13 de julio de 2010

¿Euforia momentánea o necesidad psicológica? ¿Y qué han opinado los grandes del fútbol patrio?



Sólo el paso del tiempo aclarará cuál va ser el verdadero significado del triunfo de la selección español en el Campeonato Mundial de Fútbol 2010, el primero celebrado en África. Es necesario comprobar la entidad del poso que finalmente quede en la memoria para darse cuenta de lo que verdaderamente suponga un acontecimiento que ha logrado rebasar, como parece, su estricta dimensión deportiva. Pero a falta de tener esa perspectiva, no estaría de más reflexionar sobre lo que ha representado o puede representar un hecho excepcional, inédito hasta ahora en España y que, como todo el mundo ha podido comprobar, ha tenido una resonancia insólita, que ha desbordado con creces todas las previsiones. Y eso que no es, desde luego, el primer gran éxito alcanzado por los deportistas españoles. Conquistas memorables en baloncesto, en tenis, en deportes de motor, en natación sincronizada, en waterpolo, en atletismo… engrosan un palmarés espectacular, todos logrados casi de manera simultánea en ese período mágico para el deporte español que se abrió con fuerza a partir de las Olimpiadas de 1992 y que se ha mantenido casi invariable hasta nuestros días.

Sin embargo, en ningún momento el país se ha movilizado como en esta ocasión. Para un observador de los sucesos sorprendentes que ocurren a su alrededor, y que precisamente llaman la atención por las connotaciones que pudieran ofrecer, no pueden pasar desapercibidos tres hechos singulares: el impresionante seguimiento del Campeonato, que ha ido in crescendo a medida que las expectativas de triunfo se iban haciendo mas firmes; la profusa utilización de la bandera del Estado, omnipresente en todos los sitios y de las más diversas maneras, y las manifestaciones de júbilo que, tras la merecida conquista de la Copa, resonaron de una punta a otra de la península, sin restricciones ni falsos prejuicios. Me detendré brevemente en los dos últimos.

Jamás la bandera española ha ocupado con tanta reiteración el espacio público. Un símbolo comúnmente poco utilizado, salvo en determinadas manifestaciones de sesgo conservador, de pronto se ha convertido en la enseña de todos o, al menos, de una abrumadora mayoría de ciudadanos que deseaban expresar, a través de ella, su identificación con los colores institucionales del país cuya selección de fútbol, y de la mano de ese excelente entrenador y persona que siempre ha sido el salmantino Vicente del Bosque, tan buen papel estaba haciendo en el extremo sur de África. Cabe preguntarse si la exhibición masiva de ese trozo de tela, de todos los tamaños y formas y cuya significación a muchos disuadía hasta hace bien poco, es atribuible únicamente al deseo circunstancial de reafirmar su solidaridad con “La Roja” o en el fondo no encierra el propósito de poner de manifiesto, siquiera sea como reacción favorable al sentimiento colectivo, una afinidad con la idea de pertenencia a ese ámbito de relaciones, convivencia e intereses que se llama España y que, como tal, es reconocida internacionalmente con todos los derechos y obligaciones que ello comporta.

Quizá en la mentalidad de no pocos esta asimilación no aparezca tan clara y quede circunscrita a la sensación de que solo así es posible incorporarse de lleno al mundo de satisfacciones y zozobras que provoca - ¿inevitablemente? - la adicción futbolística en la mas impresionante competición deportiva del mundo. Pero, a la vista, de cómo han ido las cosas y de qué manera se ha exteriorizado ese sentimiento de alegría y complacencia, a que ha inducido una afición sentida y plenamente asumida, cuesta pensar que no esté presente también una postura que no muestra incomodidad cuando esgrime como imagen, a través de una escenografía que en ocasiones llega a ser apabullante, la que proporciona un estandarte que no es otro que el que representa a un Estado, llamado España, que con sus luces y sus sombras ha conseguido hacerse un lugar en el mundo, y no solo en el plano deportivo. Un espacio con capacidad para integrar proyectos compartidos, fraguados por gentes de la más diversa procedencia.

