Se dice de él que fue el primer pueblo abandonado, por completo, en España. Quizá fue de los primeros sin duda, allá por 1956, antes de que el éxodo hiciera mella con fuerza en un mundo, el rural, cuyas gentes poco después habrían de fluir masivamente a la ciudad, con esperanzas no siempre bien fundadas. A 1.100 metros de altitud, sufrió el abandono no por su lejanía o las dificultades de acceso, sino por la pobreza de la tierra, por la miseria irrecuperable de un suelo que apenas daba para vivir y porque nadie veía futuro capaz de contrarrestar las expectativas ofrecidas por Baracaldo y sus Altos Hornos, a donde fue a trabajar un vecino que nada tenía y logró arrastrar a los demás, tras comunicarles que por primera vez en su vida había visto nada menos que un billete de mil pesetas "juntas".
26 de febrero de 2012
Espacios transformados (6): El primer pueblo abandonado en España
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16 de febrero de 2012
Nicolás Sarkozy o la presunta "fortaleza" del débil
Le costaría mucho desengancharse del duumvirato que ha acabado gobernando la escena comunitaria europea sin que, salvo en sus países, nadie les haya elegido para ello. Se llevaría un disgusto si dejase de ser el comparsa de la recia y con frecuencia adusta canciller alemana, que se impone a los gobernantes de la Unión hasta el punto de convertirlos en unos meros autómatas a sus órdenes y directrices. Difícil es encontrar algo en la historia de Francia durante la presidencia de Nicolas Sarkozy que sea merecedor de reconocimiento y admiración. La hiperactividad desplegada no se ha traducido en nada que merezca ser valorado positivamente de cara a su reelección. Cuánto ganarían Francia y la Unión Europea si el Palacio del Elíseo cambiase de inquilino y se impusiera un estilo menos frívolo, menos banal y más consciente de los problemas y de sus soluciones. Sin el confuso colega de marras, la propia Merkel se sentiría más obligada a tener en cuenta a la sociedad real y no a los intereses financieros y especulativos a los que sirve sin rechistar para obligar a los demás a que los sirvan también, mientras la UE se deshace en el magma de su propia inanidad.
Dispuesto a seguir su trayectoria de corredor errático, " à tout azimut", Nicolás ha emprendido la carrera preelectoral con mensajes que causan sonrojo y que ponen en evidencia la catadura de la mayor perte de los políticos europeos. A partir de un populismo barato - "soy el candidato del pueblo", dice sin ruborizarse, a la par que propaga la especie de que todo lo someterá a referendum - se identifica con la fortaleza mientras todo en él es vacuidad de vacuidades, para concluir afirmando que la derecha y la izquierda han dejado de existir, utilizando ese lugar común tan querido de la derecha, redundante hasta la náusea en la afirmación de que ambas son iguales e indiferenciadas. Qué más da, si lo que cuenta es "la fortaleza", concepto vacío de contenido cuando no se precisa en qué consiste.
12 de febrero de 2012
¿Indignación o resignación?
Plaza Mayor de Valladolid (España). 19 de junio de 2011
Como un vendaval de palabras y de furia irrumpió Stèphane Hessel en la escena política y cultural del mundo, aunque los motivos de su clamor surgieran de una aguda reflexión sobre la realidad europea. En España sus frases y textos hicieron mucha mella hasta el punto de que las ideas vertidas en su libro "Indignáos", sencillo, contundente y provocador a la vez, encontraron un eco como hacia tiempo que no se veía en este panorama nuestro de intelectuales demasiado timoratos o evasivos en sus actitudes y críticas. A punto está de culminar el año desde que estalló de pronto el movimiento de los indignados, que llenó las calles y las plazas de las ciudades españolas - no olvidemos que, con un efímero precedente en Atenas, fue precisamente en España donde cristalizó en un movimiento prolongado, de gran resonancia mundial y con fuerte impacto urbano - y que, de momento, ha tenido un epílogo sonoro en el corazón de Nueva York, que aún colea, aunque bastante mortecino.
Leer la entrevista que Álex Vicente ha hecho recientemente a Héssel en Berlín supone un aldabonazo en la mirada de quienes se interesan por lo que sucede en el espacio público. La perspectiva alcanzada es suficiente para que el inspirador de aquel mensaje ofrezca un panorama de algunas luces y bastantes sombras, que dan lugar a la crítica justificada. Cuando señala que "el movimiento indignado acabó llevando a la derecha al poder" en España, uno se pregunta si esa conclusión es correcta o cuestionable, sobre todo porque carecemos de una valoración clara y sincera en ese sentido. No estaría de más que se hiciera, que se analizase bien qué ha sucedido y porqué.
¿Qué rumbo adoptarán, si es que adopta alguno, los clamores a favor de la dignidad y que tanto justifican las posturas indignadas y resistentes?
9 de febrero de 2012
Espacios transformados (5): La normalidad ha vuelto a las calles de Miranda de Ebro
El gran río que cruza por múltiples paisajes y regiones ha recuperado, al fin, su ritmo habitual, acostumbrado ya a las corrientes de tibieza térmica y vapores casi permanentes que presenta a partir de la Central nuclear de Garoña, casi a tiro de piedra. Los leones que flanquean su espléndido puente están ya acostumbrados a estos vaivenes de humor del gran cauce, observador silencioso pero atento de las luces y las sombras que acompañan la historia de esta villa industrial, que se asoma y mira hacia Álava sin perder la perspectiva de su filiación castellana. Los mirandeses se saben ubicados en destacado lugar de encrucijada, cabe Castilla, el Pais Vasco y la Rioja, lo que les permite sentirse cómodos en escenarios tan contrastados, a sabiendas de que en las interfaces que los separa la personalidad mirandesa aparece siempre reforzada hasta el punto de ofrecer una imagen en cierto modo integradora, partícipe de todos ellos.
