Con todos los honores, como corresponde a la importancia de la pieza, el bellisimo busto de Nefertiti ha sido reinstalado en el Nuevo Museo de Berlin tras su rehabilitación, al tiempo que observamos cómo las colas adquieren a veces longitudes gigantescas cuando se trata de admirar algunas de las maravillosas exposiciones presentadas en el Museo del Quai Branly de Paris, (no se lo pierdan si visitan la capital francesa), dedicado a las Civilizaciones no occidentales de Africa, Asia, Oceanía y América. Y, ¿quién no ha quedado sin habla al contemplar en el British Museum de Londres o en el Louvre parisino las manifestaciones del arte procedente de la acrópolis ateniense o de las civilizaciones surgidas junto al Tigris y al Eufrates? Todos ellos reflejan, como valiosisimo atractivo turístico, la huella implacable del expolio provocado por la colonización y los efectos asociados a ella.
Ya nadie habla de lo que la presencia colonial supuso en aquellos pueblos sujetos a la dominación extranjera. Las leyes internacionales prohiben la explotación de unos pueblos por otros, sancionan las invasiones y condenan la usurpación de sus bienes históricos. Sin embargo, mientras la conquista y el trabajo forzado son severamente cuestionados, los objetos sustraídos durante el proceso de colonización provocan un entusiasmo sin precedentes. Muchos visitantes de esos templos del patrimonio arrebatado tienen la impresión de que siempre han estado ahí, forman parte del legado cuya ubicación la historia justifica como algo inevitable que hay que entender en función de las circunstancias que motivan la existencia de ese botín, producto del saqueo llevado a cabo sobre todo desde comienzos del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, cuando las potencias coloniales procedieron a ese usurpación que hoy exhiben, orgullosas, en sus museos más emblemáticos.
La resolución 42-7, aprobada por la ONU en 1987, habla textualmente en su preámbulo de « La importancia que reviste la devolución de los bienes culturales que tengan para ellos (los pueblos afectados por el expolio) un valor espiritual y cultural fundamental, a fin de crear colecciones representativas de su patrimonio cultural». ¿Supondrá esa resolución algo más que una mera declaración de intenciones como a las que estamos acostumbrados cuando de medidas que afectan a los poderosos se trata?
Nadie se imagina en estos momentos que pueda producirse la devolución de tan importante legado a los paises de donde procede, por más que las reclamaciones no cesen (Grecia lo viene haciendo con reiteración desde los años ochenta) y Zahi Hawass, responsable de la conservación de los restos arqueológicos de Egipto, se haya convertido en la voz tronante que solicita la retracción sin demora. El contencioso no suscita preocupación alguna a los Estados que acaparan esos bienes. Jamás responden a las reclamaciones o, en todo caso, como ha hecho Francia, se limitan a proponer la creación de comisiones que, sin guión ni plazos, se limiten a estudiar las propuestas presentadas. El Reino Unido siempre ha mostrado un desdén absoluto ante las peticiones de Grecia de recuperar las esculturas del Partenón que adornan las salas más concurridas del British Museum, o ante la solicitud de Egipto de hacerse con la Piedra Rossetta, que permitio a Jean-François Champollion descifrar la escritura jeroglífica
Es un tema crucial de nuestro tiempo y uno de los fenómenos más representativos de lo que significó la historia colonial del mundo. De ahí que, con independencia de lo que pueda suceder y mientras admiremos en Londres, Paris o Berlin, entre otras ciudades que han capitalizado el expolio, las maravillas procedentes de los paises que antaño dominaron, lo que nunca podremos perder de vista es la inmensa lección de historia que inevitablemente habrá de ir asociada a la contemplación e interpretación de tanta riqueza rentabilizada por quienes no la crearon.
Siempre he pensado que debería de ser devuelto a su origen. Creo que sería lo más justo. Además siempre se podrían hacer intercambios para los que vivimos lejos pudiéramos admirarlo.
ResponderEliminarLas colonias, se aprovecharon de todo.
Un abrazo
Si lees a mi bloguera iraquí ARABWOMANBLUES, leerás el expolio que ha sufrido Irak desde la invasión yankee, por lo tanto, dudo mucho que los antiguos tesoros de Grecia, Egipto, etc. sean devueltos. Ya sabemos en qué quedan muchas de las resoluciones de la ONU... Besotes, M.
ResponderEliminarTienes mucha razón Fernando.
ResponderEliminarMucha suerte en tu semana en Castilla y La Mancha. Esperamos tus aventuras, fotos y reflexiones.
Un abrazo,
Borja
Completamente de acuerdo. Los bienes culturales y artísticos deberían permanecer allí donde se crearon, para muestra de la capacidad técnica y artística de los pueblos que fueron capaces de crearlos y poder, así, mostrar su cultura en el entorno en el que se desarrolló.
