30 de noviembre de 2013

La Librería Sandoval cumple cuarenta años







Ayer me ratifiqué una vez más en mi costumbre de no comprar nunca libros en una gran superficie comercial. Y lo hice mientras asistía a un acontecimiento cultural tan entrañable como digno de mención. "Sandoval", la Librería que conciben, ordenan, enseñan y transmiten Amparo y Miguel, acompañados de su hijo, cumplía cuatro décadas de existencia. Vio la luz cuando finalizaba el verano de 1973,  a los pocos días del golpe de Estado ocurrido en Chile, un suceso que tanto conmocionó a las gentes de mi generación. A nuestra escala, el nacimiento de Sandoval supuso un contrapunto a aquella tragedia, tan lejana en el espacio como próxima en la sensibilidad.  



El acto tuvo lugar en uno de los espacios vallisoletanos más propicios para el encuentro cultural, la relación amistosa, la conversación sosegada, las presentaciones que siempre aportan valores, la reivindicación por lo que merece la pena luchar, todo ello enriquecido y justificado por el placer que procura el descubrimiento, henchido de sorpresas, del libro, de sus letras y de sus imágenes. Es un descubrimiento que nunca tiene fin a poco que uno se empeñe en averiguar los múltiples recovecos y sorpresas que una Librería depara. Son sensaciones gratas que afloran cuando se visita ese local, que constituye referencia visual obligada y apetecible, la más gratificante para mí cuando se accede a la Plaza de El Salvador, en el corazón de la ciudad. Apetece frecuentarla porque allí se encuentra ese ámbito que compendia las características propias de lo que se entiende como Librería en el sentido más enriquecedor y positivo de la palabra. Hay que visitar Sandoval, detenerse en su refugio, adquirir lo que apetezca y lo que se busca, para saber, conocer y valorar lo mucho que eso significa. 





Tras contemplar un escaparate magníficamente organizado y cuidado para dar a conocer las últimas novedades y las obras por las que el lector pueda sentirse atraído, nada más cruzar el umbral el visitante se encuentra fascinado ante un escenario envolvente en el que el libro, los libros, dominan el sentido de la percepción del entorno y marcan la cadencia del tiempo que ha de ser destinado a escrutar con la curiosidad que la ocasión merece lo mucho y variado que allí se encierra. Y la verdad es que sorprende la ingente cantidad de libros depositados en un escenario multicolor donde, pese a lo abigarrado del panorama y rodeado de los rostros de autores sempiternos, todo está sujeto a un orden y a una disposición que permite encontrar lo deseado o descubrir aquello que de pronto suscita el interés e invita a la lectura. 



En medio de esa contemplación la actitud de los libreros que rigen la Librería es discreta. Se limitan a asesorar, a orientar, a sugerir, pero jamás condicionan la decisión final. Se respira libertad y respeto, nada de agobios, como en otros sitios sucede en demasía. Por esa razón, uno se encuentra a gusto en Sandoval, donde reinan el silencio, el consejo pertinente y, si llega el caso, la conversación amena y entretenida, siempre gravitando en torno al sinfín de alicientes temáticos que suscita una librería bien surtida y abierta a la inquietud de quienes se acercan a ella, muchas veces movidos por el placer de encontrarse en un lugar apeteciblemente creativo y sensible por cuanto sucede dentro y fuera de él. 

De ahí que Sandoval sea el paradigma de la Libreria por la que hay que apostar, a la que acudir, a la que defender y con la que identificarse. La Librería, en suma, donde comprar libros. En estos tiempos de crisis cultural, cuando el libro atraviesa momentos difíciles, cuando otros formatos irrumpen al compás de firmas poderosas y avasalladoras que anulan la capacidad de relación que la buena Librería posibilita, urge reivindicar el papel que espacios de encuentro culto y socialmente saludable como Sandoval desempeñan para hacernos más placentero y satisfactorio el encuentro con ese producto necesario que es el libro encuadernado, una de las joyas principales, y ojalá que imperecederas, de la creación humana. Conforta saber, como se ha señalado en la XXVII Feria del Libro de Guadalajara (México), que, tras las modas de las versiones digitales, la fiebre por la pantalla líquida está contenida mientras se asiste a una coexistencia entre ambas modalidades, lo que justifica el hecho de que, en opinión de Molly Barton, de la Penguin Random House,  "a la gente le gustan los libros y las editoriales cada vez editarán mejor porque su forma física vuelve a ser un reclamo para los lectores de verdad". 

