15 de julio de 2007

El placer de escuchar a Max Bruch


Hace años, en Barcelona, a finales de los setenta, recorriendo con la calma que merecen las calles del barrio gótico encontré una vieja tienda de discos que me llamó mucho la atención. Escaparate estrecho, estancia profunda y mal iluminada, olor a antiguo y a café. Pero, sobre todo, acumulación abigarrada de discos y más discos, de todos los colores y todos los estilos. Sensación apabullante de música encerrada y quizá imposible de descubrir en su plenitud. Pensé que la mayor parte de aquel material, donde coexistían los álbumes aún vírgenes con los vinilos de segunda y múltiples manos, no iba a ser escuchado jamás. Era imposible que todo aquello, apilado sin orden durante toda una vida, llegase a ser disfrutado. En medio de aquel agobio, y decidido a rescatar algo del olvido, opté por comprar dos discos de portadas nada llamativas aunque la intuición me indicaba que podrían encerrar algo interesante.

Ambos con el sello, siempre tan acreditado, de La Voz de Su Amo. Uno me resultaba ya conocido: una grabación de Pau Casals con la Filarmónica Checa, dirigida por Georges Szell, y que compartía la edición con el Concierto en si menor Op. 104 de Dvorak. El otro, misterioso para mí todavía, hacía referencia a la
Fantasía Escocesa de Max Bruch (1838-1920), ejecutada al violín por Itzhak Perlman, y bajo la dirección de Jesús López-Cobos, a la batuta de la Nueva Orquesta Philharmonia.

Fue un verdadero descubrimiento, un impacto en el ambiente sonoro cuando éste se dio conocer, y al que recurro normalmente cuando quiero, con la música, identificar un paisaje apetecido. Recientemente mi hijo me ha regalado la versión en CD, que es la que me acompaña cuando me apetece. Y lo es con frecuencia. Pero el recuerdo y el disfrute de la versión en 33 revoluciones, con esa carátula de color desvaido, en la que una escena de pesca evoca la belleza natural de Escocia, forman parte de ese acervo cultural que todos vamos acumulando a lo largo de la vida y que a la postre forma parte indisociable de nuestra personalidad. Como esta Sinfonía me ha acompañado en un reciente viaje a los Picos de Europa, os la traigo a colación (en concreto, el
Cuarto Movimiento), con la recomendación de que no os pase desapercibida.





(Fotografía: Perspectiva de Picos de Europa desde el mirador de Panderrueda, en la provincia de León)

2 comentarios:

  1. Tomo buena nota de tu recomendación. He oido ese pasaje y me ha parecido extraordinario. La verdad es que no me sonaba para nada ese compositor, que parece una maravilla.

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