18 de septiembre de 2011

Espacios transformados (1): de la escuela al refugio


Del ayer al hoy. De la tradición a la "modernidad". Antaño la escuela era el punto de encuentro, casi el único lugar de relación social del que se disponía en aquellos pueblos, que trataban de superar los destrozos de la guerra civil. El año de 1948 corría a la sazón. Eran edificios de piedra, sólidos, desangelados en invierno. Espacios vivos y animados, con dificultad llegaba a ellos la luz.
Hoy la escuela, ya abandonada, permanece silenciosa y convertida en el lugar de cita pública a que obliga, frente al riesgo latente, la proximidad de una fábrica poderosa de electricidad mediante energía de fisión, que hay que mirar con cautela, cumpliendo el requisito impuesto por la Central de Santa María de Garoña.

Sucede en Pangusión (Burgos), a tres kilómetros de la planta nuclear.

15 de septiembre de 2011

¿Están las tertulias mediáticas en crisis? De la fidelidad al hartazgo

Confieso que siento auténtico tedio ya por las tertulias mediáticas. Durante algún tiempo las he seguido con interés, tratando de descubrir, en medio de la pretendida refriega dialéctica, alguna idea que pudiera esclarecer los temas abordados y, que en principio, son de interés general. Pero poco a poco he ido percibiendo que la controversia cede a menudo paso a la algarabía para culminar con demasiada frecuencia en una patulea de frases que acaban por sugerir y alumbrar lo contrario de lo que pretenden. Ignoro si los niveles de audiencia apuntan en la dirección que presumo, es decir, hacia la fatiga y el cansancio, convencido el sacrificado oyente o telespectador de que ya no le aportan nada, o tan poco que ya no merece la pena el tiempo que se las presta.

Creo que es una sensación por muchos compartida. Las mismas voces, los amigos de siempre, los mismos argumentos, idénticas posturas y actitudes de discrepancia de unos frente a otros, que parecen previamente pactadas y que acaban sumiendo a quien escucha en una especie de torbellino tan falto de interés como agotador. Aborrezco la polivalencia retórica y con frecuencia fatua de quienes creen saber de todo y de todo hablan con desparpajo y sin rubor. De “eruditos a la violeta” los calificó José Cadalso, y sobre ellos José de Larra lanzó venablos que permanecen hoy tan justificados como entonces.

Desde luego, hay excepciones, pues el panorama cuenta con opinadores que se salvan del aquelarre, aunque compruebo que son muy pocos, quizá los menos. Lo común, negocio aparte, es la frase hecha, el latiguillo reiterado, cuando no el plagio vertido sin ningún rubor mientras todo se adoba de una petulancia que sonroja por injustificada. Por esa razón, y preocupado por la pérdida de tiempo, he decidido ausentarme de ese tipo de foros que causan jaqueca, confusión y bostezo para orientar mis horas hacia lo que creo más provechoso y fecundo, es decir, a la lectura del intelectual u observador preparado, del crítico solvente, serio, de quien sabe lo que dice y lo sabe transmitir.

No creo que ésta sea una decisión singular, pues tengo el convencimiento de que, tras una etapa de sobrecarga de decibelios opináticos, quien desee saber lo que pasa y porqué se sentirá cada vez más tentado a sustituir el ruido por las nueces. Y éstas ya no se prodigan en las ondas españolas.


10 de septiembre de 2011

El “Guernica” llegó a España hace treinta años


La primera grabación que conservo en mi colección de videos reproduce la llegada del “Guernica” a España el 10 de septiembre de 1981. Ocurrió a primeras horas de la tarde de un caluroso jueves, más o menos a la hora en que, treinta años después, escribo esta nota. Compré aquel viejo y voluminoso Mitshubishi con ese fin, pues no quería perder las imágenes de uno de los acontecimientos más relevantes de la historia de la democracia y de la cultura españolas. Suponía mucho aquel hecho. Suponía nada menos que la confirmación de que el compromiso contraído por Picasso - el Museo donde estuvo provisionalmente instalado (el MOMA de New York) solo devolvería el cuadro al pueblo español cuando se restablecieran  las libertades públicas en España - estaba satisfecho. No está de más aludir a las gestiones realizadas en ese sentido por Javier Tusell, a la sazón Director General de Patrimonio Artístico, Archivos y Museos del Ministerio de Cultura. Los franquistas lo habían intentado antes, pero lógicamente vieron frustrados sus propósitos, como el de formar parte del Mercado Común Europeo.

Atrás, difuminado en el recuerdo, quedaba lo ocurrido el 23 de febrero de aquel mismo año, cuando un grupo de golpistas trató de interrumpir el difícil proceso de transición hacia la libertad en el que el país estaba empeñado, con sus luces y no pocas sombras e incertidumbres, que Javier Cercas ha tratado de despejar - en su Anatomía de un instante (Mondadori, 2009)  - con bastante acierto. Sin embargo, la memoria no permanecía alejada de lo que había significado la destrucción de la simbólica villa vizcaína de Guernica, salvajemente bombardeada, con la connivencia de los  criminales sublevados, por la aviación alemana el 27 de abril de 1937, la primera vez en la historia que se cometía tal barbarie sobre una ciudad indefensa. Precedente y ensayo de lo que poco después ocurriría durante la segunda guerra mundial.

La historia del cuadro es bien conocida, tanto por el sentido y la dimensión que le dio Picasso, como por lo que representa desde el punto de vista histórico, . Es, ante todo, un clamor contra la barbarie de la guerra, contra el fascismo y contra la banda de criminales y delincuentes que se sublevaron contra la República el 18 de julio de 1936. No en vano en una declaración efectuada en mayo de 1937 había señalado: “Expreso con claridad mi aborrecimiento hacia la casta militar que ha sumido a España en un océano de dolor y muerte”.