Qué bien lo han entendido Amparo, Miguel, su hijo y cuantos se dieron - nos dimos - cita en el espacio entrañable de la Plaza del Salvador ese día de finales de noviembre de 2013. Manuel Sierra, el amigo que nunca falla en todas las ocasiones en las que la cultura de calidad y el espíritu crítico se hallan presentes y que está alerta con su creatividad al servicio de las causas más nobles, se sumó a la efeméride con su mensaje de color y de perspectivas libres para dejar constancia, como reza la carpeta diseñada con tal fin,  de "El paso de los días". Y aunque los días pasen, en efecto, y nos traigan mensajes contradictorios y a menudo desazonadores, siempre nos quedarán los buenos recuerdos compartidos en  Sandoval a lo largo de los años. Y los que vendrán. Por eso reconforta acercarse a la Librería de la "plazuela", como hizo Manuel Sierra a la mañana siguiente del acto conmemorativo, con su mirada siempre abierta y con el color en la mano. La imagen que al final incluyo así lo demuestra. El no sabe que yo estaba allí. Fue algo casual, pura coincidencia. Estoy seguro que no le desagradará. 

Enhorabuena, amigos de Sandoval. 




Re

29 de noviembre de 2013

¿Cuándo las ofensa son realmente ofensivas para la dignidad de un país?

"Ofensa es lo que es ofensivo", dice con su engolamiento acostumbrado el inefable ministro Fernández, para justificar su ley sancionadora de las actitudes de protesta, denuncia y rechazo apoyadas en el clamor popular. Incurre en una tautología, lo que demuestra el sentido vago de la noción de ofensa, su carácter genérico, arbitrario y discrecional. Si esta perspectiva permite aplicar la ley, su ley, a todo lo que se mueva "ofensivamente" a criterio del sancionador, y al margen del juez, demostrando así que cualquier crítica en la calle puede confundirse con ofensa con el consiguiente amedrentamiento e indefensión previos que ello provoca, también nos lleva por pura lógica a entender por "ofensa" todos aquellos comportamientos, hábitos, prácticas y actitudes que lesionan la imagen de las instituciones, de acuerdo con la propia definición del concepto de ofensa o agravio, por el que se entiende "el perjuicio que se hace a uno en sus derechos e intereses". De ahí que, de aprobarse la Ley de marras, también incurren en ofensa, y muy grave: 

- los que mienten y engañan, a sabiendas de que lo hacen, a los ciudadanos que dicen representar
- los que consideran que la prevaricación y el cohecho cometidos deben quedar impunes
- los que defraudan a la Hacienda Pública, privando al erario de los recursos necesarios para la aplicación de las políticas redistributivas
- los que, ostentando un alto nivel de responsabilidad pública, ocultan o enmascaran sus gabelas privadas
- los que evaden capital, haciendo de los paraísos fiscales sus espacios esenciales de relación
- los que descalifican sin criterio objetivo la labor de los creadores de cultura, lesionando la imagen del pais dentro y fuera de sus fronteras
- los que utilizan su responsabilidad institucional para especular, crear redes de intereses que condicionan la toma de decisiones y derivan en medidas lucrativas a expensas del ejercicio de la acción política
- los que destruyen pruebas y testimonios esenciales para que la acción de la justicia se vea entorpecida en los asuntos que les atañen

- los que recurren a artimañas y subterfugios de toda índole para atrasar y eludir la acción de la justicia, desacreditando la labor y la persona de los jueces incómodos
- los que se enriquecen obscenamente al convertir sus ámbitos de responsabilidad financiera en auténticas cuevas de ladrones
- los que manipulan la información, provocando engaños y tergiversaciones interesadas
- los que especulan o manipulan el uso del suelo en beneficio de intereses particulares
- los que ofenden la memoria de los que sufren el desprecio y el olvido de sus derechos
- los que defienden una sociedad segregada y víctima de la exclusión
- los que no responden de sus responsabilidades

- los que se enorgullecen de su capacidad para salir indemnes de la crítica social y de sus actuaciones delictivas.

