28 de marzo de 2018

La demolición de la izquierda solidaria en Cataluña

Oigo a la portavoz de Comisiones Obreras de Cataluña, Monserrat Ros, hablar de presos políticos, de encarcelamiento de las ideas y de apoyo a la manifestación que las centrales sindicales CCOO y UGT van a compartir con los supremacistas xenófobos que en esa Comunidad Autónoma pretenden romper el Estado, eludiendo sus compromisos solidarios con el conjunto del país. Sus razonamientos harían temblar a los que en su día defendieron desde la cárcel los principios del sindicalismo de izquierda español, que hoy parece resquebrajarse como otro de los impactos demoledores de la peste nacionalista y excluyente que asuela a Cataluña.

Si, al formar causa con el independentismo, sus sucursales catalanas reniegan de esos principìos, y su postura no es cuestionada por las direcciones de ambos sindicatos (estaremos a la espera de su reacción), algo muy grave está ocurriendo en ese sector de la izquierda española. Algo parecido a lo que sucede cuando observamos las posturas de los Comunes, con su inefable y ultraoportunista alcaldesa al frente, e incluso los equilibrios, con las inmediatas rectificaciones, de Miquel Iceta, que trata de sortear, a costa de la propia credibilidad electoral del PSC-PSOE, ese tremedal en el que no se sabe si va o viene.

Da la impresión, por lamentable que parezca, que la carcoma del independentismo, que todo lo roe, estimulado en sus orígenes por lo más corrupto de la burguesía española, como es la que durante décadas y ante la impasibilidad del Gobierno central ha esquilmado a Cataluña desde el el Palau de la Generalitat, ha acabado haciendo mella en esa izquierda que se desvanece y desacredita al anteponer la defensa de la ilegalidad y de la ruptura insolidaria, o bien amparándose en la fatídica ambigüedad, a los objetivos de progreso y de defensa del Estado social integrador, que muchos creíamos inherentes a su misma razón de ser.
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