28 de septiembre de 2015

Reflexiones para el día después

Y... ¿qué hacer el día después? Es evidente que el panorama político se ha aclarado y complicado a la vez. El resultado electoral en Cataluña ha puesto en evidencia el techo alcanzado por las posiciones secesionistas, situadas cuantitativamente por debajo de las que defienden la integración de esa Comunidad - de esa nacionalidad, de esa entidad nacional, de ese espacio bien identificado aunque con identidades complementarias y coexistentes - en el Estado español. La diferencia arrojada por el escrutinio es reducida, por lo que ambos conjuntos ofrecen, en esencia, una magnitud similar, que obliga, teniendo en cuenta el resultado, a buscar fórmulas de encuentro que diluyan la fractura y faciliten espacios de convivencia que la sociedad catalana necesita como la luz del sol. Está claro que nadie es más que nadie en este escenario de confluencias obligadas y no precisamente a largo plazo.
Recuperada la serenidad, con los datos en la mano y sin menoscabar la expresividad de la estructura espacial de los comportamientos electorales, hay que pasar necesariamente de la dualización al reconocimiento de los equilibrios exigibles para el funcionamiento y la organización adecuados de la vida catalana. El desafío es inmenso y cabe preguntarse si los dirigentes actuales están en condiciones de encauzar debidamente esa imbricación tan necesaria. Mi opinión es que desde las cúpulas gobernantes - en España y en Cataluña- se ha llegado a un impasse que ninguno, ni Rajoy ni Mas, está dispuesto a superar. La incompatibilidad prima sobre la voluntad de acuerdo, la inmovilidad de las posturas sobre la flexibilidad indispensable.
En los tres próximos meses el escenario quedará, en mi opinión, despejado a favor del encuentro. Intuyo que la formación coyunturalmente creada en Catalunya para ganar las elecciones se va a fracturar. Artur Mas es un político acabado, amortizado, falto de solvencia y credibilidad. Rechazado por las CUP, habrá que ver cómo se resuelve la formación del nuevo gobierno y quien lo dirige, sin descartar la posibilidad de nuevas elecciones con fuerzas claramente identificadas. 

El señor Mas tampoco representa ya a la burguesía catalana, a la heredera de la tradición ilustrada y emprendedora que ha dado a Catalunya su fortaleza y su prestigio. Ha roto el partido en el que se este sector de la sociedad se ha apoyado históricamente para caer en brazos de un grupo - ERC - marcado por el sectarismo, la simplicidad y la mediocridad pasmosa de sus miembros. Algo tendrá que cambiar en la Generalitat y eso ya no pasará por el hombre encargado de tapar los escándalos de la mafia pujolista y de practicar una política inmisericorde de recortes, de la que se le deben exigir responsabilidades.
Y en cuanto a quien gobierna en La Moncloa, poco más cabe decir de la que ya se sabe. Nuevos vientos soplarán en el palacete de la carretera de la Coruña en muy poco tiempo. Se abrirán también las alamedas y la cultura de la negociación se impondrá sobre el decreto ley y el ensimismamiento.
Bajo esas coordenadas, el año 2016, mi año prejubilar, tengo la impresión de que las cosas van a resolverse como se resuelven en los países civilizados. Se llegará a un referendum pactado y con umbrales de reconocimiento cuantitativo obligadamente razonables. Comenzará el verdadero debate, el debate objetivo, riguroso, cabal y serio. Sobre la base de lo sucedido en el día de ayer, no me cabe la menor duda de que Catalunya seguirá formando parte de España y de la Unión Europea.

Tiempo al tiempo, que el tiempo ayuda a corregir los errores y encauzar los desasosiegos.


18 de septiembre de 2015

El futuro de Cataluña pasa por la unión frente a la mentira y la manipulación




"Cataluña fue absorbida enEspaña en contra de su voluntad". Cuesta pensar que el pueblo catalán pueda escuchar sin rubor argumentos como ese, que ha sido presentado ante las embajadas internacionales para justificar la deriva independentista catalana. Me imagino a los embajadores, a los observadores extranjeros, a la opinión pública más allá de nuestras fronteras prestar atención al cúmulo de barbaridades vertidas impúdicamente en un ejercicio de engaño, de manipulación y de alienación permanente de una sociedad digna de mejores responsables públicos.