Estos sí son, pues, comportamientos ofensivos, perjudiciales, dañinos para la imagen del Estado y sus instituciones. Son las ofensas que hay que penalizar, los agravios que hacen mella permanente en las instituciones y en la vida de los ciudadanos. Lo que mancilla el crédito de un país y de su sociedad. No me cabe duda de que 
Fernández se refiere a ellos cuando dice que "ofensa es lo que es ofensivo". ¿Y es que hay algo más ofensivo que transmitir una imagen de escándalo, degradación y prepotencia en el ejercicio del poder? No hay mayor ofensa que el deterioro de la calidad de la democracia. 

17 de noviembre de 2013

Lecciones extraídas de la basura acumulada


Si siempre se sacan lecciones de las situaciones de conflicto, no cabe duda que lo sucedido en la ciudad de Madrid a lo largo de los días - 13 en total -  vividos con la basura en las calles, los empleados de la limpieza viaria en huelga, el poder municipal a la deriva hasta que la situación corría riesgos graves y la negociación planteada en términos de resistencia por parte de los trabajadores, sindicalmente organizados, ha proporcionado dos advertencias claves, una vez resuelto. Dos advertencias que seguramente han de tener gran resonancia en España, lo que convierte a la huelga de la limpieza en Madrid - "rompeolas de todas las Españas" (A.Machado) - en un suceso de fuerte impacto estratégico hacia el futuro y a gran escala, pues rebasa los límites del escenario estricto donde se ha producido: 

La primera de ellas pone en evidencia los problemas inherentes a la privatización de los servicios públicos, cuando éstos se prestan mediante acuerdos con la administración responsable que tienden a la baja temeraria de los presupuestos concertados con las empresas concesionarias, lo que, como se ha visto, tiende a redundar inevitablemente en el recorte de plantillas y en el deterioro de la calidad del servicio. El mito de la eficiencia basada en la privatización de los servicios públicos, enarbolado obsesiva, intencionadamente y sin pruebas por los gobernantes madrileños, ya del Ayuntamiento o de la Comunidad Autónoma, ha saltado definitivamente por los aires. 

Y la segunda se ha traducido en la postura adoptada por la ciudadanía, que, pese a las incomodidades que la basura acumulada en la calle implica, no ha mostrado protesta o animadversión hacia los trabajadores, que, por lo que se ve, han suscitado más respaldo que rechazo. No parece que la imagen de la alcaldesa Botella Serrano haya resultado tan bien parada en la percepción por parte de la sociedad madrileña. Arrogancia, torpeza, insensibilidad y dejación de responsabilidades han sido sus herramientas de gestión, las mismas que acostumbra ante los problemas que se le presentan. Durante su mandato en el gobierno municipal se ha convertido en el  paradigma de la ineptitud, en el contraejemplo más palmario de lo que ha de ser un alcalde, un político, digno de tal nombre y responsabilidad.

En estos tiempos de recortes, de depauperaciones y empobrecimientos masivos, de escándalos impunes y de privilegios tan inmerecidos como cuestionados, la sociedad, harta y desencantada, se inclina a favor de los que menos tienen y más sufren. La solidaridad se acrecienta frente a la vulnerabilidad de quienes además no son responsables del desastre pero sí sus principales víctimas. Quizá no lo haga con la proclamación explícita de apoyo que la gravedad requiere, pero, desde luego, a lo que no está dispuesta es a que empresas - las de la contrata de limpieza en Madrid- que en lo que va de año han obtenido 1.600 millones de euros de beneficio, manden a la  calle a cerca de 1.200 trabajadores, necesarios para que el servicio se cumpla, o les rebajen el sueldo un 40 % cuando sus salarios netos apenas superan, en el mejor de los casos, los 1.200 euros.

