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8 de agosto de 2023

La Nación, según Ernest Renan

 "Las naciones no son algo eterno. Han comenzado y terminarán. Probablemente, la confederación europea las sustituya".

Ernest Renan: Qu'est-ce qu'une nation?. Conferencia pronunciada en La Sorbonne. 11 de marzo de 1882.

Indagando sobre la cuestión, y en procura de atender un compromiso interesante, me he encontrado con esta cita, que concreta las interesantes reflexiones aportadas por Renan, un hombre de su tiempo y lúcido visionario, sobre el concepto de Nación.

El debate está abierto.

14 de septiembre de 2022

Recordando a Jean Luc Godard

 Desde entonces muchos de mi generación nos vimos Imbuidos de una francofilia ferviente, cimentada en los descubrimientos tan intensos que la cultura francesa proporcionaba. Es verdad que con el tiempo se ha ido diluyendo, entre otras razones porque Francia ya no aporta tanto a la cultura como antes y también porque hay otras referencias, como muchos aspectos de la española, que resultan gratificantes y satisfactorios. Culturalmente ya no hay nada que envidiar allende las fronteras.




Aquella francofilia de que hablo debe mucho a Jean Luc Godard, que se ha ido para siempre dejando una huella sempiterna. En el panorama cutre y sombrío de la dictadura, la "nouvelle vague" que Godard lideró, consciente de lo que hacía, supuso un cambio enorme en la forma de entender la sensibilidad y las relaciones humanas a través del cine, esa forma de creación cultural tan increíble como necesaria. Junto a Truffaut, Erich Romer, Louis Malle y otros abrió espacios al debate cultural que hasta entonces brillaban por su ausencia. Recuerdo sesiones memorables en algunos Colegios Mayores (Santa Cruz, San Juan) que sirvieron de maravillosos puntos de encuentro en libertad, que dieron orígen a amistades que aún perduran.
El cine de Godard sirvió de catalizador de la libertad y de la rebeldía para una juventud que necesitaba liberarse de la mediocridad de la época. Otros acontecimientos políticos coadyuvaron a favor de esa transformación y modernización de los modos de entender la vida. Mientras mirábamos a Francia como espacio de enriquecimiento cultural y político, en privado nos deleitabamos con los diálogos y las miradas provocativas, con un punto de lascivia, de Jean Seberg y Jean Paul Belmondo en "Al final de la escapada". Y qué decir de las insinuaciones de Anna Karina en Pierrot el Loco?
Recordando ahora a Godard muchos nos sentimos más jóvenes, a la par que reconnaissants.

25 de abril de 2022

Lecciones políticas desde Francia

 Son tantas las señales, lecciones y advertencias que ofrece la evolución de la política francesa que bien merecen un debate a fondo. Si Francia ha marcado la pauta a través de hitos claves en la historia contemporánea de Europa, no se pueden pasar por alto las tendencias que definen su panorama político en momentos tan decisivos como los actuales y con un impacto que rebasa las fronteras del hexágono.

Aunque era previsible que venciera Macron, lo que supone un alivio desde la perspectiva de la construcción europea, su victoria no impide comprobar la existencia al mismo tiempo de aspectos críticos cuando se profundiza en el crecimiento relativo de su opción rival respecto a los resultados obtenidos cinco años antes, en los fuertes contrastes territoriales y sociológicos del voto, en la crisis sorprendente de los partidos tradicionales (prácticamente desvanecidos), en el alto nivel de abstención, en el malestar de un sector importante de la sociedad, en las incertidumbres de una izquierda diluida y en el propio futuro de la candidatura ganadora, en exceso sustentada de cara al futuro en la fuerza que la proporciona el personalismo bonapartista de su líder sin más.
Se avecinan sin duda cambios importantes y cruciales en la política del Viejo continente. No es fácil anticipar esos derroteros. Mas, en cualquier caso, la Presidencia francesa posibilita un período de reflexión más tranquilizador de lo que se temía. Tranquilizador de momento y a la espera de lo que suceda en las elecciones legislativas de junio 22. On verra, mes amis. L' Histoire n'est pas finie.

5 de abril de 2022

La incertidumbre francesa

¿Qué futuro le espera a la Unión Europea? No es posible evitar la desazón cuando se observa el panorama electoral europeo. Echo un vistazo a las reacciones manifestadas por los grupos ultras, complacidos por los resultados de Fidesz en Hungría, y surge la preocupación ante el escenario que las encuestas dibujan en la contienda electoral francesa, con primera vuelta el domingo.
La francofilia de siempre se debilita al comprobar las posibilidades de las fuerzas en liza. La admiración de otrora se torna hogaño en dolorosa decepción. Nos vemos obligados a apostar por Macron, pues, si no sale reelegido, en el caso de que Le Pen, entrañable amiga del criminal Putin, pase al ballotage, el panorama puede ser muy preocupante.

5 de septiembre de 2021

¿Está el Mediterráneo en crisis?

 La visita de Emmanuel Macron a Marsella, y las declaraciones allí efectuadas, no son un hecho menor, sino mayor, como diría Rajoy. No ha sido una visita testimonial, meramente protocolaria y de circunstancias, pues ha ido acompañada de un mensaje apoyado en la preocupación que suscita la problemática situación en la que la segunda ciudad de Francia se encuentra.