¿Euforia momentanea? ¿Jolgorio efímero y sin más trascendencia? Quizá, aunque está por ver. Porque lo que también parece claro es que el triunfo en Johannesburgo ha traido la sonrisa y la voz entusiasta a una sociedad que se sentía, y se siente, acongojada por el panorama sombrío que late a su alrededor. Un panorama no solo de crisis y de agobios económicos, sino también de hartazgo ante problemas institucionales irresueltos, ante discursos políticos tediosos y no exentos de cinismo, ante orates tertulianos que rezuman odios, mentiras y resentimientos, ante las desvergüenzas que emanan de una corrupción que no cesa, y que manipula los hechos con la pretensión de sentirse impune, ante visiones catastrofistas que lesionan la confianza en el futuro y empobrecen la autoestima en el corto plazo….

Y es que la psicología colectiva, como destacó tantas veces el maestro Castilla del Pino, se aferra de manera instintiva a hechos y circunstancias que pueden facilitar subjetivamente la supervivencia del ánimo en medio del desencanto y la desolación. Es una herramienta de salvamento frente al pesimismo, un recurso obligado frente a la negrura. ¿Y qué hay de malo en ello cuando basta un triunfo deportivo, conseguido en buena lid y con un equipo admirable, en el que todos los españoles, sean de donde sean, se sienten representados si se trata de recuperar la confianza y la percepción de que no todo es cieno y que algo de esperanza cabe en un pais que, al socaire de una proeza deportiva, se siente, al fin, solidario con valores sustentados en el espiritu de equipo, en el esfuerzo y en la ilusión?
Mientras tanto, estaremos atentos al día después. Cuando los focos de la fiesta se apaguen, cuando el ruido amaine, cuando el entusiasmo ceda paso a la realidad, cuando el trofeo quede definitivamente instalado en la vitrina, tiempo vendrá de escuchar las declaraciones serias y de saber el destino de las suculentas recompensas pecuniarias prometidas a los jugadores, que seguirán siendo famosos de por vida pero al tiempo ciudadanos, aquí y ahora, de un pais donde mucha gente lo está pasando mal. Será el momento de comprobar la sinceridad que encierran las muestras de generosidad recíproca. Con todos y para todos.

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A modo de conclusión, una curiosidad aflora. Tras seguir con cierto detenimiento cuanto se ha dicho en los distintos medios sobre el resultado conseguido, llama la atención el silencio clamoroso mostrado por grandes figuras nacionales del mundo balompédico. Quizá se me ha pasado, y de ahí la pregunta, que desearía despejar. ¿Alguien ha oido la opinión autorizada de personajes que sin duda mucho tenían que decir sobre el resultado conseguido como es el caso de Luis Aragonés, Florentino Pérez, Jorge Valdano, Pep Guardiola o Rafa Benítez, entre otros grandes del fútbol patrio? Silencio, desprecio, indiferencia.... cualquier cosa menos ignorancia. Los que tanto saben de fútbol en este país de envidias irreversibles han callado ante la gesta o estaban fuera de órbita. Menos mal que sí hemos oido la opinión de ese gran maestro del buen estilo en todos los órdenes, dentro y fuera de la cancha, que es Johan Cruyff. Un hombre que compone con Alfredo Di Stéfano y Pelé el trío que, en mi opinión, representa lo mejor de la historia del fútbol.

7 comentarios:

  1. Ambas dos, Fernando.
    Está claro que las masas se mueven por esa euforia momentánea, que no permite pensar, sólo dejarse llevar, pero cada uno, como individuo, ha utilizado este momento, para soltar adrenalina bajo la excusa perfecta: sentirse campeón.
    El que más o el que menos se ha sentido orgullosamente español, pese a que una tímida bandera hiciera un intento de figurar, que quedaría ahogado bajo el verdadero protagonista, España.

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  2. Me olvidé.
    Un abrazo.
    ¡jaja!

