4 de enero de 2013

Los riesgos del poder al servicio de intereses antisociales
















Sede del gobierno de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol (26, junio, 2011) 
Cuando el poder legítimo se aprovecha para ceder el poder de facto a los que ilegítimamente abusan de él y lo manipulan a su antojo en función estrictamente de sus intereses, ese poder es cómplice de las perversiones que de tal modo se generan. La Comunidad de Madrid se erige en el paradigma del poder al servicio de los intereses que acaban integrándolo en sus tramas más insaciables y adversas al bien común. Ha acabado convirtiéndose en un poder degradado, venal, sumiso y, a la postre, tolerante con las malas prácticas a que da lugar. 

Utilizando "argumentos de chatarra" (como bien los ha calificado Manuel Rivas), permite que algunos de sus representantes se burlen en el Parlamento de la trascendencia de los temas que tratan, sin que ello implique ningún tipo de admonición. Ahí continúan  amarrados a la sombra de su escaño.  Muestran indiferencia ante la privatización de  una parte significativa de la sanidad pública ocultando las cifras que revelan los beneficios aparentes de tal medida, coherente con un proceso que no solo deteriorará la calidad de ese servicio esencial sino que al tiempo supeditará al gobierno regional a la espiral de reclamaciones que, al igual que ha sucedido con las autopistas, serán planteadas por sus concesionarios para satisfacer, a costa del presupuesto público, su cuenta de beneficios sin que ello redunda a favor de la mejora asistencial, cada vez más excluyente e insolidaria. Y es que, aplicada la concesión administrativa a servicios esenciales como la sanidad,  termina por ser una catástrofe para las arcas públicas, porque el contrato concesional obliga, por ley, al reequilibrio económico-financiero de la empresa prestadora del servicio cuando éste no sea rentable. La fórmula PFI (Private Finance Iniciative) empleada en la Comunidad Valenciana y en la de Madrid resulta tanto más perjudicial para la Administración pública, porque obliga a ésta a pagar un canon anual revisable. De ahí el riesgo (no sólo moral) de que el ente público concedente y titular del servicio pierda el dominio del mismo en favor de la empresa concesionaria, al revés de lo que debería ser en toda contratación pública. Lo sucedido en el Hospital valenciano de Manises es buena prueba de ello. No tardaremos en verlo en la Comunidad de Madrid.   De ahí la importancia de fortalecer la Sanidad Pública mediante argumentos tan consistentes como los que avalan "la reforma del Sistema Nacional de Salud para que no sufra una deslegitimación social porogresiva"

Y de forma simultánea, el gobierno madrileño, con apoyo del del Estado,  se ha doblegado sin pudor a las pretensiones de la mafia internacional del juego en uno de los ejemplos más humillantes observados en el comportamiento de la administración pública española. No tardando mucho veremos los efectos del desastre ocasionado por Ignacio González, el responsable del gobierno regional, artífice de decisiones políticamente antisociales,  que quien le lanzó a un cargo que le va tan grande como la presidencia de la Comunidad de Madrid no se atrevió a adoptar porque, a última hora, prefirió endosárselas a su valido.

1 comentario:

  1. Lo que está sucediendo en la comunidad de Madrid, como avanzadilla de lo que quieren instaurar en el resto de España, no es ni más ni menos que la consecuencia lógica de permitir a los poderes financieros campar a sus anchas derribándoles todos los obstáculos.

    Curiosamente son los mismos poderes que nos han sumido en el agujero actual. Pero al fin y al cabo la culpa no es suya, ellos tienen como objetivo único ganar dinero, cueste lo que cueste, y son los políticos, los que deben decidir y garantizar donde acaba el derecho del empresario a ganar dinero y empiezan los derechos de los ciudadanos.

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