Afectada por una profunda crisis en todos los sentidos, larvada desde hace mucho tiempo y habiendo alcanzado niveles de gravedad muy preocupantes, la presencia del presidente de la República constituye una señal de alarma que, a mi juicio, trasciende el ámbito francés.
Es el símbolo de un problema que vengo percibiendo hace tiempo: la crisis del mundo mediterráneo. Y no sólo por el hundimiento del Líbano y por la desestabilización de los países norteafricanos ( qué fue del Egipto de Nasser?); también muchas de sus ciudades emblemáticas han dejado de ser lo que fueron. Trieste, Venecia, Génova, Palermo, Atenas, Tesalónica, Istanbul... y hasta es probable que incluso Barcelona adolezca de síntomas similares y acabe formando parte del lote.
Observando el panorama, en un contexto de crisis industrial y de incertidumbres turísticas, las manifestaciones de vitalidad quedan circunscritas, en mi opinión, a puntos aislados del litoral español. Valencia y Málaga, fundamentalmente. Y en el engarce con el oeste, el puerto de Algeciras, cuyas magnitudes asombran.
Decae el Mediterráneo... Quién lo iba a decir. Lo sucedido en Marsella esta semana invita a la reflexión y al debate. Un tema crucial entre las zozobras de nuestro tiempo.

18 de noviembre de 2019

Un geógrafo ante la crisis social francesa


Christophe Guilluy acababa de terminar la carrera de Geografía cuando le conocí en los pasillos del Institut de Geographie de Paris-Sorbonne, en la rue Saint Jacques, al presentármelo Bernard Dezert aquella tarde de mayo de 1985. Andaba yo por allí disfrutando de la primavera parisina y observando al propio tiempo los métodos empleados en el estudio de los impactos socio-espaciales provocados por la industria del automóvil en La Porte d'Alsace (Peugeot-Citroen) de la mano del maestro Dezert. Recuerdo a Guilluy como un joven despierto, muy hablador y muy bien preparado. No le volví a ver. Hoy he tenido noticias de sus preocupaciones con la lectura de "La batalla de los chalecos amarillos"

Me complace, más de treinta años después, saber de él como analista de las tensiones sociales que afectan a Francia y en las que profundiza con las herramientas de la Geografía, tan ignoradas por tanta gente. Son herramientas válidas, rigurosas, dispuestas a no pasar por alto la dimensión espacial de los procesos de transformación a los que se enfrentan las sociedades contemporáneas, dando origen a escenarios imposibles de interpretar con rigor al margen de la reflexión geográfica. He ahí, por si alguien no lo sabe, otro de los grandes motivos que justifican la razón de ser de la ciencia que desarrolló Alejandro de Humboldt y que tanto ayuda a entender el mundo en que vivimos.

Taurus acaba de publicar su obra "No society. El fin de la clase media occidental". Mañana me hago con ella. 

18 de abril de 2019

El valor de la sangre jacobina






"Hay en mis venas gotas de sangre jacobina..."


Siempre he sentido mío este verso de Antonio Machado. Lo considero tan vigente y lúcido como cuando se escribió.  Idea de progreso, de solidaridad y de seguridades, incólume al paso del tiempo. Ahora reverdece en las palabras de Anne Hidalgo, la alcaldesa de Paris.


Cuando una sociedad vive un trauma, como el sufrido por la sociedad francesa, cobran pleno sentido los argumentos que invocan la pertenencia a un espacio compartido, lejos de exclusiones, de rechazos o de espurios e interesados repliegues hacia identidades refractarias, que tanto han frenado los avances de la historia.

Frente a la disgregación, reconforta reivindicar aquello que cohesiona y fortalece a una comunidad cuando es consciente de su pasado y de los valores que encierra su territorio.





18 de mayo de 2017

¿Es este el signo político de los tiempos que corren?

¿Simboliza el gobierno formado por Emmanuel Macron el rumbo hacia el que tiende en nuestros días la política en Europa? Derrotadas electoralmente las opciones históricas, basadas en la disyuntiva entre la izquierda y la derecha, se ha acabado imponiendo la orientación que se sitúa por encima de esta dualidad defendiendo la moralización, es decir, la ética como principio inspirador de la acción pública. Tan intensa y tan grave es la corrupción, que impregna el núcleo y la epidermis de la vida política, que sólo cabe invocar la defensa de la honestidad por encima de las ideologías, que se dicen periclitadas.


 
Bajo este paradigma en pro de lo ético, y con un presidente situado au dessus de la fórmula partidaria clásica, la decisión en poder de los responsables designados (ministros) se desglosa, sin embargo, en dos formas de entenderla bien delimitadas ideológicamente.

Y es que si las líneas aplicadas a las tareas de carácter social y ambiental aparecen encomendadas a los políticos socialdemócratas, las orientadas a la gestión de la economía priman a los gobernantes de filiación liberal, inequívocamente decantados a la preservación de los principios del capitalismo en su versión más selectiva.
¿Va por ahí el signo de la política de nuestro tiempo?

3 de enero de 2013

Recordemos al otro Depardieu




Admirable fue su interpretación de Olmo Dalcó en la espléndida Novecento, de Bernardo Bertolucci. Siempre he conservado de él aquel recuerdo de la película que, desde Italia, escenificaba buena parte de la historia del siglo XX en Europa. También he disfrutado de su magnífica interpretación de Cyrano de Bergerac. He preferido aquellas imágenes a la de sus actuaciones posteriores, por la sencilla razón de que no han alcanzado ni de lejos aquella calidad y frescura. Tiempo ha que dejaron de interesarme la volumetría y el histrionismo de Gérard Depardieu, más  bocazas y chulesco que otra cosa. Costaba asociarle desde hace tiempo al cine francés de calidad. 