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  3. Creo más bien que esa manifestación multitudinaria ha sido de necesidad psicológica. Si le damos la vuelta pienso que ha sido un desahogo colectivo de lo mal que va todo pero que, sin embargo, se aferra como un clavo ardiendo a lo positivo que ha significado ganar el mundial. Que los politiquillos/politicastros tomen nota porque ayer salieron para jalear al equipo pero mañana pueden salir para expulsar a tanto mediocre instalado en su poltrona de barro.
    Lo de las banderas, más bien me parece que es por los colores del equipo y un sentimiento, por supuesto, de "patria" pero no como lo suele interpretar el PP sino porque, al fin y al cabo, es nuestra bandera colectiva. Sin más misterio ni enrevesadas explicaciones patrioteras. Besotes, M.

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  4. Por supuesto que es necesaria tener una actitud optimista ante cualquier triunfo, pero por otro lado me apena que el país sea incapaz de movilizarse por cosa que también son realmente importantes, que están sucediendo y que conseguirán que lo pasemos mal y muy canutas, ya hay familias que están en ese punto tambaleándose entre hoy llego, mañana no.
    Fernando tuvimos una manifestación hace dos semanas en Ibiza en un punto céntrico de la Isla, debido a la reforma laboral, hubo treinta personas,.
    Están pasando cosas que son inexplicables, bajan sueldos a personas que no son funcionarios, simplemente entidades colaboradores de la seguridad social como las MATEPSS, aux administrativas que no llegan a mil euros y les han quitado el cinco por cien de su sueldo (compañeras mías de trabajo) si a esto le sumas que vas al supermercado y te cuesta más comprar...y así todo y esto no es nada comparado con lo que quieren hacer con el tema de la reforma laboral, valdremos cuatro duros.
    No digo que haya ido bien el mundial ha ído bien y ha beneficiado en parte, pero no perdamos la realidad de lo que está sucediendo, contratos basura, sueldos inexistentes, despidos a montones, congelación y bajadas de sueldos. Recuerdo que hubo una crisis importante en Alemania y lo que se hizo fue subir los sueldos de los contribuyentes, de esta forma la gente compraba y gastaba más, aportó tranquilidad, en cambio aquí sube todo y baja lo que puede activar la economía.
    Esto es lo que yo veo, me he sentido un poco espectador de todo y de nada, no me gusta el fútbol, sin embargo me ha gustado la aptitud de los jugadores, me quedo con esto, un ejemplo para los jóvenes, adultos y sobre todo Políticos, unión y fuerza cuando es necesario. 

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  5. Estupendo un gusto leerte

    Cariños

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  6. El trabajo por fin me da un respiro, querido Fernando. He vuelto. Espero ponerme pronto al dia con tus posts.

    Un abrazo...!

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  7. He estado en Italia durante la última fase de este Mundial de Fútbol y he podido comprobar que mayoritariamente los italianos apoyaron a España, sobre todo en su encuentro contra Alemania. Incluso algún diario como "La Gazetta dello Sport" titulaba el triunfo de España con la palabra épica castellana: "CONQUISTADORES"

    En la final criticaron bastante a Holanda por no hacer el juego a que nos tenía acostumbrados.

    El efecto eufórico de esta efeméride deportiva no sé qué poso dejará, pero es evidente que, ávidos de alguna que otra satisfacción, ésta ha tenido un efecto muy positivo. Ver jugar en equipo a teóricos rivales como son los jugadores del Real Madrid y del Barça resulta gratificante y al menos, por unos momentos, todos defienden la misma camiseta y suman esfuerzos. Exactamente al revés de lo que hacen los políticos... Que deberían tomar nota.

    Comparto las interesantes y profundas reflexiones que has hecho sobre este episodio deportivo que, según la RAI, hasta tendrá consecuencias económicas positivas para nuestro país.

    Personalmente, cuando veo que algún partido político quiere apropiarse de la bandera nacional, todavía veo en ella sombras del Régimen anterior, pero cuando la veo ondear por algún triunfo deportivo, la miro con mejores ojos...


    Un abrazo y felices y plácidas vacaciones que ya te tocan, Fernando.

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