8 de diciembre de 2010

Frases para la reflexión, ideas para la concordia: extractos del discurso de Mario Vargas Llosa en Estocolmo (7 diciembre 2010)


Ningún discurso es infalible ni está exento de la crítica. Pobre de la reflexión intelectual que no merezca controversia alguna. Pero, más allá de los aspectos opinables que sin duda encierra el discurso pronunciado por Mario Vargas Llosa el día anterior a la recepción del Premio Nobel de Literatura 2010, hay frases, ideas y consideraciones que conviene, a mi juicio, resaltar. No en vano invitan a pensar en torno a cuestiones claves de nuestra historia y de nuestra época.

“… qué extraordinario privilegio el de un país, que no tiene una sola identidad porque las tiene todas.”
“…escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron, reconociéndose dueños de una misma tradición y aliados en una empresa común y una certeza”
“La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.”
“Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión”.
“Ninguna ciudad aprovechó tanto y mejor que Barcelona este comienzo de apertura (en los últimos años del franquismo) ni vivió una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creación. Se convirtió en la capital cultural de España, el lugar donde había que estar para respirar el anticipo de la libertad que se vendría. Y, en cierto modo, fue también la capital cultural de América Latina por la cantidad de pintores, escritores, editores y artistas procedentes de los países latinoamericanos que allí se instalaron, o iban y venían a Barcelona, porque era donde había que estar si uno quería ser un poeta, novelista, pintor o compositor de nuestro tiempo”.
”Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños.”
“Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa"
Merece la pena leer todo el texto

7 de diciembre de 2010

Al fin, la causa palestina recibe el debido y merecido respaldo internacional: hacia el reconocimiento de un Estado palestino libre e independiente



Poca, muy poca, atención está mereciendo esta noticia en la prensa europea. Una especie de manto de silencio o desdén se cierne sobre un hecho que, más allá de su significado político, encierra una considerable carga simbólica en lo que concierne a la solidaridad con uno de los problemas geopolíticos más graves y lacerantes de nuestra época. No ha sido la Unión Europea la que ha tomado la iniciativa que debiera haberla correspondido en este proceso, sino Latinoamérica, y en concreto aquellos paises que han entendido, sin las típicas ambigüedades a las que estamos acostumbrados en el lenguaje vacuo de la diplomacia irrelevante, que algo había que hacer para rescatar del pozo del olvido una realidad que no puede ser olvidada.
Tenía que ocurrir, tarde o temprano. Era una necesidad imperiosa, una medida necesaria para asegurar que la tragedia del pueblo palestino no quedase definitivamente sumida en la desmemoria o en la indiferencia. El paso del tiempo, con su enorme carga de frustración, dolor, injusticia e impotencia, no ha hecho sino agravar la magnitud de un problema internacional que permanece irresuelto después de las diez Resoluciones de Naciones Unidas que han tratado de asegurar una salida acorde con la legalidad internacional.
No entraré en detalles sobre un problema del que ya me he hecho eco numerosas veces en este blog, y que seguiré tratando con el mismo interés que me suscita cuanto ocurre en el Sáhara Occidental. Me limitaré simplemente a reconocer, con admiración y aplauso, la iniciativa adoptada por los países de MERCOSUR que han acordado el reconocimiento de un Estado palestino, libre e independiente, de acuerdo con los límites fronterizos de 1967. El primer paso fue dado por Uruguay el 13 de noviembre, cuando el presidente Mujica anunció la apertura de embajada al máximo nivel.
Posteriormente, y al tiempo que abandonaba la presidencia de Brasil con uno de los mayores niveles de popularidad que se conocen, Lula da Silva se sumó a esta iniciativa el 3 de diciembre señalando que "la iniciativa es coherente con la disposición histórica de Brasil de contribuir al proceso de paz entre Israel y Palestina, cuyas negociaciones directas están en este momento interrumpidas y está en consonancia con las resoluciones de la ONU, que exigen el fin de la ocupación de los territorios palestinos y la construcción de un Estado independiente en las fronteras del 4 de junio de 1967". Brasil, recuerda el comunicado oficial, reconocía desde 1975 a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como la representante legítima del pueblo palestino, dotada de personalidad de Derecho Internacional público. En 1993, el país latinoamericano autorizó la apertura de la Delegación Especial Palestina con estatus diplomático similar al de las representaciones de las organizaciones internacionales y en 1998 se equiparó el trato al de una embajada. Pero nunca, como hasta ahora, había hablado de un Estado libre e independiente.
Tres días más tarde, la República Argentina se ha sumado al mismo proceso. No en vano, y según el comunicado oficial “Argentina tradicionalmente ha sostenido el derecho del pueblo palestino a constituir un Estado independiente, así como el derecho del Estado de Israel a vivir en paz junto a sus vecinos, dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas”, no sin dejar constancia de su apoyo “a las iniciativas de diálogo y paz de la comunidad internacional para una salida pacífica al conflicto palestino-israelí".
¿Se trata de iniciativas aisladas? ¿Tendrán continuidad en el mundo? ¿Qué hará la Unión Europea, que tanta ayuda concede a Palestina para asistir luego, impávida, a su destrucción por Israel? ¿Qué opinará Mr. Obama ahora que ya parece rendido ante la fiebre edificatoria del Estado hebreo en los territorios ilegalmente ocupados? ¿Qué pensará del tema la ministra española de Asuntos Exteriores, tan evanescente e imprecisa siempre en sus declaraciones? Numerosas incógnitas surgen ante un proceso que se mostraba inevitable, ya que no han sido pocas las voces en el mundo que han reclamado el reconocimiento del Estado palestino como forma de desatacar los bloqueos, incumplimientos y dilaciones a que la solución de este problema ha estado expuesta. Seguramente no será un proceso fácil ni tan rápido como muchos desearíamos. Pero se han dado pasos importantes en esa dirección, precedentes claves de la mano de países que no son irrelevantes en el mundo.

