26 de junio de 2018

En defensa de los valores republicanos de la Constitución española

Ciertamente España no es una República, sino una Monarquía parlamentaria, en la que quien la ostenta no gobierna sino que desempeña una función representativa del Estado, sujeta al control y la supervisión plenos del Gobierno. ¿Es compatible este modelo con unas directrices constitucionales adscritas a la defensa de los principios republicanos, que, en esencia, se identifican con las ideas básicas de libertad, igualdad, solidaridad, protección de los derechos humanos, separación de poderes y mecanismos parlamentarios sancionadores de la gestión gubernamental? ¿Sí o no? Yo creo que sí.

Hace años, Francisco Tomás y Valiente escribió, y proclamó a viva voz en muchas ocasiones, que el sistema de principios, derechos y deberes contemplados en la Constitución - más allá de los incumplimientos o limitaciones, de los que también adolecen muchos países - podía identificarse plenamente con los que rigen en las constituciones republicanas más avanzadas del mundo, entre ellas las europeas.

Si bien es verdad que la Jefatura del Estado no es electiva, ¿parece correcto centrar el objetivo de la acción política en la desaparición de esta Institución, políticamente testimonial, en connivencia con los intereses de quienes tratan de romper el Estado, utilizando un discurso en el que se entremezclan la ambigüedad con el galimatías terminológico, todo ello en aras de provocar un proceso desestabilizador tan innecesario como contraproducente?







Por eso, cuando observo la sintonía que parece establecerse entre Joaquim Torra y Pablo Manuel Iglesias Turrión, hablando casi el mismo lenguaje, proclive a la defensa del derecho a la secesión (solapado con el cursi y engañoso eufemismo del "derecho a decidir"), a la confusión entre "federación y confederación", y orientando de consuno y con especial virulencia sus venablos más acerados a la demolición del Jefe del Estado, responsable de todos los males habidos y por haber, tengo la sensación de que la mezcolanza de propósitos coincidentes encubre planteamientos muy alejados de lo que realmente conviene a nuestro país. Amén, del condicionamiento que ello pueda plantear de cara a la entrevista prevista para el día 9 de julio entre el Presidente del Gobierno del Estado y el de la Generalitat catalana, ya muy mediatizada, en mi opinión, por la visita envenenada de Iglesias Turrión al Palau de Sant Jordi, y que ha dejado a Sánchez en una posición nada cómoda, ya que incluso se ha atrevido a opinar en nombre de éste antes de que el Presidente del Gobierno exponga directamente, y sin intermediarios interesados, su opinión.

23 de junio de 2018

De qué manera Quim Torra prestigia al Jefe del Estado

Más allá de la actitud de defensa o de rechazo hacia la Monarquía que cada cual pueda tener, cabe plantearse hasta qué punto la postura adoptada por Joaquim Torra Pla frente al Jefe del Estado va a favorecer significativamente la consolidación y el prestigio de la institución monárquica en España, superando o mitigando el nivel de desafección que aún presenta en un sector de la sociedad española.

Es tanta la zafiedad demostrada del presidente del gobierno catalán, tantos su sectarismo y vulgaridad, tan indecente y patética la sumisión servil ofrecida al sujeto fugado que, errante y rabioso, campa a sus anchas por Europa movido solo por el resentimiento y el afán de venganza, que no es aventurado pensar que aquello que se situa en los antípodas de su querencia cobra prestigio inversamente proporcional en el imaginario de la ciudadanía española. De toda ella. De Ayamonte a Empuries, del Cabo de Gata a Muxía.

Si a ello se suma, que nadie lo olvide, la catadura intelectual y moral de un individuo de pensamiento racista y xenófobo confeso, que lo sumerge en las sentinas de la política europea, parece evidente que ante esa tesitura la pretendida ofensa con la que trata al Rey va a ser, a la postre, por paradójico que parezca, la plataforma sobre la que quizá se afiance la figura del monarca en España y en el mundo, como reacción indignada ante un comportamiento,el de Torra, tan obsceno como miserable. Amén de abocado al fracaso. El daño que hace a la imagen internacional de Cataluña es inmenso. En el primer trimestre del año, se ha producido un impresionante descenso de la inversión extranjera en esa Comunidad.

El acto de inauguración de los Juegos del Mediterráneo en Tarragona dio prueba fehaciente de cómo Torra es el mejor contraejemplo en el que se apoya el crédito popular del Rey de España. No tardaremos en comprobarlo.



7 de junio de 2018

¿Iberia como excepción o como posibilidad en el futuro de la opción socialdemócrata?

He ahí los paises ibericos como singularidad politica en Europa. Mientras los partidos socialistas se desvanecen en Grecia, Italia y Francia, en España y Portugal gobiernan los Estados respectivos. De ahi la relevancia de su responsabilidad en la recuperación de la socialdemocracia europea. Me dicen mis amigos franceses que sus miradas observan expectantes los acontecimientos ocurridos y que han de tener lugar en las tierras de Iberia.

¿Excepción o posibilidad? No me negarán que el momento histórico y los rumbos emprendidos en esta Europa sumida en una situación crítica no son sumamente interesantes, se piense lo que se piense.

De ahi la cuestión: ¿lograrán ser los paises ibéricos las referencias potenciales del pensamiento socialdemócrata emergente, tan debilitado en la Europa unida?

1 de junio de 2018

Todo depende del equilibrio entre cohesión y secesionismo

Creo que no tardaremos mucho en conocer la capacidad de resistencia y, por ende, la duración del nuevo Gobierno de España, al que, por el bien del país, cabe desear el mayor éxito posible. En buena medida, todo dependerá de su habilidad, de su capacidad y de acierto para destensar lo que indebidamente Iglesias Turrión llamó en el debate "crisis territorial", y que,como todo el mundo sabe, no es otra cosa que la pretensión de los nacionalismos identitarios y con escasa voluntad integradora para modificar la Constitución en beneficio de su voluntad más o menos secesionista. Los términos del problema están clarísimos y su intento de solución se antoja prioritario.

Ni siquiera cien días tendrá Pedro Sánchez Pérez-Castejón para defender con garantías de futuro ese equilibrio entre el mantenimiento del orden constitucional que asegure la cohesión del país y la neutralización inteligente y duradera de las pretensiones insolidarias que lo cuestionan. Ahí es nada. Si lo logra, llegará a culminar la legislatura con una credibilidad mayor de la que parte, con el consiguiente efecto electoral, favorable a su partido. Si no, la suerte del PSOE estará echada para mucho tiempo. Y no es que la política económica deje de constituir otra de las piedras de toque a tener en cuenta. En ese terreno, sin embargo, la toma de decisiones le va a ser más fácil, pretextando los limites impuestos por los presupuestos heredados, mejorando su dimensión social mediante puntuales Decretos Ley y perfeccionándolos de cara al 2019, sin olvidar la acomodación justificativa a las reglas comunitarias. Algo similar a lo que está haciendo y diciendo el gobierno de Antonio Costa en Portugal, que sale a flote porque es hábil, negocia bien y no tiene fracturas nacionalistas en casa.

Por tanto, una vez más, la solidez del Gobierno está supeditada a sus relaciones con las periferias disidentes. La Historia se repite y pocas cosas invitan al optimismo en este sentido. Cumpliendo la idea apuntada en esta misma ventana hace unos días, así se lo comenté a Mariano Rajoy en una larga carta que le envié el 21 de mayo sin conocer lo que se venía encima. Amablemente me contestó su Departamento de Comunicación con los Ciudadanos a las 17:19 horas del 29 de mayo. Pero eso ya es historia muy lejana. Con todo, la conservaré siempre.
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