4 de octubre de 2017

Es necesaria una novela sobre Cataluña como la que Fernando Aramburu escribió sobre Euskadi

Comienza a echarse de menos una novela concebida con el propósito que en su momento inspiró y se plasmó en la impresionante "Patria" de Fernando Aramburu. Qué curiosa coincidencia, aunque nada tenga de casual. Se ha acabado imponiendo tanto en el Pais Vasco como en Cataluña la necesaria catarsis provocada por un texto de ficción que recoja las vivencias que condicionan negativamente los comportamientos culturales, sociales y personales de espacios lacerados, mediante una cuidada y sistemática planificación en el tiempo, por las derivaciones más espurias del nacionalismo excluyente y supremacista.




Las lecciones extraidas de la obra de Fernando Aramburu, la novela más leida en España en el último año, nos conducen inevitablemente al deseo de encontrar una explicación convincente a la desestructuración de una de las sociedades más dinámicas e innovadoras de España, como ha sido la catalana, sumida hoy en la confrontación, en el insulto, en el rechazo inmisercorde hacia el discrepante. Una sociedad patológicamente fracturada. La sociedad más deteriorada del espacio comunitario europeo, al menos hasta que deje de pertenecer a él.

No es un proceso que se fragüe en un día, como tampoco lo fue en Euskadi. Se construye a lo largo del tiempo, implacable y destructivo como la gota malaya. El recurso a la tergiversación obsesiva de la historia, al tópico descalificador, al desprecio hacia la diferencia, al rechazo sin precauciones ni restricciones, van creando poco a poco, y sin reversión posible, ese caldo de cultivo que, al fin, cristaliza en el odio sin paliativos hacia "lo español". Es la inoculación gradual del fascismo, con todo el corolario de perversiones que trae consigo, a cual más nociva, como la que tiene que ver con la manipulación de la información, con el señalamiento público y con la intimidación del disidente, como atrozmente describe la cineasta catalana Isabel Coixet. Todo, hasta lo nimio y coyuntural, forma parte de un pretexto, todo es aprovechable, para agravar la fisura que no cesa. La identidad como paradigma divisor, la "patria" como refugio exclusivo. Comportamientos reaccionarios, antitéticos del progreso y la solidaridad. ¿Qué hacen los que se dicen de izquierda secundando tanto disparate? ¿Para cuándo las reacciones de los dirigentes independentistas del Gobierno catalán o del Ayuntamiento de Barcelona contra tanto desvarío? Su silencio les convierte en cómplices del escrache y la extorsión.

Y, aunque bien es verdad que, por fortuna y a diferencia de Euskadi, la violencia criminal no ha dominado en el espacio catalán, no es menos cierto que las rupturas de la amistad, las disensiones familiares, la pérdida de las confianzas antes construidas, las conversaciones evitadas para no molestar, la prevalencia de la sospecha hacia el que no piensa en clave identitaria como actitud permanente y dogmáticamente asumida, la incapacidad para reconocer que las fronteras lesionan la convivencia, se muestran como legados funestos transmitidos con la velocidad de la pólvora por los aberrantes caminos de irracionalidad hacia los que ha conducido en España, uno de los países más descentralizados del mundo, el nacionalismo cerril de boina y barretina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails