31 de enero de 2013

En Allariz se ha marcado un precedente valioso y necesario



Ayuntamiento de Allariz. Es la fachada del Concello de ese hermoso lugar de la provincia de Ourense donde el granito da forma y consistencia a una atractiva e interesante trama urbana que se recorre con placer y con la curiosidad de quien va descubriendo el sinfín de matices que en sus plazas, calles, edificios y relieves ofrece esa roca cuando es esculpida y tratada con esmero. Hacer un alto en el camino que conduce a la costa atlántica es de todo punto recomendable si se desea conocer las infinitas particularidades que el territorio gallego ofrece. 

En adelante, cuando vuelva a visitar Allariz observaré esa fachada con mayor atención, pues tras ella se ha adoptado un acuerdo importante: el de efectuar el cobro del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) a la iglesia católica por varios bienes urbanos. El acuerdo se reafirma tras la desestimación por parte del juzgado de lo contencioso- administrativo número dos de Ourense del recurso presentado por la diócesis el 28 de junio de 2012 contra el acuerdo de la junta de gobierno local de diciembre de 2011, en el que pedía que se declarase la nulidad del cobro de estos recibos relativos a varios bienes inmuebles. El juzgado ha dado la razón al Ayuntamiento y la iglesia deberá abonar ese impuesto como un contribuyente más. Un precedente que dará que hablar y que esperemos sea secundado.

24 de enero de 2013

Espacios transformados (12): problemas irresueltos ante una nueva etapa





La normalidad ha vuelto a la Avenida Pennsylvania, en Washington. Arteria de enlace entre la Casa Blanca y el Capitolio, e impresionante perspectiva ante la que el paseante se siente empequeñecido, los presidentes electos de Estados Unidos la recorren solemnemente el día en que toman posesión de sus mandatos. Muchos aspectos pueden, y deben, criticarse de ese país, ya que la historia contemporánea está marcada por sucesos en los que su protagonismo merece la repulsa y la denuncia, aunque tampoco están ausentes los momentos y los hechos en los que suscita reconocimiento. En cualquier caso, no ha lugar a la indiferencia cuando uno se sitúa ante una realidad - la norteamericana - que influye decisivamente en los acontecimientos más importantes de nuestra época. Sin ella no es posible entender la configuración del mundo contemporáneo. 

Se inicia el segundo mandato de Barack Obama y las expectativas no son tan alentadoras como las que animaron su primera elección, matizadas las esperanzas de otro tiempo y con la mirada puesta en la resolución de los desafíos internos a los que se enfrenta el país; entre ellos, la aplicación en firme de los cambios introducidos en la sanidad o el cumplimiento de los objetivos de progresividad tributaria, factibles en ambos casos teniendo en cuenta la situación de desconcierto en la que se encuentra el partido republicano.

Sin embargo, late en las sombras de la incertidumbre el futuro que espera a uno de los problemas irresueltos de nuestro tiempo y que particularmente nos resulta a muchos muy sensible: la resolución de la tragedia palestina. Cuando fue elegido por primera vez, Obama pronunció en El Cairo un discurso rotundo y crucial en este aspecto. En esta ocasión, nada ha dicho, pese a que en su segundo mandato, y con los republicanos en zozobra, la oportunidad no debiera ser desaprovechada. En fin, y a la espera de lo que ocurra en un momento decisivo ¿cómo estará el mundo cuando la Pennsylvania Avenue vuelva a ser recorrida de nuevo en medio de la espectacular parafernalia que la rodea cuando los Presidentes acuden al Capitol para asumir la enorme responsabilidad que contraen? De lo que no cabe duda, es que la embajada de Canadá, a la izquierda, permanecerá vigilante y tan sumisa como lo ha estado siempre.

18 de enero de 2013

Un mérito cuestionable: el mito de la competitividad (a costa del trabajo)


Han comenzado a sonar en la prensa progubernamental y en los foros socialmente insensibles de nuestro país los timbales de la euforia, enardecidos por las observaciones de The Washington Post. El tema se las trae y merece ser comentado. El periódico vinculado al ideario del Banco Mundial y del FMI se deshace en loas hacia España mientras echa pestes contra Francia, marcando así una especie de antinomia entre dos modelos diferentes, de los que el primero debe ser - a juicio de ese medio - respaldado por su modernidad frente al anacronismo del segundo. ¿Cual es el criterio esgrimido para establecer tal diferencia? No hay otro que el de la "competitividad", la palabra sacrosanta de la escolástica neoliberal. Un concepto entendido estrictamente como "competitividad del mercado de trabajo", es decir, asociado al despido libre, a la reducción de los salarios y al aumento de la productividad de la mano de obra, con el consiguiente el coste social y el agravamiento del paro que ello implica, como expresivamente se pone de manifiesto en la tendencia observada, sobre todo desde 2008 hasta rozar los 6 millones de desempleados a finales de 2012. 






En ningún momento TWP alude a la magnitud de este problema, que no cesa de agravarse, limitándose a subrayar únicamente los efectos beneficiosos que las medidas destructoras del trabajo y la homologación progresiva con los parámetros y modelos vigentes en Asia, donde la mano de obra se devalúa sin cesar, traen consigo para las empresas que se benefician de ello. Da igual que el diferencial de la tasa de paro con Francia sea de casi 15 puntos. De lo que se trata es de poner en entredicho la tendencia del único país de la eurozona que aboga por la adopción de medidas más equitativas y fiscalmente justas, cosa que al diario norteamericano le resulta inasumible. En fin, puesto el objetivo en la demolición del modelo de justicia social vigente en Europa tras la SGM, el contrapunto establecido entre España y Francia ejemplifica el sesgo que el capitalismo global introduce entre los adictos a su paradigma y los que resisten a asumirlo ciegamente, convencidos de que la noción de competitividad apoyada en la degradación del trabajo no es sino un reflejo del impacto que provoca esa "peligrosa obsesión" como acertadamente la calificaba ya en 1994 Paul Krugman en Foreing Affairs

15 de enero de 2013

Exilio, inmigración y emigración: la historia, inolvidable y recurrente, de la población española



Cuando la memoria de lo sucedido se pierde o se desvanece las lecciones extraídas de la experiencia que aquella aporta corren el riesgo de quedar desvirtuadas. Si ninguna sociedad debe hacer caso omiso de su pasado, la española tiene la obligación de permanecer alerta a las referencias históricas que la recuerden lo que ha sido, cómo lo ha sido y de qué manera ha afrontado en cada momento los retos que se la han presentado y que curiosamente siguen siendo los mismos de hace mucho tiempo, por más que las transformaciones vividas pudieran dar da la impresión de que el país se ha liberado, al fin, de las servidumbres que han condicionado su desarrollo y las posibilidades de su capacidad integradora. Por lo que se ve no ha sido así por completo en un aspecto esencial de la dinámica social y económica. Refractario, al menos un sector de nuestra sociedad, a la inmigración que llegaba a nuestras costas y aeropuertos, cuando en los años de bonanza económica nuestro país parecía una tierra de promisión, los españoles vuelven a emigrar, y de forma significativa,  a los países que tradicionalmente los acogieron. Hacia Europa Occidental, hacia Latinoamérica, excepcionalmente a Asia. 


Lo observado actualmente reaviva en el recuerdo el exilio que tuvo lugar con destino a México, evocando, ya en un contexto histórico muy distinto, el protagonizado por los republicanos que huían de la "larga noche de piedra" que, como la definió el gran Ramón Castelao,  se cernía sobre España. "Quien no conoce México no conoce bien España", dice Jordi Soler,  el autor de este espléndido artículo sobre La desmemoria, cuya lectura recomiendo. Nos advierte de algo que no podemos olvidar: somos tributarios de nuestro pasado y, coherentes con él, pues muchas de sus deficiencias no han sido corregidas, nos vemos obligados a volver la vista atrás para conectarla con lo que hoy sucede y darnos cuenta de que la emigración, la salida al exterior, en búsqueda de un futuro mejor siga marcando con letras indelebles la realidad de nuestra sociedad. En nuestros días, de lo mejor de nuestra sociedad, que son los jóvenes, esos ciudadanos que en la flor de la vida se ven obligados a cruzar las fronteras, y no por espíritu aventurero (como estúpidamente alguien del Ministerio de Empleo ha afirmado), sino por la simple y fundamentada razón de que sus horizontes en España se encuentran sumidos en la niebla.


12 de enero de 2013

Antonio Muñoz Molina y el Premio Jerusalén de Literatura 2013


Don Antonio Muñoz Molina ha sido galardonado con el Premio Jerusalén de Literatura 2013. Un premio importante, pero también un premio delicado, muy sensible. No sorprende que así haya sido teniendo en cuenta la calidad del autor  y la dimensión emotiva que para el pueblo judío representa su novela Sefarad que vio la luz, editada por Alfaguara, hace ya unos años. No discutiré los incuestionables méritos del autor de El jinete polaco, que me lo descubrió para mantener mi atención desde entonces. Acabo de leer su Ventanas de Manhattan, que llama la atención por su riqueza de escenas, las dotes de observador de su autor, la enorme variedad de situaciones que plantea y la calidad de la mayor parte de las descripciones, demostrando que conoce muy bien el espacio central de Nueva York, que lo ha pateado a fondo y que casi nada ni nadie ha quedado fuera de su mirada. 

Y precisamente porque me interesa este nombre, al que considero vigilante de cuanto sucede en el entorno que le rodea y en el mundo que le ha tocado vivir, espero de él también algún gesto que revele su sensibilidad hacia los que sufren en Al-Quds (el nombre árabe de la ciudad jerosolimitana, donde conviven las tres culturas monoteístas) y en los territorios palestinos ocupados. No es posible honestamente pasar por encima de esa realidad que conmociona y transtorna como pocas el mundo en que vivimos. Ser agasajado en Israel no debe impedir demostrar que también se es defensor de las causas agravadas por una ocupación ilegal que dura ya más de cuarenta años a costa de un pueblo que sufre y de un territorio roto y brutalmente expoliado. Debe ser difícil viajar de Tel Aviv a Jerusalem sin toparse con el muro que divide Cisjordania y que tanto rechazo ha suscitado en la comunidad internacional. 

¿Qué pensará Muñoz Molina de todo eso? No lo sé, porque no recuerdo haber leido nada de él sobre ese tema, él que tanto ha escrito sobre tantas cosas. Pero no estaría de más, pues hay precedente de ello, que tomase nota de la actitud adoptada por el escritor británico Ian McEwan que, tras aceptar el premio en 2011, condenó en su discurso de recepción la construcción de los asentamientos ilegales y la expulsión de los palestinos de sus casas en Jerusalén Este, algo que sucede a diario, que clama al cielo, que ofende la dignidad humana. He ahí la responsabilidad ineludible de los intelectuales: hacer de su libertad un poderoso baluarte de su sensibilidad y de su espíritu crítico frente a la opresión y la injusticia.

10 de enero de 2013

La necesidad de un periodismo crítico: ha nacido “’Último Cero”





Solamente sobre la base  de una  información veraz,  objetiva, rigurosa  y libre es posible cimentar la calidad democrática que precisan las sociedades contemporáneas. En torno a la información planteada en estos términos  se despliega un amplio abanico de posibilidades asociadas a la interpretación rigurosa de lo que sucede en la realidad, a la formulación de opiniones que estimulen el debate mediante el conocimiento de los diferentes enfoques y perspectivas que un tema encierra y, lo que es más importante, a la creación de un pensamiento crítico, bien fundamentado, refractario a la simplificación y al adocenamiento a que a menudo conducen los modelos informativos al servicio de los grupos de poder y de los intereses sesgados que defienden.

Por esa razón siempre hay que felicitarse cuando un grupo de profesionales de la información decide con tanta ilusión como esfuerzo poner en marcha una iniciativa orientada a promover un órgano de difusión de las noticias y de las ideas, relacionadas con los sucesos y los fenómenos que interesan a los ciudadanos, con el propósito de estimular esa conciencia reflexiva capaz de permitirles afianzar su fuerza  y sus posiciones en un contexto histórico ante el que no pueden permanecer indiferentes. 

Tal es la finalidad pretendida por la plataforma periodística “Último Cero, que ayer se dio a conocer públicamente en Valladolid, y en cuya promoción confluyen algunas de las personas más sensibles e intelectualmente más sólidas de la sociedad vallisoletana. Haciendo suyo el amplio margen de capacidades de difusión favorecidas por la comunicación en red, tratan de mostrar  lo mucho que da de sí el pensamiento crítico aplicado a los hechos de nuestro tiempo  sobre todo cuando este empeño se acomete con honestidad, abierto a una gran diversidad de temas y con la coherencia que anima la adscripción a un proyecto culturalmente integrador.

"Para garantizar esa independencia frente a los poderes políticos y económicos,- señala Pedro Vicente en su blog -  "Último Cero" se financiará a través de un sistema de suscripciones, similar al que han adoptado otros medios emergentes como eldiario.es que dirige Ignacio Escolar. Una fórmula que por otra parte otorga al proyecto un carácter participativo y refuerza el compromiso social con la información veraz y la opinión plural". 


Basta prestar atención a las palabras de Fernando Valiño, periodista de toda la vida, afanado con seriedad en todos los frentes y batallador incansable en pro de las causas más nobles, para darse cuenta de por dónde se encamina la idea. Personalmente, la deseo la mayor de las fortunas, es decir, la de que sea aceptada por la sociedad - la de aquí y la de todo el mundo, pues la Red lo hace posible - como una referencia informativa útil y necesaria. 





7 de enero de 2013

Mensajes en la calle (38): ¿Cuánto vale un poema?



La lucha por la vida, la imaginación en pos de la supervivencia. ¿Cómo definir la capacidad del ser humano para suscitar la atención ajena, que le permita sentirse alguien en medio de una multitud indiferenciada e indiferente? Se puede hacer de muchas maneras, entre ellas la que utiliza la cultura como herramienta capaz de atraer la curiosidad y, a ser posible, la generosidad del paseante. 

Situarse, sentado, junto a la Casa del Libro, utilizar ese logotipo borroso como expresión de un vínculo subjetivo con ese gran centro del saber ubicado en el corazón de la Gran Vía madrileña, no supone, a mi juicio, ninguna picaresca, sino la pretensión de sentirse cercano a un lugar donde la creatividad literaria alcanza su manifestación más esplendorosa, con la finalidad de convertirse, sabiéndose pequeño y aislado, en una modesta prolongación de lo que allí dentro se encierra. Basta observar el rostro del poeta para darse cuenta de su modesta pretensión.

Pasa el tiempo, y la caja de las monedas permanece vacía, como la mirada del que trata de escribir a la búsqueda de la inspiración, nada fácil en medio del incesante tráfago callejero. Observo durante unos minutos y nadie se detiene. Mientras tanto, aflora la pregunta inevitable: ¿Cuánto vale en realidad un poema? 

4 de enero de 2013

Los riesgos del poder al servicio de intereses antisociales
















Sede del gobierno de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol (26, junio, 2011) 
Cuando el poder legítimo se aprovecha para ceder el poder de facto a los que ilegítimamente abusan de él y lo manipulan a su antojo en función estrictamente de sus intereses, ese poder es cómplice de las perversiones que de tal modo se generan. La Comunidad de Madrid se erige en el paradigma del poder al servicio de los intereses que acaban integrándolo en sus tramas más insaciables y adversas al bien común. Ha acabado convirtiéndose en un poder degradado, venal, sumiso y, a la postre, tolerante con las malas prácticas a que da lugar. 

Utilizando "argumentos de chatarra" (como bien los ha calificado Manuel Rivas), permite que algunos de sus representantes se burlen en el Parlamento de la trascendencia de los temas que tratan, sin que ello implique ningún tipo de admonición. Ahí continúan  amarrados a la sombra de su escaño.  Muestran indiferencia ante la privatización de  una parte significativa de la sanidad pública ocultando las cifras que revelan los beneficios aparentes de tal medida, coherente con un proceso que no solo deteriorará la calidad de ese servicio esencial sino que al tiempo supeditará al gobierno regional a la espiral de reclamaciones que, al igual que ha sucedido con las autopistas, serán planteadas por sus concesionarios para satisfacer, a costa del presupuesto público, su cuenta de beneficios sin que ello redunda a favor de la mejora asistencial, cada vez más excluyente e insolidaria. Y es que, aplicada la concesión administrativa a servicios esenciales como la sanidad,  termina por ser una catástrofe para las arcas públicas, porque el contrato concesional obliga, por ley, al reequilibrio económico-financiero de la empresa prestadora del servicio cuando éste no sea rentable. La fórmula PFI (Private Finance Iniciative) empleada en la Comunidad Valenciana y en la de Madrid resulta tanto más perjudicial para la Administración pública, porque obliga a ésta a pagar un canon anual revisable. De ahí el riesgo (no sólo moral) de que el ente público concedente y titular del servicio pierda el dominio del mismo en favor de la empresa concesionaria, al revés de lo que debería ser en toda contratación pública. Lo sucedido en el Hospital valenciano de Manises es buena prueba de ello. No tardaremos en verlo en la Comunidad de Madrid.   De ahí la importancia de fortalecer la Sanidad Pública mediante argumentos tan consistentes como los que avalan "la reforma del Sistema Nacional de Salud para que no sufra una deslegitimación social porogresiva"