Espacios transfomados (18): la soledad sonora del espacio público



La otoñada se cierne sobre el espacio público más frecuentado y apetecido. No es fácil ni usual encontrarlo vacío, sumido en el silencio, en el sosiego total de la mañana festiva, cuando el sonido habitual de las conversaciones y las pisadas, que justifican su razón de ser en la atracción que ejerce la Biblioteca Pública, es sustituido por el tenue rumor de la hojarasca que encuentra fácil acomodo en la plaza sin que nadie perturbe su pausada libertad de movimientos, al socaire de la brisa mañanera. De pronto el paseante, acostumbrado a contemplar ese lugar a diario y a sentirse confortado con la percepción de que se trata de un espacio de encuentro siempre cambiante y con el que se siente identificado, detiene por un momento sus pasos, con el diario y el pan en ristre, para contemplar el sinfín de detalles y matices que en las vivencias cotidianas, y desvaídos por el tumulto, pasan desatendidos y que ahora, en el escenario de la quietud, cobran un valor inestimable por excepcional. No le invade la melancolía que, según dicen, motiva el espectáculo otoñal, sino la sensación de que la vida sigue, de que los ciclos del año cumplen puntualmente su función, mientras modifican los colores del paisaje sin alterar un ápice, empero, la esencia misma de ese espacio público de relación que se mantiene incólume.

14 de noviembre de 2013

La recuperación de un profesor injustamente olvidado: el Dr. Arturo Pérez Martín, ex Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valladolid




Ha sido, como se preveía, un acto memorable, digno de ser reconocido como un hito destacado en la Historia de la Universidad española y, particularmente, en la de Valladolid. Es la primera vez que en la Universidad vallisoletana se recupera y dignifica la memoria de un profesor asesinado a poco de producirse la rebelión militar en el verano del 36. A lo largo de generaciones un manto de silencio, olvido e indiferencia se ha extendido por los ambientes del Alma Mater sin que se haya   planteado durante tanto tiempo la necesidad de reconocer lo que fueron y lo que hicieron aquellos profesores que defendieron la libertad, la inteligencia, la ciencia, la cultura y los derechos humanos frente a la ola de terror que las jaurías falangistas provocaron en las ciudades y los pueblos de Castilla. He asistido a ese acto, organizado con motivo de la festividad patronal de la Facultad de Ciencias, aunque he echado mucho de menos la presencia de colegas de otros centros (creo que no había nadie de fuera de la Facultad anfitriona), pues el acto de hoy debería haber sido compartido por toda la Universidad, más allá de las, a veces demasiado rígidas y formales, fronteras académicas. Ha sido una ocasión excepcional y como tal debería haber sido asumida por la comunidad universitaria. Lástima que no haya sido así. 
















Dr. D. Alberto Lesarri González, catedrático de Química-Física de la Universidad de Valladolid 

La labor de indagación realizada por el profesor Alberto Lesarri sobre la figura del Dr. Arturo Pérez Martín (1872-1936), que fue un relevante científico, abnegado docente, impulsor y director del Colegio de Santander (precedente de la actual Universidad Internacional Menéndez Pelayo), artífice del Liceo de Costa Rica, vicerrector de la Universidad de Valladolid y decano de la Facultad de Ciencias hasta su muerte, ha supuesto una aportación extraordinaria, tanto por haber rescatado a esa figura prestigiosa del pozo del silencio al que había sido abandonado como por haber permitido una aproximación brillante, clarificadora y muy expresiva de lo que fue el impulso de la ciencia y la cultura españolas en las primeras décadas del siglo XX - la llamada "Edad de Plata" - y que trágicamente fue destruida por el golpe de Estado que trajo consigo la muerte o el exilio de sus mejores cabezas. Recomiendo la lectura del artículo del Dr. Lesarri sobre Don Arturo Pérez Martín en el siguiente enlace (págs. 32-38)


