido en defensor del referendum ilegal de Cataluña. Con esos compañeros de viaje, los que queden con un atisbo de dignidad política en la mancuerna soberanista deberían hacérselo mirar. La escoria de la política.



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