5 de septiembre de 2011

¿Utopía o posibilidad? ¿Otra economía es posible?


Es evidente que la crisis, con la complejidad, diversidad y magnitud de sus causas e implicaciones, está sometiendo a la Economía a una profunda revisión. Posiblemente sea ésta, dentro de las Ciencias Sociales, la disciplina que en mayor medida se encuentra en el punto de mira de la crítica, tan fuerte como justificada. Los modelos utilizados se han mostrado incapaces de anticipar la catástrofe y, menos aún, de afrontar sus consecuencias. Después de tres años pavorosos, en los que los cimientos del Estado de Bienestar han quedado irreversiblemente condicionados, tras infinitas reuniones de los G-7, los G-8, los G-20, y los encuentros de Davos, los procesos observados tienden a la desestabilización de los mecanismos esenciales del sistema mientras su efecto más pernicioso – el paro – aumenta sin cesar y afloran en el mundo de las relaciones humanas los comportamientos que, ligados a la discriminación, a la xenofobia y a la involución excluyente, demuestran que las grandes conquistas sociales que creiamos consolidadas se resquebrajan en medio de una sensación, cada vez más generalizada, de “sálvese quien pueda”.
Urgen voces nuevas, la sociedad exige nuevos discursos mientras repele los viejos paradigmas que han contribuido al desbarajuste en el que nos encontramos. En este contexto, si la indignación política es necesaria, por más que sus debeladores demuestren al criticarla su ineptitud para entender lo que está pasando, parecen pertinentes los argumentos que preconizan otro modo de entender la economía, que sigue siendo la verdadera pieza vertebradora de las dinámicas sociales y la razón esencial de que la política fluctúe entre la solidaridad y la ruptura de los mecanismos de cohesión, garantes de la paz social. Merece la pena, por tanto, atender a los escritos de pensadores que apuntan en una dirección que muestra otra perspectiva más alentadora e ilusionante, más sensible con la sociedad, más respetuosa con el entorno.
Frente al esquematismo reduccionista de los modelos perfectos pero ineficaces a la hora de afrontar los problemas, se impone la dimensión reflexiva que invita a plantear las cosas de otra manera. ¿Utopía o posibilidad? En cualquier caso, textos como el de Jeffrey Sachs sobre "La economía de la felicidad" llegan a tiempo para orientar las ideas en un sentido ilusionante y recuperar la confianza perdida en quienes cultivan la ciencia económica. ¿Porqué invalidar el pensamiento de Sachs, que en 2009 lo obtuvo, frente a otros Premios Nobel de Economía, pontífices del neoliberalismo que nos ha llevado a ese túnel de larguísimo recorrido en el que nos encontramos y al que no se ve salida mientras se siga recurriendo a los axiomas que se han convertido en viejos en cuanto la realidad ha puesto al descubierto su incapacidad para lograr un mundo mejor?

9 comentarios:

  1. Me gusta cualquier noticia que sugiera alternativas esperanzadoras a la situación que nos embarga actualmente... Los sueños, de un tiempo a ests parte, pasan mucha hambre.

    Una buena entrada sobre la película de Almodóvar:

    http://bernardinas.blogspot.com/2011/09/almodovar-bebe-agua.html

    Un abrazo, Fernando

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  2. Claro que otra economía es posible. En España, Torres y Vicens la proponen. Este artículo también la propone. La pregunta es: ¿son otras economías o son la misma economía reformada? Es decir, ¿es posible la revolución o nos tenemos que conformar con el reformismo? El problema es que cualquiera de las propuestas no pone en entredicho el modelo de crecimiento basado en el consumo desaforado de materias primas. En ese sentido, las propuestas del decrecimiento sí son realmente revolucionarias. Otra cosa es que quizá sea necesaria otra sociedad, donde esa revolución sí pueda concretarse. Dos cosas quizás haya que empezar a plantearse: poner un techo al crecimiento de la población mundial y puesta a cero de las tasas de crecimiento del PIB.

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  3. Estoy en la línea de lo que dice el comentarista que me antecede: seguro que hay por ahí buenas ideas, pero ¿quién, cómo y dónde le pone el cascabel al gato? "Quizá sea necesaria otra sociedad, donde esa revolución sí pueda concretarse". Tu dedo otra vez en la llaga, Fernando. Salud(os).

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  4. Por si fuera interesante o útil para ti o para los lectores de tu página web, tengo publicado el siguiente blog:
    http://plantararboles.blogspot.com
    Se trata de una guía breve y práctica para que los amantes del campo y la montaña podamos sembrar/plantar árboles, casi sobre la marcha, aprovechando las semillas que nos dan los árboles de la región y, en algunos casos, los esquejes que de ellos podemos hacer.

    Salud,
    José Luis Sáez Sáez
    http://quintanaloranco.blogspot.com

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  5. Me apunto a que es posible otro tipo de economía, pero se necesita mucha valentía para plantearla; como apunta Juan las políticas de decrecimiento seguidas por una sociedad concienciada podrían dar al traste con esta situación actual.

    Besos

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  6. hace falta esas utopías. Utopías para llevarlas a la calle. Economía de calle para gente de calle y no economía de mercado para el mercado.
    Saludos y salud

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  7. La principal característica de las utopías es que son precisamente eso: utopías. Yo soy muy dado al pensamiento utópico, no lo niego, pero siempre me doy de bruces con la realidad. Y entonces pienso aquello que los sueños sueños son. Y es bonito soñar...

    Un abrazo.

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  8. Cualquier idea, si se muestra válida, es bienvenida para una sociedad a la que se le está acabando la paciencia...
    Lo malo es que la esperanza está a niveles mínimos.
    Un abrazo, amigo.

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  9. Creo que sí otra economía es posible pero se necesitan líderes inteligentes con visión de futuro que lo puedan llevar a cabo. Por ahora, el único que me inspira confianza en el panorama español es Rubalcaba. No nos olvidemos, que en la historia a veces solo se ha necesitado UN hombre que cambie el rumbo: Ghandi, Mandela, Churchill..., ¿Rubalcaba? Porque no. Besotes, M.

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