1 de diciembre de 2010

¿Es esta la visión que tienen los catalanes del mundo?


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Desde el punto de vista didáctico y cultural los mapas mentales siempre han sido un ejercicio tan provechoso como ilustrativo. Revelan la visión que quien los hace tiene del entorno que le rodea, del mundo en el que vive. No hay en ellos rigor técnico o cartográfico alguno, pero es evidente que permiten extraer conclusiones valiosas sobre el modo de entender y valorar tanto lo que se tiene cerca como lo que, más alejado, merece también ser tenido en consideración simplemente porque existe y porque de ello se tienen constancias más o menos sólidas. Difícil es sustraerse a la dimensión globalizada de cuanto ocurre allí donde suceda. No son pocos los geógrafos que han dedicado páginas sin cuento a las manifestaciones empíricas de la llamada “Geografía de la Percepción, asociada a la concepción del espacio como expresión de una subjetividad que deriva de la cultura que se tiene y que a su vez explica comportamientos (behavioral geography) que de otro modo serían difíciles de interpretar.

Sirva esta reflexión previa para dejar constancia de la sorpresa que me ha producido el “mapa mental” que en la edición de El Pais Semanal de 28 de noviembre, publica el diseñador Javier Mariscal sobre la concepción que, a su juicio, los catalanes tienen del mundo, del mundo mundial, en el que viven. No lo hace un “charnego” o un catalán henchidos de visión crítica hacia Catalunya, sino un catalán, aunque de origen valenciano, de tomo y lomo, reconocido como uno de sus talentos más conspicuos, diseñador de la mascota con que se dieron a conocer los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 (¿se acuerdan de Cobi?), y qué sé yo cuantas cosas más.

Me he detenido con atención en el mapa, porque todo lo que tiene que ver con el territorio me interesa. Y mi asombro ha sido grande, ya que, más allá de la caricatura y la visión humorística con que han de verse estos dibujos realizados con un cierto aire de provocación, no cabe duda que invitan a la reflexión. Echen un vistazo a la imagen, y sabrán de qué estoy hablando. Según Mariscal, la parte del mundo que los catalanes perciben gravita no tanto sobre Catalunya como sobre Barcelona, el epicentro magnificado de la centralidad y del espacio dominante. Sus referencias son las tópicas, las que simbolizan la imagen más convencional de la Ciudad Condal, relegando a un segundo plano a los otros topónimos que identifican el territorio catalán en esa interface espléndida que en él se produce entre el Mediterráneo y las múltiples expresiones de la montaña.
Pero lo que sí queda sumido en lo remoto es lo que se extiende más allá del río Ebro, poderosa solución de continuidad poco menos que infranqueable. Barrera de separación rotunda, lo que se abre a partir de ese cauce inmenso es bien poca cosa: Madrid como fortaleza casi hedionda, emerge en medio de la nada, flanqueada por tierras de interiores donde sólo crece el cactus solitario, en tímido contraste con las regiones de la periferia, asociadas a las señas más tópicas en las que se fundamenta una identidad no bien entendida. Una identidad que en el caso del Pais Vasco y de Galicia sólo cunde por su verdor, sin que en ninguna de las dos sobresalga otro aliciente que el que le confiere unos nombres emblemáticos en la proyección de los nacionalismos que tapizan esta nuestra sufrida piel de toro.

Bien poco queda allende la mar océana, que diría el Almirante, cuya estatua se yergue, altiva, donde empiezan o terminan las Ramblas barcelonesas. América queda desvaída en un horizonte lejanísimo en el que sólo descuellan la “linea del cielo” de Nueva York y la individualidad de la “isla más hermosa”, calificativo que el descubridor utilizaría cuando de pronto se topó con Cuba. Nada más. Se echa de menos lo que falta, es decir, continentes (Asia, Africa, el profundo austral) que, pese a su distancia, cuentan mucho, por las razones que sean, en este mundo de imágenes globalizadas de las que no es posible evadirse, por más que uno se empeñe.
Entendámoslo, en fin, como una simplificación, como una "boutade", como un juego (¿divertido?) de cartografías ilusorias, que quizá solo aniden en la mente de un artista dechado de capacidad imaginativa, y, por supuesto, también de una actitud muy crítica hacia sus conciudadanos más próximos. Mas qué duda cabe que llaman la atención, proviniendo de un creador que se las sabe todas. ¿Será esa la visión que los catalanes, o una parte significativa de ellos, tienen del mundo? ¿Será la que tiene el propio Mariscal, sin calibrar suficientemente la que tienen los demás?
En realidad, importa poco, ya que, para bien o para mal, el mundo está ahí, girando en torno a su eje, y, aunque no queramos o no nos guste, jamás nos podremos desprender de sus referencias universales, múltiples y contrastadas, ya inviten a la solidaridad o a la indiferencia.



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