Supongo la sensación de vergüenza ajena que se apoderará de todos ellos cuando oigan estas declaraciones o llegue a sus oidos la idea de la transgresión de la ley como camino a seguir. ¿Cabe mayor irresponsabilidad? Pero, ¿dónde se creen que están? ¿Qué crédito puede merecer un grupo político que aboga por la desobediencia civil? ¿Qué futuro espera a Catalunya en manos de esa gente?

No hay que sorprenderse: la mentira como norma, paralela a la ocultación deliberada de las realidades objetivas, se ha apoderado del escenario impuesto por la opción aglutinada en una mezcolanza heteróclita y oportunista que tarde o temprano acabará estallando, en la que se encuentra agazapado un político incompetente, incapaz de concluir sus mandatos e implacable demoledor de los servicios públicos en Catalunya, mientras quienes le secundan - aparentemente de izquierdas - miran para otro lado cuando de la corrupción o del desastre social a que ha conducido Convergencia a Catalunya se trata.

Pero ya está bien de hablar de Artur Mas. Carente de dignidad, el interés que suscita se desvanece apenas abre la boca para propalar su consabida cantinela. Hace tiempo que es incapaz de aportar nada que no se sepa. Soy de la opinión de que su futuro político está ya descontado. Interesa, en cambio, lo que dicen los que se oponen a él en un intento de contrarrestar la deriva hacia el desastre. Observo en ellos una tendencia en el discurso a favor de un escenario de normalización apoyado en la cultura del encuentro en pro de una gobernabilidad sensible a las necesidades de la sociedad y compatible de lleno con el reconocimiento de la singularidad catalana que nadie debe cuestionar. La confluencia entre sí debe prevalecer frente al sectarismo, la fractura, la exclusión y el embuste sistemático al que los paranoicos están conduciendo, interesadamente para ellos mismos, al pueblo de Catalunya. Basta seguir los debates que nos llegan por la televisión para percatarse de que la solución de Catalunya está en la convergencia de las posiciones antiindependentistas, las que conviene realmente a ese admirable país frente al dominio de una opción como Convergencia que aparece sumida en el cenagal de la corrupción y la mentira.

10 de septiembre de 2015

Un viraje sorprendente

Qué razones pueden inducir a un historiador prestigioso como Josep Fontana a modificar en las postrimerías de su actividad intelectual el discurso que durante su vida ha mantenido como fundamento para la interpretación de la Historia y en el que precisamente se basa su reconocimiento internacional? Tiene razón Santos Juliá: "Si Vicens Vives levantara la cabeza". ¡Qué sorpresas le sacudirían al contemplar en qué se ha convertido la Historia en las manos y en las mentes de algunos que han sido sus cultivadores más relevantes! ¿Qué diría al escuchar a Fontana, defensor de la teoría de los conflictos sociales como motor de la Historia decir que "Nuestra formación como pueblo se remonta al siglo XIII, cuando Cataluña pasó de "Estado feudal" a "primer Estado nación moderno de Europa"? ¿Cabe en mente sensata tamaña aberración? !En el siglo XIII¡

Me importa una higa el discurso de los Mas, de los Junqueras y de sus grupos, empeñado en ocultar sus escándalos, corruptelas y la pésima gestión llevada a cabo, bajo el paño de la bandera estelada que todo lo encubre, pues no sorprende esa deriva a la vista de la ponzoña acumulada sobre el nombre de Convergencia Democrática de Catalunya y de la que nadie de los Junts pel Si, plegados al oportunismo del momento y al ansiado reparto del botín, dice ni pio ... pero que intelectuales de peso, que han formado parte de lo más interesante y valioso de Catalunya, se rindan a esos mensajes y traten de legitimar intelectualmente los disparates interpretativos de la Historia es algo inasumible. A mi juicio es lo peor a lo que está conduciendo toda esta batahola: la putrefacción del discurso independentista, tramposo y manipulado, alejándolo de la racionalidad, del sentido común y de lo mejor que ha aportado a Catalunya el pensamiento ilustrado. ¿Qué recibirán a cambio esos pontífices reconvertidos al discurso apetecido por el poder, tan repleto de mediocridades, mentiras y corrupciones?


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