ResponderEliminarSólo me caben algunas preguntas... como... ¿Cómo esperamos que las antiguas potencias coloniales expoliadoras, devuelvan a sus origenes los bienes que han acumulado, si ni siquiera son capaces de devolverlos a los pueblos y lugares donde los encontraron dentro de su mismo país? -lease p.e. La Dama de Elche-
y otra pregunta, aunque con un poco de tufo colonialista, lo reconozco, ¿Se habrían mantenido muchas obras maestras de la humanidad en las condiciones ideales, si hubieran permanecido en sus paises de origen?. (p.e. el museo Egipcio del Cairo era un auténtico caos cuando lo visité)
lo que sí es seguro es que, a día de hoy las posibilidades de que las obras estén perfectamente conservadas y generando beneficios a los paises que las vieron nacer son muy altas, por lo que estoy completamente a favor de su devolución.
perdón por la extensión y enhorabuena por el blog.
Buenos días Fernando, las potencias colonizadoras no sólo expoliaron los recursos naturales sino también las obras de arte. En algunos casos se dice que para protegerlas. Tal vez.Mi hija me explicó que el Museo del Cairo era como un almacén con todo lleno de polvo. Tal vez falten recursos para tener el museo en condiciones.
ResponderEliminarA mi me pone de muy mal humor el ver a viajeros que van a los Campamentos y regresan con hachas de sílex o puntas de flecha. Hay muchas pero pertencen a quien pertenecen y deberían estar en un Museo y no en las casas de los que las recogen y las pasan fraudulentamente por la aduana argelina.
¡Qué belleza el busto de Nefertiti!
Un abrazo.
Yo también soy de las que piensan que cada dosa a su sitio, pero creo que es imposible. De hecho es en el mismo país y pasan estas cosas...
ResponderEliminarViviendo en Baza me contaron como se descubrió la famosa DAMA, los lugareños que estuvieron presentes en aquel momento lo contaban con emoción, yo leí varios libros sobre el tema, y... ¿Cual no sería mi sorpresa al comprobar que el original está em Madrid, y que lo que allí se expones es una copia?
De todos modos y para que sirva de consuelo, podemos pensar que si no hubieran caído en esas manos ( hablo en general), muchos de estos objetos se ha´brían perdido.
Un abrazo y pásalo bien por mi tierra. Soy de TOLEDO.
Besos
no te preocupes hombre. Si no hacen caso a la resolución, se les invade y listo. Cascos azules en Oxford Street ... vivir para ver.
ResponderEliminarEl expolio del museo de Bagdad era uno de los objetivos, formaba parte de la hoja de ruta.. tantos tesoros de la Antigua Mesopotamia, volatilizados , expoliados.. en manos de coleccionistas millonarios..
ResponderEliminarEs muy triste ir a Atenas y no poder ver in situ a los frisos del Parthenon...por poner un ejemplo de tantos..
El Patrimonio es de todos pero en sus Países de origen...
Un abrazo, Fernando.
Yo no sé hasta qué punto estoy de acuerdo con la devolución. Es como el caso de niños en acogida. Sólo en el caso de que se garantice un cuidado razonable y una dedicación, un ambiente propicio, deben ser devueltos a sus orígenes. Muchos de esos países son convulsos políticamente y nunca se sabe qué puede pasar. Mirad lo que ocurrió con el Museo de Bagdad. Es cierto que Occidente es culpable de crear esas condiciones espantosas, como somos culpables de que haya progenitores indignos de criar un niño, pero mientras las estructuras no cambien, prima el interés del niño y prima la conservación de la obra de arte excelente.
ResponderEliminarAhora bien, no olvido los intereses económicos que suponen ni el desprecio de las potencias que los detentan hacia países que ya han demostrado ser unos buenos "padres". Sin embargo, a mí, como persona viajera y casi culta, me gusta que las cosas estén repartidas, por pura comodidad personal. Como me gusta que Gibraltar sea inglés, a pesar de la injusticia histórica y geográfica.
Cuando visitas determinados museos de la Europa Occidental sientes admiración por las obras expuestas y vergüenza por tamaños latrocinios. Moralamente todos sabemos a quiénes pertenecen estas obras...
ResponderEliminarDado el tono de este corral, incluso podríamos reclamar a Nefertiti, con el argumento de que es obra de Pedro Alonso Berruguete, nuevo genio de las artes inventado por el catedrático Manero en su visita a Paredes de Nava.
ResponderEliminarLo lógico sería que todos los vestigios del colonialismo se evaporaran y se restituyera todo lo expoliado, pero sabemos que la realidad es otra bien distinta. No sé si para bien o para mal, el resultado es que las piezas egipcias, griegas, etc, están dispersas por toda Europa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido Fernando Manero-
ResponderEliminarAquí en Monzón(Huesca) tenemos un contencioso con los bienes eclesiásticos de la parroquia.
Durante muchos años pertenecimos a la Diócesis de Lérida, ahora pertenemos a la Diócesis Monzon-Barbastro.
Nuestros obispos han reclamado durante años las piezas y objetos de arte de nuestros pueblos, el Papa y la comisión delegada han declarado después de muchas vicisitudes que las piezas y obras de arte vuelvan a sus antiguos dueños.
Lérida se resiste y hace caso omiso a lo que dice el Vaticano.
Esto del expolio es un mal muy extendido, "Lo mío, mío, y lo tuyo también"
Es triste pero por donde pasamos arrasamos con todo.
Un beso.