15 de enero de 2008

Ciudadanía activa

Reproduzco aquí, integro, el artículo publicado por Miguel Angel Pérez Martín en el diario vallisoletano El Norte de Castilla (11 de Enero de 2008). Como hombre de cultura y de gran sensibilidad que es, Miguel Angel ha tratado en este texto de reconocer lo que con tanta frecuencia permanece oculto en un panorama donde la "cultura" del relumbrón eclipsa la callada labor de cuantos la dignifican en el buen sentido del término


"RESULTA simplemente doloroso, a las 6.30 de la mañana, camino de la estación de Campo Grande a mediados de diciembre -donde todavía cogeré el tren burra que nos lleva actualmente a los vallisoletanos a trabajar en Madrid, rompeolas de todas las españas; hay más de dos- leer algo como 'Valladolid es sabor' -cuando el sabor nos está dando problemas de propiedad intelectual con los cocineros 'giputxis'- frente a 'Valladolid es SABER', que es lo que han pretendido en estos años un puñado de conciudadanos nuestros a los que las instituciones y la sociedad deben un homenaje, una mención... no placas, ni columnas basálticas en el Calderón Teatro, ni una calle siquiera , un sencillo homenaje y recuerdo. Caminamos a hombros de gigantes, como en la ciencia, pero en este caso no miramos a los que nos han sostenido intelectual, cultural y artísticamente. Nadie pone en duda la contribución a la vida cultural, educativa y social de Valladolid de personas como Millán Santos, Pedro Gómez-Bosque o Antolín de Santiago.

Pero otros por suerte siguen en activo y lo seguirán estando, espero, por el buen de esta ciudad. Entre ellos están personas que hace muchos años dejaron la ciudad, como Rafael González Yáñez y Germán Losada, que junto a Fernando Herrero -al que nunca agradeceremos lo suficiente lo que hace por las artes escénicas de Valladolid- revivieron una Seminci, ya cadáver social, político y cultural. No es menor la contribución a esta empresa de Carmelo Romero, delegado de Cultura de la época, después director general de cine en el Ministerio de Cultura. Aquellos años de hierro y bajos presupuestos tuvieron una cabeza tractora de programas y actividad en la persona de Pilar García Santos, ella impulsó muchas instituciones, programas y actividades que aún sobreviven -algunas precariamente, como la Fundación Municipal de Cultura, y otras dando sus últimos alientos, como la Escuela de Arte Dramático-, otras sucumbieron a la piqueta popular cuando llegó al poder municipal, como la Muestra Internacional de Teatro. Discutí mucho con ella por temas teatrales, pero era un placer poder debatir e intercambiar respetuosamente puntos de vista con quien considero una amiga desde los tiempos de la prehistoria de la radio musical en Valladolid: Disco Clan de Radio Valladolid en los 70 , alta edad media para la ciudad actual. En aquellos años nos dejó Emilio Salcedo, escritor unamuniano y crítico teatral de EL NORTE DE CASTILLA. Fundó la librería que llevó Manuel Cambronero, a quien muchos vallisoletanos debemos lecturas muy influyentes y sigue al pie del tajo de la cultura como el primer día, recomendando los mejores libros, el mejor alimento.

Justino Duque dejó la universidad y se dedicó a participar como ciudadano sabio y desinteresado en los acontecimientos culturales y educativos en los que se precisó de sus conocimientos y experiencia. Fernando Valiño y Concha Chamorro dejaron pestañas y entretelas económicas para que esta ciudad tuviera una programación de jazz a la altura de una capital de provincias de Europa. Fernando Urdiales, leonés de nacimiento y vallisoletano de corazón, no sucumbió a los cantos de sirena de la 'madrileñidad' teatral y se quedó en esta región creando espectáculos, por suerte consiguió el Premio de las Artes de Castilla y León, esa ventaja que lleva. María Calleja puso a Valladolid en el panorama de las artes plásticas de la época, en la que tuvo que gestionar los escasos recursos que las cajas de ahorros dedicaban a estos temas. Ahora las cifras de las cajas de ahorros son macroeconómicas, pero no sé si llegan las microeconomías que más lo precisan. Dúdolo. Juan González-Posada sigue en activo organizando exposiciones para el Ayuntamiento, pero anteriormente corrió riesgos con programaciones innovadoras en el panorama cultural español, la Muestra Internacional de Teatro fue la más conocida en lo municipal; y en el plano regional, el acierto de un programa como el Estival, que la Junta mantuvo unos años. ¿Riesgos en cultura? Ni hablar. Y lo dicen aquellos que no dejan de pregonar que el futuro está en la I+D+i. Eduardo Usillos murió hace unos años trabajando en Gijón. Impulsó el asociacionismo profesional de los actores y bailarines en Castilla y León, hoy una muestra de Teatro en Medina de Rioseco lleva su nombre; aquí nada, nunca, nadie. Manuel Sierra sigue calándose la gorra de ferroviario de la montaña leonesa y regalando a la ciudad murales, carteles, ilustraciones que hacen la delicia de muchos fuera de esta región, por suerte cada día está más solicitado dentro. Lo mismo que Luis Laforga, fotógrafo de muchas de nuestras ilusiones musicales, de paisajes y paisanajes cercanos a la vez que inimaginables. La lista sigue con personas como Fernando Manero cuyas contribuciones al conocimiento de la sociedad castellano y leonesa en sus implicaciones geográficas y sociodemográficas ponen cifras y ciencia a nuestras intuiciones. Carlos Blanco, 'tan lluny pero tan prop' analizándonos en la distancia y con una hora menos, qué suertudo.

¿Hay muchos más? Qué duda cabe, Javier Gutiérrez entra de lleno en esta categoría por su contribución al sentido común urbanístico y ecológico renunciando a una carrera universitaria para que el aire que respiramos sea, simplemente, más puro. Al igual que Manuel Saravia, que nos pregunta constantemente ¿qué ciudad queremos? ¿Quién toma las decisiones equivocadas? A otros nos toca todavía hacer méritos, pero como con la lotería, si no juegas no toca. Nos toca seguir jugando".

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