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31 de julio de 2023

Rusia en África: hacia un nuevo colonialismo

 Otro tema que merece la atención, pese a la canícula estival. Parece oportuno no perder la perspectiva sobre los hechos más relevantes de nuestro tiempo.




La cosa se las trae. Un número significativo de países africanos decantan ostensiblemente sus estrategias a favor del estrechamiento de los vínculos con la dictadura criminal de Vladimiro Putin. Rusia impone su presencia en África mientras las relaciones del continente con la Unión Europea se debilitan o son duramente cuestionadas. El golpe de Estado en Niger y la Cumbre Africa-Rusia recién celebrada en San Petersburgo marca con nitidez el sentido de la tendencia.
Las implicaciones geopolíticas pueden ser enormes, ya que afianzan, utilizando como pretexto la denuncia del pasado colonial (al que los procesos de independencia pusieron fin hace más de sesenta años), la presencia de China que se sirve de Rusia como sicario de la iniciativa. La Rusia postsoviética se adhiere a esta estrategia para ampliar su marco de relaciones Internacionales, muy deterioradas por la invasión y destrucción de Ucrania, respaldada por esa cohorte de dictaduras africanas, a las que suman regímenes siniestros, corruptos y totalitarios como Nicaragua, Cuba y Venezuela.
África está a tiro de piedra de Europa, su riqueza mineral es inmensa y su progresión demográfica se muestra imparable. Es una cuestión que conviene analizar. En septiembre asistiré en Portugal a una reunión sobre el tema, organizada por una asociacion de amistad con Mozambique.
Pese al verano, el mundo sigue girando.

11 de septiembre de 2021

Del "choque de civilizaciones" a la "justicia global"

 

Del "choque de civilizaciones" analizado y defendido por Samuel Huntington en 1996, como soporte argumental en el que se apoyaron los presidentes norteamericanos para justificar sus "guerras contra el terror", totalmente fracasadas, a la defensa del "codesarrollo y la justicia global" preconizados por pensadores relevantes tras la catástrofe de Afganistán, y aún por definir. Del liderazgo indiscutido de Estados Unidos a comienzos de siglo al reconocimiento de que el mundo es mucho más complejo y modelado por intereses ya no concentrados en un solo pais. De lo unipolar a lo multipolar, del Oeste al Este. Un cambio radical.

Todo eso ha pasado al cabo de 20 años del atroz atentado contra el World Trade Center y el Pentágono, todo un símbolo del inicio de una nueva era, de un nuevo siglo, que algunos habían asociado hasta entonces a la desaparición de la Unión Soviética. ¿Quién se acuerda de ella?
Cuántas lecturas e interpretaciones se extraen de lo sucedido durante las dos décadas que conmocionaron el mundo para situarnos ante un horizonte completamente diferente al que habíamos conocido hasta el 11 de septiembre de 2001. Y, entre tanto, llegó la Gran Recesión en 2008, asociada a la crisis financiera en Estados Unidos, llegó la crisis del euro, llegó el Brexit y llegó la covid 19 procedente de China.

4 de julio de 2014

De la Cina è vicina a la China omnipresente

¿Alguien se acuerda de aquella película dirigida por Marcho Bellochio en los años sesenta con el título de Cina è vicina? Ya el mismo título sorprendió y fue objeto de discusiones muy intensas cuando fue proyectada en aquellas salas que se llamaban de Arte y Ensayo, porque en ellas se ofrecían muestras de un cine minoritaria, que a menudo daba pie a intensos y acalorados debates, que hoy difícilmente mantendríamos porque la forma de ver cine de entonces ya ha desaparecido para siempre. Recuerdo aquella película con frescura y de cuando en cuando me viene a la mente al observar la impresionante dimensión adquirida por China en el mundo contemporáneo.  En torno a este país se estructura una tupida red de engranajes, que se extienden por todo el planeta, creando una urdimbre de relaciones basadas en la energía, las materias primas y los mercados. El mapa es suficientemente elocuente de esa realidad. 

Y si se quiere observarla más de cerca, vayan a Fuenlabrada y desde los cerros que rodean esta ciudad del sur de Madrid observen la magnitud del polígono empresarial Cobo Calleja y paseen posteriormente por sus calles. En ellas los caracteres chinos se han apoderado del paisaje, aunque, eso sí, coexisten en perfecta armonía con los nombres de las calles, que recuerdan, casi de manera exótica, la toponimia leonesa. 





20 de febrero de 2011

España, ¿puerta de entrada de China en Europa?