Pero la verdad es que era difícil llegar a pensar que acabaría exiliándose, a quince kilómetros de la frontera francesa, en territorio belga, con la intención de no pagar los impuestos que le corresponderían como ciudadanos francés, y desde luego inimaginable el verle acogido bajo el manto protector de uno de los políticos más abyectos y desprestigiados del mundo, es decir, de ese individuo que atiende por Putin y que ha hecho de Rusia el país por antonomasia de la corrupción, del cohecho y de la impunidad mafiosa. Visto lo visto, ¿cabría establecer algún tipo de paralelismo entre la insolidaridad fiscal y la inmersión consciente en los sumideros del crimen organizado? Depende de la persona, pero el caso de Depardieu, tan lejos ya de la imagen que le hizo grande en las pantallas de la historia, no deja de ser un ejemplo representativo, y complaciente con ellas,  de las tramas sórdidas en las que se mueven los mayores golfos del mundo.

21 de septiembre de 2012

El valor de la Educación pública. Evocando a Louis Renée de La Chalotais


Cuando un Estado fortalece la educación pública, laica e integradora representa un Estado fuerte, cohesionado y con visión de futuro. Lo contrario le destruye. Recordemos el mensaje de Louis Renée de La Chalotais, tan bien analizado por Jordi Soler


15 de mayo de 2012

La Educación: una prioridad al comenzar el mandato


Lycée Champollion en Grenoble 


" L'école doit être assurée de ses ressources, on ne peut pas enseigner correctement sans un encadrement suffisant pour nos enfants"(...)  "C'est la raison de mon engagement, et je le réitère aujourd'hui comme président de la République, de recruter 60.000 personnels de l'éducation sur la durée de mon mandat".  Con estas palabras, el primer mensaje que François Hollande ha dirigido a su país tras tomar posesión como Presidente de la República Francesa ha estado dirigido expresamente a la Educación, con palabras que deben ser grabadas en la fachada, si es que existiera, del edificio que simboliza la Unión Europea. Oír un discurso así nos reconcilia con la política, nos acerca a los valores que representa el mejor poder democrático al servicio de la ciudadanía, nos revela hasta qué punto no todos los políticos ni todas las opciones son iguales.

Acabo de contemplar el acto institucional de investidura en el Palacio del Elíseo. Nada de cruces, nada de biblias, nada de juramentos. La bandera tricolor y el himno de la nación. Solemnidad formal, laicidad, cortesía y sencillez en el fondo. El relevo que las urnas han determinado. Simbología republicana asumida como garantía de la continuidad del Estado más allá del huésped del turno. 

Muchas miradas, desde la izquierda y desde la derecha, se dirigen hoy a la ciudad de Paris, a la espera de que un nuevo rumbo comience a tomar fuerza y vigor en este escenario europeo tan asfixiante como deprimente. Hollande acude a la cancillería de Berlín para subrayar que otros aires inundan, al fin, la atmósfera en Francia. Aires que han comenzado con una hermosa invocación al valor de la educación y la investigación científica, para las que no caben sino reconocimientos. ¿Han oído ustedes algo parecido en los bosques grises de la Moncloa?

6 de mayo de 2012

Francia como referencia histórica


Estatua alegórica de la Republique française en Lille 

¿Quién no ha criticado alguna vez a Francia? ¿Cómo olvidar los agravios, las desconsideraciones, los menosprecios que a veces se han hecho a los españoles desde los centros de poder, de la economía o de la cultura franceses? Sin embargo, también perviven diáfanas en nuestra memoria las muestras de interés que ese país ofrece cuando lo contemplamos desde la perspectiva que lo presenta como protagonista de hechos históricos que han marcado con letras y acontecimientos indelebles la evolución y el progreso de la Humanidad. 

Mirar hacia París nos resulta no solo evocador de lo que la ciudad más bella de Europa ofrece como manifestación espacialmente representativa de hitos definitivos y esenciales en la defensa y en la lucha por la libertad. La Bastille, la Commune, les Champs Elysées de la "libération", el Quartier Latin, les Jardins de Luxembourg, Nanterre ... afloran siempre como paisajes fundamentales cuando se valora lo que Francia representa a la hora de abrir nuevos rumbos y luces alentadoras en los túneles cegados de la historia por el pensamiento opresor y monocorde.

¿Ocurrirá ahora cuando la Unión Europa se ve encenagada por el discurso único que todo lo bloquea y lo reduce al estigma de la insolidaridad y del sálvese quien pueda? ¿Hasta qué punto será posible avanzar por derroteros que permitan recuperar las confianzas perdidas, restablecer las ilusiones frustradas y restañar los derechos lesionados? Por muchos aspectos sigue siendo un país criticable, aunque, con todo, no es fácil sustraerse a la sensación esperanzada que en momento difíciles proporciona escuchar La Marseillaise.



16 de febrero de 2012

Nicolás Sarkozy o la presunta "fortaleza" del débil

Le costaría mucho desengancharse del duumvirato que ha acabado gobernando la escena comunitaria europea sin que, salvo en sus países, nadie les haya elegido para ello. Se llevaría un disgusto si dejase de ser el comparsa de la recia y con frecuencia adusta canciller alemana, que se impone a los gobernantes de la Unión hasta el punto de convertirlos en unos meros autómatas a sus órdenes y directrices. Difícil es encontrar algo en la historia de Francia durante la presidencia de Nicolas Sarkozy que sea merecedor de reconocimiento y admiración. La hiperactividad desplegada no se ha traducido en nada que merezca ser valorado positivamente de cara a su reelección. Cuánto ganarían Francia y la Unión Europea si el Palacio del Elíseo cambiase de inquilino y se impusiera un estilo menos frívolo, menos banal y más consciente de los problemas y de sus soluciones. Sin el confuso colega de marras, la propia Merkel se sentiría más obligada a tener en cuenta a la sociedad real y no a los intereses financieros y especulativos a los que sirve sin rechistar para obligar a los demás a que los sirvan también, mientras la UE se deshace en el magma de su propia inanidad.

