Vamos a ver, después de lo vivido durante siglos, de los desplazamientos incesantes de los ciudadanos, de la mezcla de culturas, paradigmas y sensibilidades, de las multiples experiencias compartidas, de la mixtura de las lenguas, de las interrelaciones sin fin... de todo lo llovido... ¿se puede, con honestidad intelectual y conocimiento de la historia, seguir preconizando la plurinacionalidad de España? ¿No supone esa afirmacíón un retroceso histórico, una involución del pensamiento, una introversión en lo excluyente?
Cada vez me reafirmo más en la necesidad de reivindicar los principios basados en la triple dimensión de la modernidad sustentada en el más importante acontecimiento de la Historia, el más relevante, el que cimienta el tránsito de súbdito a ciudadano, el que ratifica la dimensión de los derechos humanos por encima de las identidades, retrógradas, interesadamente fabricadas. La Revolución Francesa. El salto cualitativo que supuso fue inmenso. LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD. A estos lemas añadiría un cuarto: LAICIDAD.
Todo lo demás son chorradas o memeces oportunistas para encontrar refugio egoísta e insolidario con el fin de amparar los intereses autojustificativos en el magma de la política "pro domo sua" adoptada por quienes las defienden, pensando que aportan algo nuevo, cuando en realidad es una propuesta megarreacionaria.