21 de noviembre de 2007

Ruinas de Copán (Honduras)




Impresiona el silencio del recinto.
Todos los colores se entremezclan
para confundirse sin perder su claridad
en un espacio de miradas infinitas.
Las ruinas no son ruinas. Son señales
de que el tiempo transcurre sin cesar,
pues de repente, en su aparente quietud,
la selva se rebela, se hace clamor,
transforma el legado con sus troncos retorcidos
y se enfrenta a la fuerza de la obra construida.
La luz, finamente tamizada entre las sombras,
el olor de la ceiba imperceptible
el susurro de la conversación apaciguada.
Todo parece invitar a la reflexión de lo que fue
testimonio de una cultura maya extinta y floreciente,
violenta en sus mensajes y en sus formas
que nos acoge hoy silente y enigmática.

19 de noviembre de 2007

La arquitectura al servicio de la educación

El 15 de Noviembre de 2007 fue presentada en acto público celebrado en el Paraninfo del IES Zorrilla de Valladolid esta obra que recoge la edición facsímil del proyecto de construcción del que en su momento fue conocido como el Instituto General y Técnico de Valladolid, inaugurado en 1907, y que actualmente alberga el Instituto de Enseñanza Secundaria Zorrilla.

Después de muchos años de indagaciones, la toma de contacto con el Archivo Central de Educación (Archivo General de la Administración) despejó todas las incertidumbres que hasta entonces habian existido al respecto. Fue merced a la información, precisa, pormenorizada y rigurosa, suministrada el 16 de Febrero de 2007 por Evelia Vega González, facultativa de dicho Archivo, como le fue posible a Maria Antonia Salvador González disponer de tan importante documento y proceder a su publicación.
El resultado de este esfuerzo editorial, propiciado por el entusiasmo de Paz Altés Melgar, responsable del Departamento de Publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid, está a la vista y ha sido objeto de los comentarios más elogiosos.

Tras una breve presentación de la profesora Salvador y de la referencia archivística efectuada por la Sra. Vega, el libro recoge íntegramente la Memoria técnico-económica y los Planos de la obra (1902), diseñados por el arquitecto municipal Teodosio Torres, y un excelente estudio introductorio del Dr. Juan Carlos Arnuncio Pastor, Catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid. En conjunto, constituye una gran aportación al conocimiento de la arquitectura civil española de comienzos del siglo XX, reflejada en un edificio que simboliza el empeño a favor de una mejora de la infraestructura educativa del país.




Junto con el catálogo de la Exposición conmemorativa del 150 aniversario del Centro y del centenario del edificio, este libro completa hasta hora la producción bibliográfica relacionada con la efeméride. Está previsto la publicación de los textos de las conferencias impartidas a lo largo del Curso.


(En la fotografía, de izquierda a derecha, Evelia Vega, Juan Carlos Arnuncio y Maria Antonia Salvador)