Dispuesto a seguir su trayectoria de corredor errático, " à tout azimut", Nicolás ha emprendido la carrera preelectoral con mensajes que causan sonrojo y que ponen en evidencia la catadura de la mayor perte de los políticos europeos. A partir de un populismo barato - "soy el candidato del pueblo", dice sin ruborizarse, a la par que propaga la especie de que todo lo someterá a referendum - se identifica con la fortaleza mientras todo en él es vacuidad de vacuidades, para concluir afirmando que la derecha y la izquierda han dejado de existir, utilizando ese lugar común tan querido de la derecha, redundante hasta la náusea en la afirmación de que ambas son iguales e indiferenciadas. Qué más da, si lo que cuenta es "la fortaleza", concepto vacío de contenido cuando no se precisa en qué consiste.


Sin embargo, creo que nunca como ahora es tan necesario deslindar ambas posiciones y recuperar un pensamiento de solidaridad, de defensa de la igualdad, de apoyo a lo público, de lucha contra la exclusión, como reactivos frente al sálvese quien pueda, al discurso único y sumiso, a la mediocridad de los que carecen de voz propia para asumir acríticamente la que le imponen, a la verborrea del coyote correcaminos, que anda compulsivamente en todas las direcciones para acabar siempre en el mismo sitio. Mismamente como el chico que ejerció de alcalde en Neuilly-sur-Seine hasta que pensó que podía ser alguien en la historia de Europa sin ser consciente de sus limitaciones.

31 de agosto de 2010

Las provocaciones de Marruecos a España son contundentes advertencias sobre el Sáhara Occidental

Don Alfredo Pérez Rubalcaba, Ministro de Interior de España, se reune en Rabat con su homólogo marroqui para resolver la tensión en Melilla. Sonrisas y buenas palabras. Hasta la próxima.

La política exterior del Reino de Marruecos se sustenta, en mi opinión, sobre cuatro pilares: sumisión plena a los intereses de las grandes potencias, con especial cuidado hacia Estados Unidos; vinculación estrecha con Francia, como principal valedor ante la Unión Europea y socio privilegiado desde el punto de vista económico; distanciamiento y proximidad calculados, según convenga, respecto a las estrategias del mundo árabe y, last but not least, puesta en escena de actitudes provocativas hacia España, que obligan a la negociación – siempre mediante desplazamientos de los gobernantes españoles a Rabat – para recuperar la calma no sin antes haber dado muestras de que el que el marca la agenda de las relaciones a ambos lados del Estrecho es el hijo de Hassán II, de nombre Mohamed VI. Ciertamente los vínculos con España se inscriben en un panorama de anomalía permanente, de inestabilidad letal, que roza el chantaje y establece las pautas a seguir bajo el estigma de la amenaza periódica y siempre imprevisible.

Lo sucedido en Melilla este mes de agosto es buena prueba de ello, por más que los dirigentes del Partido Popular, secundados en el Congreso por la inefable Rosa Diez, hayan tratado de sacar tajada sin percatarse – o, en todo caso, para servirse de ellas de forma oportunista - de las artimañas utilizadas allende el Mar de Alborán. Y lo mismo cabe decir de la brutal represión sufrida el 29 de este mismo mes por los ciudadanos que, procedentes de Canarias, han clamado en El Aaiun por el derecho a la libertad del pueblo saharaui y contra la ocupación ilegal por parte de Marruecos de un territorio que no le pertenece, tal y como recoge el Derecho Internacional. Con frecuencia acuden desde las islas personas que apoyan la causa de un pueblo sojuzgado, pero nunca como hasta ahora se ha dejado ver la violencia como reacción y escarmiento. No se les ha detenido, simplemente se les ha golpeado con saña para demostrar quién es quién en esta causa cuya irresolución ofende la dignidad humana.

¿Porqué ha ocurrido todo esto? ¿Hay alguna relación entre lo de Melilla y lo del Aaiun? Personalmente entiendo que sí. Ambas situaciones son el reflejo de sendas provocaciones destinadas a ser entendidas como advertencias severas de lo que puede volver a ocurrir si España no acepta el plan de autonomía del Sahara Occidental que, en contra de Naciones Unidas, Marruecos pretende poner en práctica de forma inmediata con el propósito de que la ocupación del Sahara quede legitimada para siempre. España sigue siendo un escollo en este proceso, ya que, pese a las muestras de pleitesía que los gobernantes españoles brindan periódicamente en Rabat, no está claro el apoyo que Marruecos pretende, ante el rechazo mayoritario de la sociedad española a ceder la soberanía de un territorio que fue ocupado por la fuerza y que está obligando a vivir a la población saharaui en condiciones inhumanas desde hace 35 años.
No es, a mi juicio, la situación de Ceuta y Melilla lo que a Marruecos le preocupa – máxime cuando los flujos comerciales y de personas que se producen en ese contexto tan singular resultan beneficiosos para la población marroquí – sino la posesión plena, sin fisuras, del Sahara Occidental aceptada por la comunidad internacional a través de la fórmula de la autonomía diseñada ad hoc por Rabat. De ahí el sentido que tienen estas manifestaciones hostiles hacia España o los españoles, con el fin de que no se pierda nunca de vista quién controla los tiempos, las situaciones y la secuencia del conflicto.

