23 de julio de 2020

El Plan de Recuperación: un catalizador para la economía y la gobernanza en España

Un verdadero y poderoso catalizador. Eso es lo que va a suponer, en mi opinión, el efecto consecuente a la aplicación efectiva de las cantidades asignadas a España en el plan de recuperación aprobado por la Unión Europea hace unos días, y que representa el mayor volumen de inversión pública de dimensión supraestatal jamás aprobado en el mundo.
Concebido con un horizonte de seis años, y a través de un proceso de seguimiento y vigilancia que no va a ser de mero trámite, no cabe duda que su impacto va a trascender lo meramente económico para revestir una importancia política desde el punto de vista de la gestión estricta del fondo. Lo que subyace bajo ese plan no es en modo alguno baladí. Lisa y llanamente, implicará un enfoque disciplinado, riguroso y coherente de la toma de decisiones bajo los principios que armonicen la eficiencia con la sostenibilidad, con la mirada puesta en la superación de la crisis a escala del proyecto europeo en su globalidad. Asumiendo, como ha quedado acordado, que el plan de actuación no ha de lesionar el gasto social, la cuestión básica estriba en la defensa de un modelo de funcionamiento basado en la coordinacion entre administraciones y en la cooperación entre el sector público y el privado. Es decir, disciplina, efectividad y buena gobernanza aplicables a los grandes retos a los que el país se enfrenta: transición energética, reindustrialización, equilibrio interterritorial, actuaciones contra la crisis demografica, calidad ambiental, lucha contra la desigualdad en sus diferentes manifestaciones, defensa de la ética y la ejemplaridad, responsabilidad fiscal...
Fuera, pues, veleidades y demagogias, fuera trasnochadas y reaccionarias soflamas supremacistas y, como réplica, defensa de las buenas prácticas en la gestión de los recursos en un Estado integrador. Se abren siete años decisivos para España, que seguramente repercutirán en una mejora sensible de la forma de hacer política.
Entre tanto el proceso catárquico a que se halla sometida la Casa Real quedará resuelto con la penalización, jurídica y moral, del escándalo-delito que la afecta y de su responsable y con la preservación del modelo constitucionalmente establecido, que, con todas las limitaciones que se quiera, ha asegurado el período de libertad y progreso más dilatado en toda, toda, la Historia de España. Es lo que creo.

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