Don José Blanco López, ministro español de Fomento, en la inauguración del mayor parque empresarial chino en Europa. En Fuenlabrada (Madrid) (17 de febrero de 2011)

Más que por simple curiosidad, creo que es interesante profundizar en el conocimiento de un tema del que se está hablando mucho pero cuya dimensión es aún poco conocida, aunque de su trascendencia, hoy y hacia el futuro, no cabe duda. Tras haber publicado en la prensa un artículo sobre lo que, a mi juicio, representa actualmente el modelo chino en el mundo, el seguimiento de la cuestión lleva a pensar que la estrategia de proyección de la República Popular China está ampliando su campo de influencia mucho más allá del que, hasta ahora, estaba esencialmente circunscrito al Africa subsahariana (sobre todo) y Latinoamérica. La Unión Europa se halla en estos momentos, y de manera creciente, en el punto de mira de los estrategas que desde los grandes centros de negocios de Shangai y HongKong, debidamente arropados por las autoridades de Pekín, defienden sus intereses en la economía globalizada, a sabiendas de que en ningún lugar van a encontrar obstáculos ni incomodidades que lo impidan.


Ya no se trata sólo del sinfín de establecimientos de mercancías abigarradas y baratas que proliferan como hongos en nuestras ciudades, permanentemente abiertos y en competencia feroz con las pequeñas tiendas de toda la vida que desfallecen ante los precios de lo que viene de China sin pararse en la calidad de lo que se compra. Ya no es sólo la percepción de esa comunidad de ciudadanos, de vida discretísima y desconocida, que brinda su cocina sorprendente a quienes esos platos agradan, y que jamás se dejan notar en el espacio público, donde pasan totalmente desapercibidos ya que tampoco lo frecuentan.

Ahora, en cambio, su presencia es a lo grande, y no ha hecho más que empezar, pues nada tan ansiado por parte de los anfitriones europeos como el papel de salvadores de la crisis que los chinos con poder económico se arrogan, ofreciéndose a comprar “deuda soberana”, conscientes de que los europeos siempre la acaban pagando, al tiempo que se muestran agradecidos de que les hayan salvado de la descalificación de los mercados y no pongan reparos en que su margen de acción se amplíe. Y es que precisamente de eso trata: de proyectar sus productos y su implantación empresarial en el poderoso ámbito del euro, para de esa forma aprovechar la solidez de la economía europea como garantía y en beneficio de su estrategia de proyección global, al amparo de la extraordinaria competitividad que permiten el valor de su moneda y la estructura de sus costes de producción.

Convertido el mercado europeo de la deuda en el mecanismo de penetración inicial, para de ese modo asegurar una fuerte presencia financiera, el paso siguiente consiste en diversificar sus intervenciones, aprovechando las impresionantes reservas de cambio disponibles, cuya cuantía se elevaba -a finales de 2010 - a los 2,65 billones de dólares ¡ (NYT, 2011). Nada tienen de extraño, pues, las palabras del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores cihino, Jiang Yu, cuando el pasado 23 de diciembre señaló: “Estamos preparados para ayudar a los países de la zona euro a superar la crisis financiera y a ayudarles a su recuperación económica. En el futuro, Europa será uno de nuestros principales mercados para invertir nuestras reservas de cambio”. Pocos días después, el 3 de enero, Li Keqiang publicaba en la prensa española (“Trabajemos de la mano”) que “el gobierno chino está dispuesto a participar en las futuras emisiones de deuda soberana de España”, y lo hacia pocas horas antes de la visita oficial del viceprimer ministro de la RPC al Sr. Rodríguez Zapatero. El alivio llegó de inmediato, como recordarán, y desde entonces la amistad con China es ya inquebrantable.

Una amistad, sin embargo, fraguada sobre intereses mutuos. Si de lo que se trata es de encontrar un medio de penetrar en los mercados europeos evitando la quiebra de Estados con problemas de solvencia, los vinculos están más que garantizados. Lo demuestra la potencia alcanzada por los grandes grupos empresariales que desde comienzos de la década operan en España con tanta fuerza internacional como limitada relevancia en la contratación de mano de obra local. Señalemos únicamente, a modo de muestras significativas, el caso de Huawei España presente en el país desde 2001 y definitivamente consolidada en 2004, cuando afianza su presencia en el mercado tecnológica de las telecomunicaciones tras poner en marcha su centro de asistencia técnica para el conjunto de habla hispana y con sede en el Parque Tecnológico de Andalucía, en Málaga. También conviene destacar el aumento de la participación del grupo Hutchison Whampoa en Terminal Catalunya (Tercat), responsable de la nueva terminal de contenedores del muelle Prat del Puerto de Barcelona, o la instalación en el Paseo de la Castellana de Madrid del banco más grande del mundo, el Industrial and Comercial Bank of China (ICBC), que ha iniciado sus actividades el 24 de enero.