A la vista de lo sucedido cunde el pesimismo, por cuanto la sola posición española nunca bastará para dar al problema del Sahara Occidental la solución legalmente prevista desde hace mucho tiempo. España está aislada en esta batalla, en la que los gobiernos se hallan atados de pies y manos mientras la Unión Europea, y particularmente Francia, no demuestren una postura solidaria en ese sentido. Y, desde luego, Francia no la va a ofrecer porque un tupido entramado de intereses y complicidades enlazan a Marruecos con su antigua metrópoli. Mucho me temo que lo que ha sucedido este mes de agosto vuelva a ocurrir hasta que el gobierno español, tan dispuesto a viajar para templanza del vecino del Sur y a hacer declaraciones - elocuentes y patéticas las palabras exculpatorias de Moratinos y Valenciano - que jamás incomoden al soberano de la blanca chilaba, acepte que lo que este desea hacer con el Sahara Occidental ya no tiene vuelta de hoja. Y sobre todo cuando no son escasas las voces que en los cenáculos del poder aconsejan claramente en esta línea, como ya he comentado en este blog.
Otra cosa bien distinta es lo que pensemos los numerosos españoles que consideramos que la responsabilidad histórica de España en el Sahara Occidental no debe culminar en la ocupación ilegal del territorio del que fuimos responsables, y al que abandonamos a su suerte.

Esta entrada ha sido traducida al francés en el blog Diaspora Saharaui

8 de diciembre de 2009

No olvidemos la responsabilidad de Francia en la tragedia del Sahara... o ¿en qué quedan las amistades de las que se presume?

Monsieur Nicolas Sarkozy, Presidente de Francia, y Mohamed VI, comendador de los creyentes y rey de Marruecos, intercambiando "merveilleux cadeaux". La foto es de El Imparcial Digital


Estoy convencido de que si las grandes potencias exigiesen a Marruecos la obligación de cumplir la legislación internacional y la defensa de los derechos humanos en el Sáhara Occidental hace tiempo que el problema y la tragedia humana que se vive en ese territorio y en los campos de refugiados se habrían resuelto.

Admitiendo, como es obvio, que la responsabilidad principal es del Estado alauita, no hay que olvidar el papel que en todo ello concierne a Francia, cuya complicidad declarada es decisiva para entender lo que está sucediendo. Desde siempre los gobiernos de Paris han apostado inequívocamente por las posiciones marroquíes sobre este asunto. Francia ha sido sin disimulo el principal valedor de Marruecos en su politica contra el Sáhara hasta el punto de bloquear cualquier postura en sentido contrario dentro de la Unión Europea.
No podemos ignorar, por tanto, esta circunstancia aunque no se hable de ella.
Su respaldo a las tesis anexionistas es tan firme como sus argumentos a favor de la autonomía del Sahara planteado por Marruecos y cuya inspiración es eminentemente francesa. Basta seguir estos días el tratamiento, tibio e interesado, que la prensa gala esta dando sobre la cuestión para percatarse de hasta qué extremos llega la hipocresía de un gobierno que al tiempo que señala que “Francia está con la ONU y sus esfuerzos a favor de la paz” defiende que “el plan de autonomía del Sahara es una buena base para el relanzamiento de las negociaciones”. Nos encontramos ante una contradicción flagrante y burda, que se resolvería simplemente señalando que se apoya el respeto a los derechos humanos en el Sahara Occidental y que se defiende la descolonización conforme a las resoluciones de Naciones Unidas. ¿No fue ésta la actitud adoptada cuando se pararon los pies a Serbia en los Balcanes, se expulsó a Sadam Hussein de Kuwait, o se apoyó la independencia de Timor Oriental, bajo la ocupación de Indonesia en los mismos términos que Marruecos ha usurpado y se ha apropiado ilegalmente del Sáhara Occidental?.

Y es que la política francesa respecto al Sahara deriva de la persistencia de su espíritu colonial y de la función prepotente que se ha arrogado en el mundo francófono y particularmente en África, donde no admite réplica alguna. Es el mismo espíritu que la lleva a preservar el control de los llamados Departamentos de Ultramar (Guadalupe, Martinica, Guyana y Reunion) y a rechazar el reconocimiento de las atrocidades cometidas en Argelia. La sólida posición que ocupa en el Magreb, producto de una estrategia que trata de preservar un statu quo que garantiza su papel como potencia mediadora en los conflictos, y como árbitro al que se recurre para superar las desavenencias que la propia Francia se encarga de mantener, justifica la alianza incólume mantenida con Marruecos, que se siente seguro bajo la protección de quien le garantiza además un trato de privilegio con la Unión Europea, que jamás ha cuestionado la aplicación por parte de ese pais de una politica exterior basada en el chantaje más descarado, como estamos comprobando con sus últimas declaraciones respecto a España.
Mas estos lazos no son inocentes: fortísimos intereses económicos unen a Paris con Rabat, toda una urdimbre de negocios suculentos, proyectos a largo plazo, alianzas en todas las direcciones, etc. tejen la maraña en la que se basa una cooperación de intereses compartidos a toda prueba, en la que la tragedia del Sahara es apenas un tema incómodo , marginal, del que mejor no hablar y que se da definitivamente por zanjado, pese a conculcar ostensiblemente el derecho internacional. ¿Qué importan los derechos humanos, piensan en El Eliseo, cuando de lo que se trata es de asegurar el chanchullo, pese a quien pese?. ¿Qué importa una vida, que importa la tragedia de los refugiados si nuestros negocios están a buen recaudo?.
Por esa razón, y aun sabiendo el ascediente que tiene Sarkozy sobre el primo Mohamed VI, el Sr. Rodriguez Zapatero no ha llamado a su superamigo Nicolas, el Presidente soufflé, para que le eche una mano. Nuestro país está en este asunto más solo que la una, solo ante el peligro. Es increible. Ten amigos, forma parte del G-20, sonríe a tirios y troyanos, presume de fuerza en el mundo y de buenas relaciones y contactos para que, a la hora de la verdad, si te he visto no me acuerdo. ¿Cojonudo, no?.

25 de octubre de 2009

El patrimonio expoliado, ¿a quién pertenece?