Es, por tanto, un testimonio vivo, potente e inmortal, de lo que representó la Guerra de España, como fue conocida internacionalmente. Por esa razón, su ubicación es la correcta. Debe seguir expuesto para siempre en la ciudad de Madrid, pues, como escribió Antonio Machado, “qué bien tu nombre suena / rompeolas de todas las Españas! / La tierra se desgarra, el cielo truena,/ tú sonríes con plomo en las entrañas"

Precisamente lo que de manera magistral e imperecedera representó Pablo Picasso.


5 de septiembre de 2011

¿Utopía o posibilidad? ¿Otra economía es posible?


Es evidente que la crisis, con la complejidad, diversidad y magnitud de sus causas e implicaciones, está sometiendo a la Economía a una profunda revisión. Posiblemente sea ésta, dentro de las Ciencias Sociales, la disciplina que en mayor medida se encuentra en el punto de mira de la crítica, tan fuerte como justificada. Los modelos utilizados se han mostrado incapaces de anticipar la catástrofe y, menos aún, de afrontar sus consecuencias. Después de tres años pavorosos, en los que los cimientos del Estado de Bienestar han quedado irreversiblemente condicionados, tras infinitas reuniones de los G-7, los G-8, los G-20, y los encuentros de Davos, los procesos observados tienden a la desestabilización de los mecanismos esenciales del sistema mientras su efecto más pernicioso – el paro – aumenta sin cesar y afloran en el mundo de las relaciones humanas los comportamientos que, ligados a la discriminación, a la xenofobia y a la involución excluyente, demuestran que las grandes conquistas sociales que creiamos consolidadas se resquebrajan en medio de una sensación, cada vez más generalizada, de “sálvese quien pueda”.
Urgen voces nuevas, la sociedad exige nuevos discursos mientras repele los viejos paradigmas que han contribuido al desbarajuste en el que nos encontramos. En este contexto, si la indignación política es necesaria, por más que sus debeladores demuestren al criticarla su ineptitud para entender lo que está pasando, parecen pertinentes los argumentos que preconizan otro modo de entender la economía, que sigue siendo la verdadera pieza vertebradora de las dinámicas sociales y la razón esencial de que la política fluctúe entre la solidaridad y la ruptura de los mecanismos de cohesión, garantes de la paz social. Merece la pena, por tanto, atender a los escritos de pensadores que apuntan en una dirección que muestra otra perspectiva más alentadora e ilusionante, más sensible con la sociedad, más respetuosa con el entorno.
Frente al esquematismo reduccionista de los modelos perfectos pero ineficaces a la hora de afrontar los problemas, se impone la dimensión reflexiva que invita a plantear las cosas de otra manera. ¿Utopía o posibilidad? En cualquier caso, textos como el de Jeffrey Sachs sobre "La economía de la felicidad" llegan a tiempo para orientar las ideas en un sentido ilusionante y recuperar la confianza perdida en quienes cultivan la ciencia económica. ¿Porqué invalidar el pensamiento de Sachs, que en 2009 lo obtuvo, frente a otros Premios Nobel de Economía, pontífices del neoliberalismo que nos ha llevado a ese túnel de larguísimo recorrido en el que nos encontramos y al que no se ve salida mientras se siga recurriendo a los axiomas que se han convertido en viejos en cuanto la realidad ha puesto al descubierto su incapacidad para lograr un mundo mejor?

3 de septiembre de 2011

¿Quién manda en España?

Varios países europeos han mostrado claramente una postura favorable al aumento de la presión tributaria sobre las rentas altas como parte esencial de sus estrategias para corregir el elevado desequilibrio fiscal de sus rentas públicas. El gobierno francés, haciéndose eco de la postura manifestada por las principales fortunas del país en ese sentido, plantea la iniciativa de elevar un 3% el gravamen de las que superen el medio millón de euros anuales. Por su parte, el italiano se decanta a favor de un incremento del 5% en las rentas que superen los 90.000 euros y del 10% en el caso de las que excedan de los 150.000. Medidas similares se dan a conocer por los gobernantes alemanes y hace unos días el primer ministro portugués se hacía eco en la prensa española de la voluntad de su gobierno en elevar la presión sobre los que perciban más de 150.000 euros anuales y sobre las empresas que ganen más de 1,5 millones de euros al año.

En todos estos países gobierna la derecha. ¿Qué pasa en España donde hablar de este tema suscita la ambigüedad irresoluta e incluso el rechazo del partido del gobierno mientras es drásticamente desestimada por el PP? ¿Hasta qué punto no domina en el ambiente una sensación de acobardamiento político que resulta tan sorprendente como insultante para la mayoría, que asiste inerme al recorte imparable de los gastos sociales? Ante este panorama solo cabe una pregunta: ¿Quién manda realmente en España?

Addenda (16.9.2011): A falta de concretar la respuesta a tal pregunta, hay que reconocer que algo se ha movido en ese sentido. El Gobierno socialista ha planteado la recuperación del Impuesto de Patrimonio, que fue aplicado en España entre 1977 y 2008. Volver a las hemerotecas para valorar los argumentos que entonces se utilizaron para suprimirlo causa sonrojo, sobre todo tras contemplar cómo ha evolucionado la situación económica poco después.

El debate político que ha aflorado tras esta decisión es paupérrimo y conviene, a mi juicio, pasar de él. Lo importante es constatar lo que significa un impuesto directo sobre las rentas más altas en el contexto de una crisis que se ha cebado con demasiada dureza y sesgo discriminatorio en los trabajadores, en los funcionarios y en el pequeño empresariado.


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