Guatemala: entre la esperanza y la incertidumbre




Aunque las experiencias vividas en el conjunto de la región hayan sido en ocasiones terribles, no hay en todo el continente que se identifica con el Nuevo Mundo un espacio tan castigado y convulso como el istmo centroamericano. Si exceptuamos la singularidad política de Costa Rica, no cabe duda de que el tortuoso brazo de tierra que enlaza México con el ámbito andino ha acusado de manera crónica las huellas de la violencia y la desestabilización, casi tan patentes como las que revela una naturaleza que de cuando en cuando transmuta su espectacular magnificencia por las manifestaciones de la catástrofe más demoledora.
Pese a sus fuertes vínculos históricos y culturales con España, poca atención mediática suele prestarse, sin embargo, al espacio mesoamericano, al que sólo se alude cuando algún hecho dramático lo afecta o su consideración parece episódicamente justificada en función de los intereses que desde fuera se concitan sobre la zona. Y pese a que las diferentes formas de cooperación al desarrollo dejan notar en nuestros días un legado nada desdeñable, lo cierto es que ante los grandes problemas que le aquejan prima el silencio cuando no la indiferencia, frecuentemente entendida por sus sociedades como la expresión de un inmerecido desamparo.
Reflexionar en estos momentos sobre lo que sucede en Centroamérica no carece de interés por dos motivos que conviene resaltar. De un lado, porque por primera vez en mucho tiempo todos los países de la zona gozan de una situación de estabilidad política, consecuente con el cumplimiento de los acuerdos de paz allí donde se ha logrado poner fin a larguísimas guerras civiles o, en cualquier caso, con la normalización del proceso democrático, finalmente resuelto en un ambiente político donde las alternancias no posibilitan sorpresas significativas, ya que las fuerzas en liza se autolimitan a márgenes de maniobra plenamente asumidos por los distintos contendientes. Y, de otro, porque lo que antaño era un rasgo distintivo, asociado a los enfrentamientos armados o a la feroz represión, hoy ha cedido paso al agravamiento de los problemas internos, reflejados en un panorama donde son patentes las tensiones motivadas por la pobreza, la extrema desigualdad, la violencia, la inseguridad, el narcotráfico y la corrupción, síntomas de un profundo deterioro en el que todos estos aspectos guardan entre sí íntimas correlaciones, en cuya génesis no son irrelevantes la crisis del Estado y la debilidad de los instrumentos institucionales.
Es en este contexto donde cobra importancia y suscita curiosidad el horizonte abierto con la reciente elección presidencial en Guatemala. Las particulares características del país (su magnitud física, su contigüidad con México, su fuerte componente indígena y una trayectoria histórica demasiado marcada por la violencia: (“uno de los países más desgraciados de América Central, de toda América Latina”, diría Ryszard Kapucinski) justifican la atención que merece la preferencia mostrada a favor de un candidato, Álvaro Colom, ingeniero industrial decantado hacia objetivos que tienen más que ver con la voluntad de justicia e integración social que con la defensa de la seguridad a ultranza que preconizaba su adversario, Otto Pérez, militar retirado y artífice de una campaña repleta de descalificaciones que con frecuencia alcanzaban niveles inaceptables en una sociedad democrática.
Es cierto que la figura de Colom no responde a priori a los perfiles que en Europa o en Sudamérica se adscriben al modelo de político socialdemócrata con el que él mismo se ha tratado de revestir durante la contienda electoral. No es un reproche que deba hacérsele, pues quien conozca la historia guatemalteca convendrá en que difícilmente es posible construir trayectorias políticas coherentes en un entorno tan inestable e inseguro. Colom ejemplifica la capacidad de resistencia del político que en la esfera civil ha tratado de mantenerse fiel a sus principios y objetivos incurriendo en contradicciones y altibajos que, más que por su personalidad, han venido impuestos por una realidad que en ese país ha ido modelando las trayectorias de sus mejores cuadros al compás de las exigencias a que ha obligado el elemental deseo de supervivencia.
Lograda la victoria con un margen muy ajustado, habría que remontarse a lo que fue la figura de Jacobo Arbenz a mediados del siglo pasado para encontrar un precedente asimilable, aunque las circunstancias históricas condicionantes de las perspectivas de ambos no tengan ya nada que ver. En este escenario la sociedad guatemalteca más sensible a los problemas de su sociedad y de su tiempo, la que abomina de una etapa política que se encuentra entre las más funestas de Latinoamérica (no es fácil olvidar una guerra civil de 36 años), la que busca con esfuerzo su lugar en el mundo y pugna por una mayor transparencia y sentido de la justicia en la acción de gobierno, mira con cierta esperanza la nueva etapa que se ha abierto tras las elecciones. No hay que esperar a la toma de posesión del nuevo Presidente para adquirir conciencia de la gran expectación suscitada a través del particular debate que está teniendo lugar como expresión de una inquietud centrada en la composición del nuevo gobierno, en la relación que ha de mantener con los municipios (una realidad muy activa y de gran resonancia ciudadana), en la orientación de la política social y en las que hayan de ser las primeras medidas en sintonía con el programa defendido, ante el convencimiento de los grandes obstáculos que sin duda van a entorpecer su labor. Demasiadas incógnitas a la vez para incurrir en el optimismo, de momento reemplazado por una actitud repleta de incertidumbres sobre lo que habrá de ser el gobierno de la Unidad Nacional de la Esperanza - tal es el nombre del partido ganador - para el futuro del tan atormentado como hermoso país de los mil colores.

15 de noviembre de 2007

Homenaje a los profesores olvidados del Zorrilla


Por fin, el merecido reconocimiento, tantas veces ocultado y tantas veces deseado. Ha sido necesaria la celebración de una efeméride tan destacada como el 150 Aniversario del Instituto de Enseñanza Secundaria “Zorrilla” de Valladolid para que se hiciera justicia con una generación de profesores e intelectuales sumida en el olvido, tras la depuración y el castigo sufridos en la guerra civil.
El trabajo de indagación, meticuloso y paciente, de Maria Antonia Salvador, con la ayuda y el asesoramiento de Evelia Vega, tan entusiasta como eficaz facultativa del Archivo Central de Educación (Archivo General de la Administración, ubicado en Alcalá de Henares), lo han hecho posible.

Los resultados de este esfuerzo fueron presentados el 14 de Noviembre de 2007 en un acto multitudinario celebrado en el Paraninfo del IES Zorrilla. En la imagen, y con los nombres de los profesores recordados a sus espaldas, Maria Antonia Salvador al finalizar su intervención, acompañada por Antonino González.

12 de noviembre de 2007

Quo Vadis Argentina?