 





La Dra. Carmen Pérez Vidal, profesora de la Universidad Pompeu Fabra y nieta del homenajeado,  interviene al final del acto en presencia de las autoridades académicas

La presencia de la familia del Dr. Pérez Martín, venida de diversos lugares de España y del extranjero, ha dado una dimensión al recuerdo que ha movido a la emoción después de casi ochenta años de ignorancia total. He felicitado al Dr. Lesarri y al Decano de la Facultad de Ciencias por lo que esta reunión ha significado. 



12 de noviembre de 2013

La educación se basa en algo más que en el uso de las nuevas tecnologías

La oportunidad de un acto académico me ha permitido asistir recientemente en Zaragoza a un interesante debate con colegas prestigioso sobre el impacto de Internet y los recursos informáticos en la Educación. A medida que la conversación avanza, comienzan a surgir las cautelas y las advertencias que esa relación suscita. Disponemos ya de la suficiente perspectiva temporal y empírica para saber lo que el tema, con sus luces y sus sombras, da de sí. Nadie cuestiona las enormes posibilidades que la Red permite para la ampliación y recopilación del conocimiento al tiempo que se valora de manera positiva la utilidad y pertinencia de las herramientas informáticas para el tratamiento, sistematización, integración y comprensión de los saberes.

Pero, ay, una señal de alarma aflora en el ambiente, que, en esencia, se resume en dos constataciones:

-  por un lado, el aprendizaje a través de la Red puede inducir a derivaciones que crean más confusión que claridad y coherencia cuando no tienden a banalizar el trabajo mediante una simplificación del esfuerzo, facilitado por el acceso a ingentes volúmenes de información, asumidos acríticamente y utilizados como alternativa a la labor de indagación reflexiva y personal, para la que se ha de estar debidamente preparado; 

- por otro, más grave aún, se asiste a un deterioro clamoroso de la capacidad de expresión formal a través del razonamiento escrito y desarrollado con la coherencia expositiva y la debida corrección gramatical.  Con frecuencia trabajos realizados mediante el empleo del software que mejora sensiblemente el tratamiento y presentación de la información, incluyen reflexiones, ideas y argumentos de una pobreza y simplicidad palmarias. El contraste cualitativo es abrumador hasta el punto de que invalida la brillantez formalmente pretendida. No hay programa que subsane esta carencia, pues la exposición de las ideas sigue siendo, y lo será siempre, el producto de una formación adquirida a base de tesón y buen aprendizaje. 

De este modo, cobra plena justificación la necesidad de reafirmar y fortalecer la labor del profesor, la tutela formativa, la transmisión de una práctica laboriosa que en nuestros días , tiempos de fascinación por las nuevas tecnologías (por lo demás, justificada), consiga integrar en el alumno la capacidad inherente a la expresión de las ideas con el amplio margen de posibilidades que propician los instrumentos innovadores del aprendizaje sin que aquélla se vea necesariamente eclipsada o minimizada por éstos. 

Es una cuestión que me preocupa mucho y por eso la traigo aquí.

8 de noviembre de 2013

¿Interesan realmente los libros de "Memorias" de los políticos actuales?