Con todos los honores, como corresponde a la importancia de la pieza, el bellisimo busto de Nefertiti ha sido reinstalado en el Nuevo Museo de Berlin tras su rehabilitación, al tiempo que observamos cómo las colas adquieren a veces longitudes gigantescas cuando se trata de admirar algunas de las maravillosas exposiciones presentadas en el Museo del Quai Branly de Paris, (no se lo pierdan si visitan la capital francesa), dedicado a las Civilizaciones no occidentales de Africa, Asia, Oceanía y América. Y, ¿quién no ha quedado sin habla al contemplar en el British Museum de Londres o en el Louvre parisino las manifestaciones del arte procedente de la acrópolis ateniense o de las civilizaciones surgidas junto al Tigris y al Eufrates? Todos ellos reflejan, como valiosisimo atractivo turístico, la huella implacable del expolio provocado por la colonización y los efectos asociados a ella.

Ya nadie habla de lo que la presencia colonial supuso en aquellos pueblos sujetos a la dominación extranjera. Las leyes internacionales prohiben la explotación de unos pueblos por otros, sancionan las invasiones y condenan la usurpación de sus bienes históricos. Sin embargo, mientras la conquista y el trabajo forzado son severamente cuestionados, los objetos sustraídos durante el proceso de colonización provocan un entusiasmo sin precedentes. Muchos visitantes de esos templos del patrimonio arrebatado tienen la impresión de que siempre han estado ahí, forman parte del legado cuya ubicación la historia justifica como algo inevitable que hay que entender en función de las circunstancias que motivan la existencia de ese botín, producto del saqueo llevado a cabo sobre todo desde comienzos del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, cuando las potencias coloniales procedieron a ese usurpación que hoy exhiben, orgullosas, en sus museos más emblemáticos.
La resolución 42-7, aprobada por la ONU en 1987, habla textualmente en su preámbulo de « La importancia que reviste la devolución de los bienes culturales que tengan para ellos (los pueblos afectados por el expolio) un valor espiritual y cultural fundamental, a fin de crear colecciones representativas de su patrimonio cultural». ¿Supondrá esa resolución algo más que una mera declaración de intenciones como a las que estamos acostumbrados cuando de medidas que afectan a los poderosos se trata?
Nadie se imagina en estos momentos que pueda producirse la devolución de tan importante legado a los paises de donde procede, por más que las reclamaciones no cesen (Grecia lo viene haciendo con reiteración desde los años ochenta) y Zahi Hawass, responsable de la conservación de los restos arqueológicos de Egipto, se haya convertido en la voz tronante que solicita la retracción sin demora. El contencioso no suscita preocupación alguna a los Estados que acaparan esos bienes. Jamás responden a las reclamaciones o, en todo caso, como ha hecho Francia, se limitan a proponer la creación de comisiones que, sin guión ni plazos, se limiten a estudiar las propuestas presentadas. El Reino Unido siempre ha mostrado un desdén absoluto ante las peticiones de Grecia de recuperar las esculturas del Partenón que adornan las salas más concurridas del British Museum, o ante la solicitud de Egipto de hacerse con la Piedra Rossetta, que permitio a Jean-François Champollion descifrar la escritura jeroglífica

Es un tema crucial de nuestro tiempo y uno de los fenómenos más representativos de lo que significó la historia colonial del mundo. De ahí que, con independencia de lo que pueda suceder y mientras admiremos en Londres, Paris o Berlin, entre otras ciudades que han capitalizado el expolio, las maravillas procedentes de los paises que antaño dominaron, lo que nunca podremos perder de vista es la inmensa lección de historia que inevitablemente habrá de ir asociada a la contemplación e interpretación de tanta riqueza rentabilizada por quienes no la crearon.

21 de mayo de 2009

Viñetas que invitan a pensar: envidiar es sufrir



Aunque sea un retrato conocido, siempre impresiona cuando se contempla. Es obra de Théodore Géricault, maestro del romanticismo pictórico francés, que la realizó en 1822, y se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Lyon. Hay catálogos que la identifican simplemente con el título de La Loca, pero en realidad el que le dio el pintor es “La monomane de l’envie”, la loca de envidia. Pocas imágenes como esa reflejan lo que supone esa actitud ante las personas y ante la vida. La monomanía, la obsesión, que llevan o pueden llevar al delirio.

Cornelivs ha escrito un post sobre este tema, que me da pie a completar algunas de las numerosas y atinadas interpretaciones que él hace sobre la definición de la envidia. Añado una que me parece fundamental y que está en la clave del gran riesgo que entraña. Y es que la envidia sólo hace daño a quien la tiene, sólo perjudica a la persona que siente hacia otra los achares y celotipias que la devoran. Es una conducta, pues, siempre insana, (¿qué es eso de la envidia sana?) que, por lo que dicen los psicólogos, deriva en obsesiones que conducen a esa monomanía denunciada con enorme realismo en el cuadro que nos ocupa.

Mas no es necesario recurrir a la Psicología para darse cuenta de ello. Sería suficiente con echar un vistazo a los numerosos testimonios que la historia, el cine y la literatura nos ofrecen para darse cuenta de los riesgos que acompañan a esa irracionalidad, que muchos conciben como la cara oculta de la competitividad que enfrenta, divide y tensiona a los seres humanos.
Las fábulas de La Fontaine la describen con sencillez y dureza a la vez, resalta desgarrada en las tragedias de Sófocles y cobra violencia y crueldad en textos memorables de Shakespeare o Stendhal. Pero ya que esta entrada me ha venido inspirada por el ilustre jienense, que deleita la blogosfera con su fascinación por Roma, simplemente le recordaría lo que la envidia supuso para Rómulo, cuando le llevó a quitar la vida a su hermano Remo, por más que ello no restase un ápice a la contribución que este tuvo en la fundación de la ciudad que baña el Tévere.

