5 de noviembre de 2011

Un tema decisivo fuera de debate



He procurado seguir de cerca los debates previos a la campaña electoral y no me sorprenden los que ocupan el aire cuando ésta ha comenzado. Examino las propuestas de los que más relevancia y posibilidades tienen o han de tener en la toma de decisiones, observo las actitudes de los candidatos, detecto sus posturas, inclinaciones, tácticas y estrategias, pero, por más que rebusco, no veo en el aire, en lo dicho y en lo escrito ninguna reflexión que haga referencia al territorio o, para ser más preciso, a las propuestas que desde las perspectivas en liza se barajan para que su gestión no vuelva a ser el origen de la patología económica y social que nos carcome. Salvo excepciones honrosas y puntuales, la mayoría de los protagonistas en liza nada dicen al respecto, mientras miran para otro lado cuando de concretar ideas se trata.
Grave paradoja, en verdad, pues de todos es sabido que la crisis en España adquiere niveles mayúsculos - de ahí el abrumador peso de la deuda privada - precisamente por el desastre, la incuria, la corrupción y el despilfarro que han modelado la transformación del espacio, con funestas repercusiones en la vida del país y en el comportamiento de sus gentes durante los años en los que el frenesí especulativo sobre el territorio ejercía una fascinación y un embrujo de los que pocos estaban ajenos, por enajenados. No es aventurado afirmar que de aquellos polvos vienen estos barros que nos entarquinan y nos hacen zozobrar en medio de una pavorosa incertidumbre. Se habla de recortes, sólo de recortes, de austeridades selectivas, de reformas estructurales que ante todo inciden en la precarización irreversible del mercado de trabajo, pero nadie habla de cómo gestionar en el futuro la ordenación del suelo, bajo qué pautas, en función de qué directrices, con qué cautelas y supervisiones.
Y eso es muy grave: deliberadamente ocultado el problema o sumido en la nebulosa de lo tópico, todo hace pensar que la trágica lección que nos ha dado esta crisis no ha sido aprendida todavía. Hace unos días ha dejado de operar la única compañía que lo hacía en el aeropuerto de Ciudad Real (foto), en tanto los hurones campan a sus anchas por las pistas del de Castellón y las hierbas amenazan el sinfín de complejos urbanísticos que quedaron en suspenso - qué interesante documento el ofrecido por Lucía Sánchez en "La guerra del golf", basada en lo ocurrido en la Región de Murcia - y que forman hoy la desolada imagen de un país avergonzado de quienes ordenaron las cosas de ese modo, mientras los que se lucraron de ello no cesan de presumir de lo "listos" que han sido, aunque lo hagan en secreto e indemnes ante la tragedia que asuela a la mayor parte de la sociedad.

3 comentarios:

  1. Mientras que el territorio sea un bien de consumo o inversión (y más grave cuando la perspectiva es el largo plazo) con el que lucrarse o enriquecerse, no tendremos buenas noticias. O firmamos un pacto con el entorno para la mutua supervivencia (si fenece el territorio, feneceremos nosotros), convirtiendo el territorio no en propiedad sino en elemento de uso y administración que habrá que devolver cada año a la colectividad respetado y protegido, o mal iremos.

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  2. No nos explican tantísimas cosas... Especialmente los del PP. Pero esta visto que a los poderes fácticos les interesa que ganen. Por algo será... Besotes, M.

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  3. LA EXPLOTACIÓN DE LA COCHINILLA
    EN LAS CANARIAS DEL SIGLO XIX

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