En una de las paredes exteriores del edificio central de la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, hay una inscripción que dice: “Cuidado: por aquí se entra al laberinto de la realidad”. Aunque sin duda alude al juicio que merece la siempre crítica situación universitaria argentina, no es desacertado aplicarla a lo que sucede en el país que acaba de salir de una contienda electoral agotadora con resultados que hacía tiempo eran previsibles. Y es que adentrarse en la evolución política de Argentina nos lleva a un escenario que no admite parangón en el Cono Sur latinoamericano. Las fronteras entre opciones electorales que en Chile, Brasil o Uruguay aparecen coherentes con lo que ocurre en Europa, en este caso están difuminadas en un heteróclito abanico de candidaturas que se modelan de manera oportunista durante la campaña, se modifican al albur de los sondeos, se contradicen en sus mensajes y, sobre todo, se supeditan en exceso a la imagen personalista de quien las encabeza, adobadas a menudo de una dosis de populismo expuesto sin ningún rubor.
No es posible entender el momento actual de Argentina y sus horizontes de futuro sin analizar de qué manera ha logrado superar la profunda convulsión vivida en 2001: “un embudo siniestro y colosal que nos arrastró a las cavidades del infierno”, en palabras de Marcos Aguinis. Con un estruendo brutal, estallaron los problemas larvados durante la etapa de Menem y que De la Rua fue incapaz de afrontar. La crisis económica, asociada a una paridad forzada del peso con el dólar, al deterioro galopante de la competitividad y de la producción, al engrosamiento desbocado de la deuda externa y a la evasión masiva de capitales, derivó en una catástrofe política de enorme envergadura, que llevó a la ciudadanía a proferir aquella terrible frase, nunca oída hasta entonces, de “¡Que se vayan todos!”, reflejo de hasta qué punto la imagen de los políticos se hundía sin remisión. Visitar Argentina en aquellos años era desolador: sentimiento de frustración histórica, deseo de abandonar el país, falta de proyecto personal y profesional, sensación de que no había nada que hacer, vivir al día…
La presidencia de Néstor Kirchner introdujo un cambio de rumbo que llamó la atención por sus aspectos de forma y también de fondo. Proveniente de la provincia patagónica de Santa Cruz, donde había sido gobernador, las directrices de su acción de gobierno estuvieron marcadas desde el primer momento por la voluntad de establecer claras distancias con sus predecesores para así de demostrar que no era uno más. Los análisis que se han hecho sobre su labor son redundantes cuando describen un modo de actuación en el que se mezcla la contundencia (supeditación de las Fuerzas Armadas, derogación de las leyes de punto final, postura de firmeza frente las empresas extranjeras, voluntad de demostrar independencia de las siglas convencionales, estilo iracundo…) con la toma de decisiones que, en el ámbito económico, no han hecho si no poner en práctica lo que parecía inevitable: devaluación del peso, fomento del comercio exterior en un clima coyuntural favorable y renegociación de la deuda con el FMI. La responsabilidad que en ello concierne a Roberto Lavagna, candidato en estas últimas elecciones, es clave. Si durante los últimos cuatro años, Kirchner ha gozado de niveles de aprobación insólitos en la historia argentina, este reconocimiento no es indiferente al hecho de haber logrado, gracias a Lavagna, fortalecer su posición competitiva en el comercio internacional, mientras afianza su proyección comercial en relación con Europa y se consolida como un país fuerte dentro de MERCOSUR, ampliando al tiempo sus conexiones con el mundo andino.
Mas cuando se examina de cerca este proceso de recuperación las cautelas no son pocas. Desde la perspectiva económica, Argentina no ha modificado de momento un ápice sus pautas de crecimiento clásicas. Dos pilares lo sustentan: la exportación masiva de productos agrarios, en la que a los tradicionales rubros de cereal y ganado se ha unido el espectacular impulso de la soja (expandida a costa de las superficies de uso pecuario) y el turismo, que acude a Argentina al socaire de sus buenos precios y de sus espectaculares bellezas naturales. Sin embargo, y pese a disponer de excelentes profesionales, no hay innovación, la industrialización está casi paralizada, los salarios son muy bajos, la inflación supera los dos dígitos y la modernización de los servicios a las empresas ni se plantea. Entre tanto, el modelo político kirchnerista retoma en esencia los cánones sustentadores del peronismo de siempre, de esa mezcla de populismo y voluntarismo posibilista, que anega otras formas de hacer política e impide que opciones alternativas puedan competir en igualdad de condiciones. Cristina Fernández, respaldada por un aparato mediático y gubernamental impresionante, ha sido elegida sin efectuar ningún debate ni someter a la controversia con los demás candidatos ni con la prensa un programa vacuo e intrascendente.
Con todo, los reclamos para que las cosas sean de otro modo no cesan de aflorar. Baste mencionar la interesante reflexión publicada por Enrique Kleppe en el diario “La Nación” tres días antes de las elecciones: “Necesitamos un partido que con entidad suficiente, conducta y buen proyecto, logre galvanizar el hartazgo social, diferenciarse, ser creíble y desatar la movilización que inaugure una nueva y fundacional manera de hacer política, en la que pueda florecer la Argentina que merecemos”. La Argentina que merecemos”: ese era precisamente el lema de campaña de Roberto Lavagna, el ministro que sacó a Argentina del infierno económico de 2001, que ahora presentaba un verdadero plan de desarrollo económico y social y que ha visto fallidas sus aspiraciones. Una oportunidad perdida
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