28 de abril de 2009

Francia siempre interesará a España



No ha sido Francia un vecino fácil ni cómodo a lo largo de la Historia. No hace mucho hemos conmemorado con gran pompa y circunstancia el bicentenario de la lucha contra la ocupación francesa a comienzos del siglo XIX, es evidente que la postura de inhibición de Francia durante la guerra civil fue letal para la continuidad de la Segunda República, que no fueron gratos los años en los que grupos enormes de exiliados trataron de sobrevivir en aquellas ciudades y pueblos contra el menosprecio de muchos franceses, aunque pronto se verían, sin embargo, sorprendidos y admirados por la combatividad y el coraje que los que habían llegado de allende los Pirineos mostraban contra la presencia de los nazis en la Francia ocupada.


Los españoles estuvieron entre los primeros que liberaron la capital francesa y de España fueron también muchos de los que, con su trabajo e inteligencia, contribuyeron al progreso del país tras la Segunda Guerra mundial. Y, para concluir, no estaría de más recordar las resistencias de Giscard a la incorporación de España a las Comunidades Europeas, a lo que finalmente accedió porque no tenía más remedio, y las ambigüedades mostradas en la cooperación contra ETA, que durante años no dieron los frutos que cabria esperar de un país sin cuya colaboración seria imposible poner fin a esa lacra de muerte y extorsión apoyada en una causa y en unos métodos que siempre han tenido perdidos.

Todo parece indicar que las relaciones que actualmente se mantienen con Francia van viento en popa. Gracias a su presidente, y da la impresión que sin precio alguno, el Gobierno español ha logrado estar presente en las reuniones de los Grupos que tratan de hacer frente a la crisis mundial - sin que aún este muy claro el sentido de su estrategia y sobre todo su eficacia - y, lo que es más importante, parece ser que la actitud contra la banda terrorista es firme, resuelta y decidida. Continuará quizá su estela de muerte y destrucción, pero su persistencia va a resultar atroz para quienes la secunden. Ya lo estamos viendo, por fortuna.

Aunque solamente fuera por eso, y sin entrar en la peculiar personalidad del actual inquilino del Elíseo, bienvenida sea la visita oficial de Nicolás Sarkozy, por más que todavía subsistan prevenciones en ambos países sobre el grado de estrechamiento de sus vínculos y ante el hecho de que en sectores de las sociedades españolas y francesas afloren de cuando en cuando los recelos que normalmente surgen en toda relación de vecindad que se precie. Siempre será así, porque así suele ocurrir entre vecinos, pero de lo que no cabe duda es que Francia, más allá de sus vicisitudes políticas, siempre será en muchas cosas un referente incuestionable para los españoles. Lo es, en efecto, en cultura, en tecnología, en arte, en protección de sus paisajes, en ordenación del territorio, en el valor de lo público, en tolerancia, en espíritu critico, en respeto al adversario. En sentido del Estado. "Hay en mis venas gotas de sangre jacobina" decía Machado. Es una frase con la que siempre me he identificado.
Como todo país, Francia tiene sin duda muchos defectos, mas posee una cualidad que le caracteriza: con frecuencia se ha anticipado a los cambios históricos, lo que le ha permitido ir por delante de su tiempo, y su lema memorable - Libertad, Igualdad y Fraternidad - se corresponde con los ideales a los que debe tender la Humanidad. Por cierto, ¿se imaginan Vds. qué hubiera sido de España de haber arraigado en ella los aires de la Revolución francesa a comienzos del siglo XIX, dejando arrumbado para siempre el sórdido fardo de absolutismo e intolerancia que sobrevinieron cuando aquel infame Fernando VII decidio derogar el tímido soplo de libertad afrancesada que fue la Constitución de Cádiz de 1812?. Y es que "cuando canta el gallo negro es que ya se acaba el día, si cantara el gallo rojo otro gallo cantaría".



Imágenes: Arriba: El Panteón de Hombres Ilustres, en Paris. En el centro: Placa de reconocimiento a la participación de los republicanos españoles en la liberación de Francia, en Pau. Abajo: Alegoría de la República francesa en la plaza principal de Lille
No sé si les pasará a Vds., pero, dejando de lado su aire belicoso, a mí siempre me ha causado cierta emoción La Marseillaise





22 de febrero de 2009

Antonio Machado reposa en Collioure desde hace 70 años



Estos días azules
y este sol de la infancia

Son los últimos versos que escribió Antonio Machado poco antes de morir en la casa de huéspedes que le acogió, en compañía de su madre, en la villa francesa de Collioure. El poeta que tanta gloria y reconocimiento ha dado a la poesía española y universal, falleció, pobre y en el exilio, el miércoles 22 de Febrero de 1939, tal día como hoy hace setenta años. Siete décadas han transcurrido ya de aquel hecho, que simbolizó, entre tantos otros, el derrumbe y la desaparición de la Segunda República Española. Todo estaba perdido y la vida del poeta se extinguió con ella. Un símbolo de la tragedia, que entonces asolaba España y que se prolongó durante cerca de cuarenta años. Yace en una modestísima tumba en el cementerio de esa ciudad, a la que se llega enseguida nada más entrar en el pequeño camposanto. Siempre la adornan flores frescas que dibujan con frecuencia el colorido de la bandera republicana.



Una sensación de paz y de silencio inmensos envuelven el ambiente. Las palabras sobran, pues los sentimientos de admiración y gratitud no precisan ser comentados con nadie. Basta la mirada. El mejor homenaje que se le puede hacer al poeta y a la madre que le acompaña es visitar alguna vez en la vida el lugar donde reposan, y en el que han de permanecer para siempre.



