Lecciones y advertencias que de pronto aparecen y que invitan a detener la mirada. Testimonios anónimos de una sensibilidad a flor de piel que se resiste a la ocultación. Reflexiones contundentes y a la vez contradictorias. ¿Ocurren las cosas tan deprisa -como señala el texto de arriba - que, al
final, lo olvidamos todo? Si así fuera, si el peso apabullante de la actualidad
acabase diluyendo en la memoria los sucesos que, pese al
tiempo, deben quedar indelebles, qué gran satisfacción tendrían los
responsables de las malas prácticas, los corruptos y los mentirosos, sabedores
de que el tiempo acaba eclipsando todo.
Sin embargo, al tiempo aflora la idea de que
el mundo puede cambiar, de que los procesos y las decisiones adquirirían otro
rumbo cuando los elementos más conscientes de la sociedad se empeñan y se
esfuerzan para que así sea.
(Mensajes en la calle. Barrio de Brooklyn en NYC. 1.12.12.)
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