28 de junio de 2014

Un recorrido mágico por las librerías del mundo





Aunque pensaba que me iba a llevar mucho más tiempo,  la lectura del libro de Jorge Carrión no me ha resultado  tan dilatada como en principio su extensión y densidad hacían presumir. Me refiero a la obra titulada Librerías, que mereció el reconocimiento como finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2013. Desde que tuve noticia de su existencia, me interesó sumergirme en sus páginas ante el atractivo del tema y convencido de que el rigor que este autor pone en sus escritos iba a reflejarse en un texto digno de la máxima atención y del no menor interés.  No me ha defraudado porque ha superado con creces mis expectativas. Ahí es nada: un recorrido por las librerías más afamadas del mundo, por esos recintos mágicos en los que se acumula el papel encuadernado para cristalizar en una de las realizaciones más importantes de la creatividad humana y de la técnica puestas al servicio de la cultura.  De la cultura que permanece indeleble por mor de la perennidad de la palabra escrita. 


Por eso es convincente la reflexión inicial con la que Carrión inicia su obra cuando señala que "entre un cuento concreto y toda la literatura universal se establece una relación parecida a la que mantiene una única librería con todas las librerías que existen y existieron y tal vez existirán". Poco a poco el lector se va abriendo al universo impresionante y cautivador de las librerías que dan personalidad, prestigio y calidad a las ciudades del mundo. ¿Es posible identificar correctamente un lugar sin hacer mención a sus librerías más emblemáticas? Deleitarse en este elenco a través de las referencias que aporta la obra que menciono constituye otra de las dimensiones atractivas de las experiencias viajeras, en las que visitas a las librerías forma parte - debe formar parte - inexcusable del paisaje visitado. Estoy convencido de que todos tenemos en nuestra mente recuerdos imperecederos de este tipo de vivencias. 

Librería Puro Verso, en Montevideo




No hace mucho recordé en esta misma ventana las emociones que afloraron en Valladolid cuando se conmemoraron los cuarenta años de la Librería Sandoval. Es una de las que tengo más cercanas a mi experiencia vital, y que comparte espacio en la memoria con las que al tiempo concibo como ingredientes esenciales de mis viajes dentro y fuera de España. Tomar contacto con el mundo del libro siempre aporta ideas y enriquece perspectivas. Entrar en contacto con los elementos que configuran una librería aporta sensaciones que ningún otro entorno procura. El libro, el contacto con el librero, el encuentro con personas de inquietudes compartidas, la mirada complacida, curiosa y vigilante. La sorpresa cuando uno menos se lo espera.

Pero, ay, lo cierto es también que cuando se reflexiona sobre el tema no es infrecuente que la preocupación haga desde el primer momento acto de presencia. Es la sensación que he tenido a raiz de una reciente visita a una de las mesas redondas celebradas en la Feria del Libro de Madrid, donde la atención se centró en los problemas a que se enfrenta el mercado del libro, y que en aquella ocasión estuvieron lúcida y contundementemente expuestos por Lola Larumbe, una de las responsables (la tercera persona a la izquierda de la fotografía) de la Librería Alberti de Madrid.  





Es curioso. El mismo dia en que termino de leer Librerías,  y mientras contemplo la masa pinariega que adorna el curso del Duero en Tordesillas, me entero del acuerdo unánimemente adoptado por la Asamblea Nacional francesa a favor de una ley por la que se prohibe a los distribuidores de libros electrónicos la aplicación de rebajas por debajo del precio fijo de las librerías. Noticia interesante donde las haya en un tema tan sensible. Es una reacción lógica de defensa frente a la competencia desleal efectuada por los gigantes de la distribución del libro, con prácticas que cercenan considerablemente el margen de maniobra de las librerías, poniendo así en peligro la supervivencia de uno de los espacios más representativos para el enriquecimiento cultural que nuestra sociedad tanto necesita. 

Con acierto las ha definido Francisco Llorca cuando escribe que "las librerías no son centros de distribución; son espacios de interrelación, puntos de encuentros para la comunidad y que garantizan su pluralidad, algo que dificilmente ocurrirá en la situación de monopolio hacia la que nos encaminamos" para concluir recordando la atinada afirmación de Joan Margarit: la llibertat és una llibrería

2 comentarios:

  1. Me apasionan las librerías. Tu propuesta de lectura me interesa.
    Un abrazo, Fernando

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  2. Lo que hay que combatir es la piratería.
    Si el libro electrónico es más económico, mejor que mejor. Lo importante es hacer lo más accesible posible la adquisición de libros. Y si esto conlleva cerrar algunas librerías, no seré yo quien lo lamente a pesar del afecto que les profeso.
    Otro abrazo

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