Collioure y Montauban, ciudades del Sur de Francia donde yacen Antonio Machado y Manuel Azaña, son lugares asociados indefectiblemente a la historia de España. Como si nos pertenecieran de pleno derecho. Para siempre
.


Y qué mejor recuerdo en este día que escuchar de nuevo la excelente composición que Joan Manuel Serrat hizo del famoso poema, en el que Don Antonio quiso resumir su autorretrato, y que tanto sorprendió a Don Miguel de Unamuno, cuando esos versos llegaron a sus manos



3 de diciembre de 2008

El obelisco ausente de Luxor, visualmente recuperado

Confieso que siento admiración por la figura del obelisco, esa espléndida expresión de la arquitectura ornamental que forma parte inseparable de la cultura egipcia y que constituye el símbolo más representativo del poder y la unidad de un pueblo. Con esta pretensión lo diseñaron los egipcios y con la misma finalidad cobra esa profusión en el mundo como manifestación emblemática de la historia que se desea enaltecer. Lo vemos espectacularmente en Roma, donde no hay plaza histórica relevante que no cuente con un testimonio de los obeliscos de esbelta silueta, e incluso nada sorprende que la Vía de la Conziliazione que conduce al Vaticano esté jalonada por una serie espectacular de piezas que reproducen este diseño hasta confluir en el imponente obelisco que, con sus inscripciones de origen tapadas o borradas, preside el centro mismo de la Piazza de San Pietro. La figura del obelisco se ha reproducido también en el Nuevo Mundo y, que yo sepa, es perceptible en el National Mall de Washington, en la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires, cerca del Boulevard Artigas en Montevideo, en la Plaza Altamira de Caracas o en el Paseo del Prado de La Paz, pero seguro que se yergue en muchos lugares más. Siempre en el centro o próximo al centro, allí donde más puede sobresalir.



Y lo vemos, destacado y solemne, en la Place de la Concorde de Paris, donde está instalado desde 1836. Siempre que voy a esa ciudad me acerco a contemplarlo detenidamente y, casi como un acto reflejo, pienso en lo que este monumento de 230 Tns. ha significado en la historia de Francia, el esfuerzo y el ingenio que supuso su traslado desde Tebas y la imagen que transmite a quien, desde el corazón de Paris, entiende este lugar como el vértice en el que confluyen las grandes arterias y perspectivas que configuran la impresionante concepción urbanística de la capital francesa.


Todo el mundo sabe que el obelisco que preside esa Plaza es el que falta en la entrada del Templo de Luxor, donde su ausencia resulta más que ostensible. En 1830 el rey Mohamed Ali ofreció a Francia, como obsequio y con el fin de congraciarse con sus ciudadanos, los dos obeliscos que enmarcan el acceso al templo, pero sólo uno de ellos efectuó el viaje que duró más de dos años y medio en un ejemplo de alarde técnico realmente impresionante. Hay quien, ignorando las fechas, señala que fue un regalo a los franceses por su ayuda en el traslado del templo de Abu Simbel, cuando bien es sabido que el proyecto del lago Nasser data de 1956 y las obras de recuperación fueron programadas y organizadas por la UNESCO a partir de ese momento.

No, el obelisco de granito rosa de la Concordia fue retirado de su implantación originaria por un acto de sumisión y complacencia con el poderoso, muy típico de la época y revelador de la posición que entonces Francia desempeñaba en el mundo. Otro caso más de los muchos que provocan la irritación del pueblo egipcio cuando visita los Museos de Londres, de Paris o de Berlín, en los que se exponen verdaderas maravillas de la civilización del Nilo (inasumible para muchos el que el busto de Nefertiti se exponga en el Museo Egipcio de la capital alemana), procedentes del expolio, del negocio fraudulento, del engaño o simplemente de la incapacidad para retener su patrimonio hasta bien avanzado el siglo XX. Hay informaciones que señalan la crítica situación en que se encuentra el obelisco que orna la Plaza de la Concordia. Se observa deterioro en la piedra, afectada por la contaminación y las condiciones meteorológicas, lo que justifica las preocupaciones por su estado y los riesgos a que se enfrenta su conservación. De ahí las opiniones que abogan por su devolución a su lugar de origen, postura a la que me sumo plenamente. 

En la primavera de este año he visitado Egipto y, entre otros deleites, he conocido y recorrido con detalle el templo de Luxor, ubicado en la ribera oriental del Nilo. He apreciado la asimetría de la portada y echado de menos la armonía y el equilibrio estéticos que sus artífices pretendieron darle cuando lo construyeron hacia 1500 a.C.. Aunque es evidente que esa sensación de vacío quedará para siempre, logré neutralizarla en parte cuando Maria Antonia y yo encontramos en un anticuario de El Cairo un grabado auténtico, fechado a comienzos del siglo XIX, donde figuran los dos obeliscos que entonces delimitaban el acceso al templo de Luxor. Quien no se conforma es porque no quiere, y en nuestro caso la visión del grabado nos devuelve la autenticidad del escenario original.

Visiones parecidas sobre el extraordinario legado artístico de Egipto permite sin duda a quien lo desee la magnífica colección que cuidadosamente ha conseguido agrupar el atento propietario de la galería de arte y libros antiguos situada en la Avenida Qasr el-Nil de El Cairo, donde lo adquirimos. Está a un paso del Museo de Antigüedades Egípcias y casi al frente de la famosa cafetería Groppi`s, de cuidada estética art déco, y además un espacio muy grato para tomar un té en el lugar que se enorgullece de haber sido en otro tiempo el suministrador de tan preciada planta a la Casa Real británica. Si viajan a El Cairo, no se pierdan este paseo. Ningún paquete turístico lo incluye, aunque la seguridad esté garantizada y el contacto directo con la calle no tenga desperdicio.

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