Muchas son las circunstancias que han marcado su historia reciente para contribuir a que esa entidad que le aporta su situación venga a ratificar aún más el hecho de que lo que sucede en Miranda no debe pasar desatendido, a sabiendas de que, si lo es, ya se encargarán sus vecinos de recordarlo hasta que todo el mundo se entere. Y que nadie olvide su tradición ferroviaria, con siglo y medio ya de perspectiva histórica. Representa esa referencia de transporte convertida en uno de sus símbolos esenciales, que la propia ciudad se encarga de recordar, como la recuerdo yo cuando, camino de San Sebastián en los veranos de mi infancia, el tren correo se detenía en Miranda durante dos horas y media mientras cambiaba de máquina y añadía otra nueva ( en total, dos) para afrontar con el suficiente resuello las pendientes que se le venían por delante, una vez cruzada la llanada alavesa a partir de Alsasua. La carbonilla en verano, con las ventanas abiertas, era terrible, dejaba los ojos como ascuas y obligaba a la ducha nada más llegar. Pero llegaba a San Sebastián, la ciudad de mis sueños infantiles, de mis inolvidables descubrimientos del mar, a más de tres horas de Miranda. Qué tiempos aquellos.
Las calles aparecen hoy sosegadas tras la peripecia que ha llevado a su equipo de fútbol a medirse con el Atlético de Bilbao, sin que hasta casi el último momento se desvanecieran en el aire las perspectivas de hacerlo con el Barcelona C.F. en lo que hubiera sido un hecho insólito en la historia del deporte universal. No ha sido así y lo cierto es que son pocos los que se han sentido frustrados, pues mostrarse en San Mamés, la meca del fútbol, para muchos mirandeses ya era indicio suficiente de que se ha tocado el cielo y de que a partir de ahora su presencia figurará en la crónica de la “catedral” por antonomasia. Sin embargo, las conversaciones han retomado su pulso habitual, por más que todavía coleen los comentarios de la hazaña relativamente inconclusa.
Monumento, junto a la Plaza de Abastos, en recuerdo a las víctimas de violencia de género (obra de Manuel Páramo, 2007)
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2 de febrero de 2012
El gran retroceso
Llega la noche en Tierra de Campos
Miro a mi alrededor, observo lo que pasa, hablo con la gente, paseo por las calles, leo los correos que me llegan... y por todas partes observo lo mismo: un enorme retroceso. España va para atrás, queda rezagada sin que nadie lo detenga, pierde pulso e ilusión y, sobre todo, se debilita a marchas forzadas. Con toda su gravedad y la magnitud de sus impactos, la crisis económica no es ya sólo la única de las manifestaciones que ponen en evidencia la extrema vulnerabilidad del país para hacerla frente. No hay ningún indicador en estos momentos que invite al optimismo o estimule la esperanza. Desearía, si los hay, que alguien los pusiera de manifiesto.
Comienza febrero de 2012 y unas cifras descomunales, insólitas, nos dejan conmocionados ante la magnitud del desempleo. Cerca de 200.000 parados más en un solo mes, superando el listón inconcebible de los cinco millones. Ante este estigma pavoroso, que deja a una parte considerable de la sociedad española sumida en el estupor y la deseperanza, el recetario se limita a los eventuales efectos taumatúrgicos de una reforma laboral, que el propio Rajoy Brey califica de traumática, algo así como una anécdota, aprovechando las tertulias que se forman en el Consejo Europeo.
La propia advertencia del presidente del gobierno alerta sobre lo que se viene encima y que no puede ser otra cosa que la eliminación de las mínimas garantías que amparan a los trabajadores, abandonados a su suerte y a la búsqueda ansiosa de un empleo precarizado, al que tampoco tienen seguridad de acceder mientras sus derechos tienden a ser irrecuperables. Todos saben que esa reforma laboral, presentada como el bálsamo de Fierabrás, se mostrará fallida a la hora de crear significativamente empleo pues las causas esenciales de que eso ocurra – las características del sistema y de los comportamientos empresariales y la retracción del crédito – permanecen irresueltas..
Entre tanto, la pasarela ministerial, a través de proclamas que los comparecientes leen a toda prisa, como autómatas, o anuncian con sonora petulancia da prueba fehaciente de los reflujos que van a manar de los Consejos de Ministros. Marcha atrás en casi todo, artimañas justificativas presentadas de forma petulante, abandono de las salvaguardas ambientales, defensa de intereses corporativos, inseguridades para las mujeres, justicia selectiva, expolio frenético de lo público...vuelta al pasado. A un pasado que se creía superado Embravecidos los grupos de presión y los fanatismos de toda laya, que se felicitan por lo que sucede, los jóvenes cualificados se van, o proyectan irse, y la investigación científica languidece mientras el país se descapitaliza y la consideración internacional se resiente día a día. Y, a todo esto, un tal Federico Trillo, experto en trapacerías miles, nos representará en Londres. Mon Dieu, ¿qué hemos hecho para merecer esto?
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