Y de forma simultánea, el gobierno madrileño, con apoyo del del Estado,  se ha doblegado sin pudor a las pretensiones de la mafia internacional del juego en uno de los ejemplos más humillantes observados en el comportamiento de la administración pública española. No tardando mucho veremos los efectos del desastre ocasionado por Ignacio González, el responsable del gobierno regional, artífice de decisiones políticamente antisociales,  que quien le lanzó a un cargo que le va tan grande como la presidencia de la Comunidad de Madrid no se atrevió a adoptar porque, a última hora, prefirió endosárselas a su valido.

3 de enero de 2013

Recordemos al otro Depardieu




Admirable fue su interpretación de Olmo Dalcó en la espléndida Novecento, de Bernardo Bertolucci. Siempre he conservado de él aquel recuerdo de la película que, desde Italia, escenificaba buena parte de la historia del siglo XX en Europa. También he disfrutado de su magnífica interpretación de Cyrano de Bergerac. He preferido aquellas imágenes a la de sus actuaciones posteriores, por la sencilla razón de que no han alcanzado ni de lejos aquella calidad y frescura. Tiempo ha que dejaron de interesarme la volumetría y el histrionismo de Gérard Depardieu, más  bocazas y chulesco que otra cosa. Costaba asociarle desde hace tiempo al cine francés de calidad. 

Pero la verdad es que era difícil llegar a pensar que acabaría exiliándose, a quince kilómetros de la frontera francesa, en territorio belga, con la intención de no pagar los impuestos que le corresponderían como ciudadanos francés, y desde luego inimaginable el verle acogido bajo el manto protector de uno de los políticos más abyectos y desprestigiados del mundo, es decir, de ese individuo que atiende por Putin y que ha hecho de Rusia el país por antonomasia de la corrupción, del cohecho y de la impunidad mafiosa. Visto lo visto, ¿cabría establecer algún tipo de paralelismo entre la insolidaridad fiscal y la inmersión consciente en los sumideros del crimen organizado? Depende de la persona, pero el caso de Depardieu, tan lejos ya de la imagen que le hizo grande en las pantallas de la historia, no deja de ser un ejemplo representativo, y complaciente con ellas,  de las tramas sórdidas en las que se mueven los mayores golfos del mundo.

1 de enero de 2013

Mensajes en la calle (37): frente al riesgo del olvido, la voluntad de luchar por un mundo mejor




Lecciones y advertencias que de pronto aparecen y que invitan a detener la mirada. Testimonios anónimos de una sensibilidad a flor de piel que se resiste a la ocultación. Reflexiones contundentes y a la vez contradictorias. ¿Ocurren las cosas tan deprisa -como señala el texto de arriba - que, al final, lo olvidamos todo? Si así fuera, si el peso apabullante de la actualidad acabase diluyendo en la memoria los sucesos que, pese al tiempo, deben quedar indelebles, qué gran satisfacción tendrían los responsables de las malas prácticas, los corruptos y los mentirosos, sabedores de que el tiempo acaba eclipsando todo. 

Sin embargo, al tiempo aflora la idea de que el mundo puede cambiar, de que los procesos y las decisiones adquirirían otro rumbo cuando los elementos más conscientes de la sociedad se empeñan y se esfuerzan para que así sea. 

(Mensajes en la calle. Barrio de Brooklyn en NYC. 1.12.12.)
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