Se necesita sin duda mucha admiración por el personaje para mostrar interés por lo que escribe en sus "Memorias" y, más aún, para gastar el dinero en la compra del libro. Se dice, con todo, que es un género en declive, que las expectativas de los editores han quedado en todos los casos muy por debajo de lo previsto y que los generosos anticipos otorgados a los autores no cubren en ocasiones los ingresos reales obtenidos de la venta de la obra. ¿Alguien se sorprende de que eso ocurra? ¿No resulta, a poco que se detenga uno en la cuestión, algo lógico y normal? ¿Interesa en verdad adquirir un mamotreto de esas características y dado a conocer con los fines que se pretenden? Personalmente evito siquiera mirar las portadas, ni un ochavo de mi peculio va jamás para ese producto, que ha evolucionado a peor, y, desde luego, no pierdo un minuto de mi tiempo con la lectura de lo que en ello se contiene, pues me da la sensación de malgastarlo cuando tantos textos interesantes, tantas obras valiosas, están aún por leer. El tiempo es un bien escaso y conviene administrarlo bien. Esta actitud obedece a tres razones que considero convincentes, al menos en mi opinión: 

Primera: lo que en esos libros se dice ya está dicho sustancialmente de antemano, pues poseemos con anterioridad , si el tema nos interesa, de suficientes elementos de juicio al amparo de la difusión informativa del tema para saber lo que ocurrió, cómo ocurrió y porqué ocurrió. Las fuentes de información de que se dispone permiten hacerse un juicio de valor suficientemente ponderado y objetivo, en el que fundamentar la opinión antes de que el vanidoso, y a menudo engolado, memorialista de turno de a conocer su particular y seguramente sesgada perspectiva. Tampoco recogen lo que cabe esperar de ellas, pues se trata de una recopilación de recuerdos selectivos, donde se enfatiza o se ignora en función de la mella que unos hechos y otros puedan deparar a la imagen que tratan de preservar obsesivamente. Ni siquiera eleva su interés la alusión que los autores hacen a aspectos curiosos sobre su forma de actuar, ignorados por la gente, aunque a la hora de la verdad son de una trivialidad pasmosa. Mera argucia promocional, inducida por la necesidad de justificar el suculento anticipo recibido. 

Segunda: todas las "memorias" están basadas en el principio de la autojustificación permanente, en la ausencia de autocrítica, en la soberbia y vanidad de quien se siente ungido por la verdad incuestionable. No hay en ellas atisbo alguno de humildad y de reconocimiento de errores, ni una brizna de imparcialidad, manifiesta tanto en reiteraciones infundadas como en olvidos o menosprecios selectivos, como antes señalé. Tanta perfección, tanto egocentrismo, amén de obscenos, son tediosa y totalmente prescindibles. Posturas en las que suelen incurrir sin rubor los presentadores de la cosa, encargados ad hoc, cuando se deshacen en elogios sin que tampoco en ellos aflore ese valor tan necesario como es el espíritu crítico. ¿Es que no hay nada criticable en la gestión y en el modo de entender y ejercer la política de quienes han ostentado responsabilidades tan esenciales para la vida ciudadana?

Y Tercera: los autores no son los escritores reales del texto, o, al menos, de su mayor parte, ya que no se les conoce obra o escrito anterior que merezca valorar previamente su capacidad y talento con la pluma, el bolígrafo o el teclado. Son ágrafos, y es bien sabido que el arte de escribir no se improvisa. Emergen de pronto como escribidores de oportunidad, ayudados por plumillas a sueldo, ávidos y al acecho de los derechos de autor, tratando de embaucar a sus seguidores o simplemente curiosos con lo que transmiten como hazañas repletas de atractivo y curiosidad, muchas veces expuestas sin rigor o haciendo uso de fuentes que no son tales sino amañadas en función de su total exoneración de responsabilidades cuando los hechos pueden ensombrecer o deteriorar su imagen, que pretenden incólume. Nada que ver, pues, con la Memorias de De Gaulle, de Churchill, o de Mandela que sí eran autores de textos reconocidos, escribían bien, y tenían hechos importantes que contar. Así  pues, hagan lo que quieran, pero mi consejo es que eviten en sus bibliotecas este tipo de obras que, ocupando demasiado espacio, nacen innecesarias porque no valen ni la décima parte de lo que cuesta el libro en el que se recogen. Y, lo que es peor, tras su lectura sólo caben la decepción y la sensación de haber perdido el tiempo y el dinero, ambos irrecuperables.
Related Posts with Thumbnails