¿Y cómo no aludir, en fin, a la ambiciosa operación de Fuenlabrada, en el área metropolitana de Madrid? Pues, sí, el 17 de febrero el Ministro de Fomento de España, Sr. Blanco López, asistió a la inauguración del mayor proyecto empresarial chino en Europa, conocido con el nombre de 'Plaza de Oriente'. En su primera fase prevé la construcción de un polígono de 80 naves para usos logísticos y comerciales, a los que se unirán, en la segunda, varios centros comerciales y un hotel hasta ocupar una superficie total de 40.000 metros cuadrados, con una inversión de 63,9 millones de euros. La expresiones utilizadas por el Sr. Blanco no pudieron ser más laudatorias: “China, dijo, ya no es sólo la fábrica del mundo, sino que es también y lo será el mercado del mundo. Por eso es una oportunidad para España y España tiene que ser una oportunidad para China”. De momento, que yo sepa, nada así se ha dicho por los gobiernos de Alemania, Francia o el Reino Unido. ¿Cuestión de tiempo? ¿Cuestión de orgullo? ¿Cuestión de solidez? Ya veremos.

Nadie habló del disidente al que se impidió asistir a Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz. Nadie habló de derechos humanos. Nadie habló de los problemas del mundo. Todo fue un gran brindis en reconocimiento a lo mucho que se espera del amigo chino, del país comunista que va a salvar el capitalismo. De la nación que se ha convertido en el oxímoron perfecto, como ya lo he denominado en otra ocasión.


8 de agosto de 2008

Las incoherencias de George W. Bush o el cinismo como profesión

Sin duda hay dirigentes políticos con proyección internacional que están moralmente legitimados para hacer cuantos reproches o críticas deseen a la política interior de la República Popular de China respecto a las vulneraciones que comete con los derechos humanos y las libertades de sus ciudadanos. Los hay y los hemos oido, con respeto y reconocimiento, cuando se han pronunciado claramente en esta dirección.
Ahora bien, ni agradecimiento ni crédito alguno merece la actitud manifestada sobre el particular por George W. Bush, quien a su llegada a China, para asistir a los Juegos Olímpicos 2008, ha vertido una proclama, ampulosa y fatua como todas las que pretende hacer, sobre la finalidad esencial de su viaje al pais de Confucio: denunciar los incumplimientos de los derechos humanos y recabar de las autoridades de Pekín una postura favorable a su toma en consideración. Mayor cinismo y desvergüenza no caben en quien, amén de ser valorado como el más funesto Presidente en la historia reciente de los Estados Unidos, pasará a la historia como lo que realmente es: como el transgresor más reiterado y virulento de la legalidad internacional y de las garantías legales debidas a los seres humanos.
No hay que hacer excesivo esfuerzo de memoria para identificar a George W. Bush con referencias fatídicas y aterradoras cuando de vejaciones sistemáticas a los derechos humanos se habla. Nombres asociados a las torturas y ultrajes cometidos durante su mandato en la base de Guantánamo, en la isla de Diego García, en la prisión de Abu Ghraib, en los barcos utilizados como cárceles secretas, sin olvidar los vuelos irregulares de transporte de personas organizados por la CIA, los bombardeos indiscrimados contra población civil en Irak y Afganistán, las infames mentiras y falsedades esgrimidas para justificar una guerra ilegal y la invasión de un país al margen de la legalidad internacional, o las numerosas penas de muerte ejecutadas durante su época de gobernador de Texas.
¿De qué derechos humanos habla este siniestro y vulgar personaje, cuando en las postrimerías de su mandato trata de lavar la cara y de ofrecer una apariencia de honorabilidad, que le exima de una trayectoria vergonzosa para la imagen y el prestigio de Estados Unidos, como bien ha señalado no ha mucho Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, quien le ha calificado como de “fracaso total”?. ¿O es que se cree el chico del rancho de Crawford que el mundo no tiene memoria y que, aunque al final quede impune, siempre colocará en sus hombros y en su recuerdo la impronta de la ignominia y la indignidad? ¿A quién quiere engañar ese miserable, que además deja la economía de su país y la del mundo hecha unos zorros?
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